¿Leer o no leer?

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Tengo mi propia consigna: existe un lector para cada libro y un libro para cada lector, frase que asimilé de mi querido amigo y maestro José Díaz Roque, escritor, bibliotecario y lector por excelencia.

El hábito por la lectura se manifiesta como un comportamiento estructurado y voluntario que hace que la persona lea frecuentemente por motivación personal, satisface sensaciones de logro, goce, conocimiento y entretenimiento; el hábito por la lectura se convierte en una necesidad espiritual.

El Premio Nacional de Literatura de 2018 Luis Álvarez Álvarez plantea lo siguiente: “La percepción de la lectura como habitus nos permite comprender que todo lo relacionado con ella no es solo asunto de la educación, sino de todas las estrategias rectoras de la sociedad. La lectura, por una parte, resulta estructurada desde las necesidades de la sociedad, en términos de que el ser humano pueda tener una comunicación válida y permanente con los tres momentos temporales de su existencia social: el pasado, el presente y el futuro. Sin la lectura constituida como parte inalienable de la sociedad moderna, el desarrollo social aminora su ritmo e incluso se estanca. Pero, en otro orden de cosas, sin la lectura sería imposible el desarrollo mismo del pensamiento humano, que está necesariamente orientado a la comprensión de las leyes más generales que rigen a la Naturaleza, la sociedad y a ese mismo pensamiento—; sin la lectura, pues, el pensamiento humano se paraliza, la ciencia pierde capacidad de movimiento dialéctico y las artes se encontrarían también con una situación que aminoraría fuertemente sus transformaciones y alcances. Y esta pérdida de impulso tiene que ver con el hecho de que la lectura consiste también en una estructura capaz de estructurar otros elementos de la sociedad y la propia cultura. En una palabra, pues, la lectura nos organiza nuestro mundo”.

La lectura, no es leer por leer, tiene implicaciones directas en el desarrollo de los hombres y de los pueblos. Saber leer es un derecho fundamental que permite al ciudadano el ejercicio pleno de todos los demás derechos.

Martí lo dijo: “Saber leer es saber andar”.

En las últimas décadas, el hábito de lectura ha experimentado una serie de mutaciones considerables, al parecer como consecuencia de la extensión del audiovisual y los medios disponibles para procesar, almacenar y compartir la información. Estas transformaciones han cambiado la perspectiva y la experiencia de los lectores con a los textos.

En nuestra provincia las investigaciones son escasas en torno al tema; las que existen se centran al tipo de literatura que consume la población, entiéndase como las  temáticas, los géneros literarios y los grupos etarios.

Evidentemente la Feria del Libro es el evento que más lectores atrapa, pues el público espera la novedad editorial, las presentaciones de títulos y sus autores, las actividades diseñadas para el disfrute del público. Existe el programa promocional literario en el resto del año como: las mini ferias, el sábado del libro, las peñas literarias, que son ejemplos del quehacer literario.

Las estadísticas apuntan que la literatura más demandada son los libros infantiles, sobre religión, autoayuda y títulos sobre Martí y nuestro líder histórico Fidel Castro Ruz,  que en los últimos cinco años va en ascenso sobre este particular.

La situación pandémica en el país no silenció la lectura, se crearon estrategias que a juzgar por los ingresos y visitas de los internautas a las páginas digitales del Centro se nos presentó el 2021 fundamentalmente como gran consumidor.

La provincia cuenta con dos sellos editoriales, Mecenas y Reina del Mar Editores, que publican lo mejor del afán literario de los escritores locales y nacionales, pues ambas tienen ese alcance. Realizan el justo balance de los géneros, sin perder de vista los intereses del público lector y consumidor de libros que asiste sistemáticamente a las librerías. Aunque para nadie es un secreto la inestabilidad que han presentado en los últimos tiempos debido a factores objetivos y subjetivos que podrían ser analizados en trabajos posteriores.

Ahora se nos muestra el libro con una nueva posibilidad de lectura y comercialización, el libro digital. Es innegable la posibilidad que nos brinda esta modalidad de interacción con el lector. El uso del celular se impone como una nueva manera para consumirla; el simple hecho de navegar en Internet o interactuar en las redes sociales  obliga a la lectura al menos con carácter informativo. Es notable el incremento en cuanto a los medios digitales, el cual se evidencia a partir de las interacciones y el alcance de las plataformas digitales con que cuenta nuestro Centro.

Hoy día la lectura en formatos digitales es objeto de profundos debates y ocupa un espacio importante en la Feria Internacional del Libro de La Habana y en la provincia, incluso se desarrollan ferias propiamente de libros digitales. Las Tecnología de la Información y las Comunicaciones han permitido al usuario romper las barreras de los grandes medios tradicionales y realizan la gestión individual de la información. Es el caso de los llamados booktuber, que han despolarizado la crítica y el comentario de obras literarias fuera del tradicional ejercicio académico, hasta convertirlo en preferencia de los más jóvenes.

Como una tarea pendiente del Ministerio de Cultura y específicamente del Instituto Cubano del Libro, es crear las bases para el desarrollo de una plataforma articulada, donde se tengan en cuenta las formas de consumo y presentación de los contratos legales que posibiliten el comercio del libro electrónico o digital, para que de esta manera se visualicen mejor nuestros escritores y su obra, e insertarnos, en el mundo del libro digital que jamás sustituirá al libro impreso.

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