Mantener el respeto a la institucionalidad, garantía para el orden
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Es Cuba una nación institucionalizada. Desde los albores de la Revolución, ha sido una preocupación y ocupación constantes que el país esté organizado; que no solo existan estructuras y normativas que lo organicen y regulen, sino de que estas sean efectivas y cumplan su cometido.
No obstante, la práctica diaria; sobre todo en los últimos tiempos, hace pensar que no es tan así; sino no fueran numerosas las quejas e inconformidades de la ciudadanía, no solo en las plataformas digitales sino también en aquellos espacios concebidos para la atención al pueblo.
En los últimos años, luego de la proclamación de la Constitución de la República de Cuba en abril de 2019, se ha concretado una amplia aprobación de normas jurídicas de mayor rango, dígase leyes, que han tenido su proceso de implementación y se van cumpliendo; sin embargo, las normas de menor rango como los decretos, decretos leyes, y resoluciones, sobre todo estas últimas, no han tenido la observancia necesaria.
Pienso, ahora mismo, en el que deviene tema reiterado: la escasez de efectivo, en los bancos y cajeros, lo que hace compleja la adquisición de bienes necesarios en los hogares. Aunque se ha denunciado reiteradamente, todavía existen quienes se arrogan el derecho de no cumplir lo establecido en cuanto al uso de las pasarelas de pago (Transfermóvil y Enzona) o de no aceptar billetes de baja denominación, aunque estén vigentes en el país. Y ni hablar de los precios de productos de todo tipo, sobre todo aquellos que fueron topados para todo el país ¿Se acuerdan?
¿Es que alguien duda de que las normativas jurídicas, legalmente establecidas, están para cumplirse? ¿Acaso hemos olvidado que el desconocimiento de la ley no nos exime de la responsabilidad de su cumplimiento?
No basta con la denuncia popular, ni con ejercicios sistemáticos que enfrenten dichos procederes; el accionar tiene que ser diario, habitual, consciente. ¿Por qué si vamos en busca de soluciones, encontramos los más variados obstáculos, si todo está escrito, previsto?
En los últimos días he apreciado que varios cajeros de la ciudad de Cienfuegos están siendo habilitados para beneplácito colectivo; pero… y siempre hay un pero, en algunos, las personas se quejan de que no siempre pueden alcanzar su propósito, pues solo unos pocos (casi siempre los mismos, quienes encabezan la cola) pueden acceder al efectivo: o cobran el turno (han referido cuantías de hasta $1000.00) o una sola persona acude con varias tarjetas y, por supuesto, ese proceder multiplicado, agota el dinero disponible.
Imagínense, entonces, si luego de sortear todos esos avatares alguien “se apea”, como dirían los abuelos, con que no recibirá este o más cual billete porque su denominación no es de su interés.
Reitero que es el nuestro un país institucionalizado. Solo en el más reciente período ordinaria de la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular se aprobaron nuevas Leyes: del Sistema Deportivo cubano, del Registro Civil y el Código de la niñez, las adolescencias y juventudes; además de la relacionada con la Reforma Constitucional); pero no son las únicas.
Si se pone todo el empeño en que vivamos en una sociedad donde prime el respeto a lo legislado, ¿por qué la realidad nos sigue golpeando día a día?
Es momento ya de dar una respuesta definitiva, contunde que se traduzca en el cumplimiento cabal de lo dispuesto y en ese propósito debemos estar dispuestos todos: quienes emiten la norma, prinicipales veladores de su cumplimiento, y quienes podemos ser objeto o sujeto de sus contenidos.
Lo dicho anteriormente se reafirma en el artículo 9 de la Constitución de la República de Cuba: “Cumplir estrictamente la legalidad socialista es una obligación de todos. Los órganos del Estado, sus directivos, funcionarios y empleados, además, velan por su respeto en la vida de toda la sociedad y actúan dentro de los límites de sus respectivas competencias”.
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