Malvinas y Milei: soberanía, colonialismo y la sombra del cipayismo

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La reciente llegada de tropas kosovares a las Islas Malvinas, en acuerdo con el Reino Unido, refuerza la presencia militar británica en el Atlántico Sur. Este despliegue, aprobado por el Parlamento de Kosovo, permite la adscripción de personal de la Fuerza de Seguridad de Kosovo (KSF) a la Compañía de Infantería Roulement (RIC) británica que opera en las Islas Malvinas, donde participa en ejercicios militares organizados por el Ministerio de Defensa Británico.

Este hecho es una prueba más de cómo las grandes potencias utilizan la ocupación militar para consolidar su dominio sobre territorios estratégicos. La ocupación británica de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur no es solo un conflicto territorial, sino parte de una estructura colonial más amplia. Según Karl Marx, el colonialismo ha servido históricamente a la acumulación originaria, un proceso mediante el cual las potencias europeas han saqueado territorios para fortalecer su riqueza, dejando a su paso economías desestructuradas y sometidas.

Recursos naturales y el control británico 

Las aguas de Malvinas son ricas en pesca, especialmente en especies como el calamar y la merluza, y generan millones en ingresos anuales para los ocupantes británicos. Además, la zona tiene un importante potencial en petróleo y gas, con reservas estratégicas que han atraído inversiones extranjeras.

El Reino Unido no solo explota estos recursos, sino que utiliza su control sobre las islas para fortalecer su presencia geopolítica. La ocupación británica responde a una lógica colonial donde el saqueo de riquezas permite consolidar economías fuertes en el Norte Global, mientras el Sur sigue siendo explotado.

Los presidentes argentinos y el reclamo de Malvinas

Desde 1833, los presidentes argentinos han mantenido un reclamo permanente sobre las islas. Sin importar su ideología, todos han reafirmado la soberanía argentina sobre el territorio, aunque con estrategias diferentes.

A pesar de los enfoques distintos, el tema de Malvinas ha sido un símbolo de resistencia nacional. La lucha por la soberanía no es solo una cuestión histórica, sino también una reivindicación de derechos internacionales frente a la ocupación colonial que sigue vigente.

Argentina reclama la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, no solo por su proximidad geográfica a casi 600 kilómetros de su territorio continental frente a 14 mil kilómetros que separan al Reino Unido, sino también por su historia y derechos internacionales.

Por su parte, el dominio británico sobre estas tierras refuerza la estructura del colonialismo global, donde las grandes potencias consolidan su control y recursos mientras las economías más vulnerables luchan por recuperar lo que históricamente les pertenece.

La guerra y el recuerdo de los caídos 

La Guerra de Malvinas en 1982 dejó 649 soldados argentinos muertos, de los cuales 323 perecieron en el hundimiento del Crucero ARA General Belgrano. Este ataque, ordenado por el gobierno británico, ocurrió fuera de la zona de exclusión establecida por el Reino Unido, lo que generó una fuerte controversia.

Margaret Thatcher justificó el hundimiento argumentando que el ARA General Belgrano representaba una amenaza para la flota británica. En una entrevista en 1983, cuando fue cuestionada sobre el ataque, respondió:

“Cuando las órdenes fueron dadas para hundirlo, estaba en una zona que era un peligro para nuestros barcos.”

Este ataque dejó una marca imborrable en la memoria argentina y es considerado por muchos como un crimen de guerra, debido a que el buque no estaba en combate ni representaba una amenaza inminente.

Diego Maradona, al hablar sobre la guerra, expresó: “Yo jugué un partido de fútbol, ellos se jugaron la vida”, dejando en claro que la verdadera lucha no era la que se daba en un campo de juego, sino la que enfrentaron los jóvenes soldados argentinos que murieron defendiendo la soberanía nacional, aquellos “pibes de las Malvinas que jamás olvidare”, que acompañaron la letra de los festejos por la Compa del Mundo.

Estados Unidos, el doble discurso y la complicidad británica 

Mientras Estados Unidos condena y se escandaliza por el comercio de China y Rusia en América Latina, argumentando que buscan influencia en la región, sin embargo su doble rasero lo muestra ambiguo ante su aliado estratégico, el Reino Unido, en la ocupación de Malvinas.

Durante la Guerra de Malvinas, Washington proporcionó inteligencia y asistencia logística a Londres, demostrando que su postura geopolítica no responde a principios de soberanía, sino a intereses estratégicos.

Milei, Thatcher y el desprecio por los caídos 

Javier Milei, al reconocer la supuesta “autodeterminación de los isleños”, ha invocado ilegítimamente este derecho para justificar la ocupación de los invasores a los que les pone el cartelito de “isleños”. Con su actitud, Milei se ha apartado de la histórica posición argentina y ha sido acusado de “cipayo”, un término utilizado para describir a quienes defienden intereses extranjeros por encima de los nacionales.

Su postura recuerda a la firmeza con la que Margaret Thatcher defendió el ataque británico sobre el Crucero ARA General Belgrano, justificando el asesinato de 323 soldados argentinos en nombre de la estrategia de guerra. Al igual que ella, Milei desestima el sentido de soberanía nacional y refuerza la visión británica sobre las islas.

En contraste, Diego Maradona encarnó el sentimiento de justicia y memoria por los caídos, recordando en cada entrevista que los soldados argentinos “se jugaron la vida” por una causa que sigue vigente.

Como en los tiempos del Imperio Británico, Javier Milei es un soldado nativo que ha sido reclutado en la India Británica para defender sus intereses: un cipayo.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

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