Las Zonas en que escribe Atilio

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 21 segundos

En Zona (Ediciones Matanzas, 2017, Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas, 2016), el narrador, poeta, y dramaturgo Atilio Caballero, director del grupo de teatro La Fortaleza, ubica la representación en un espacio de la ciudad Cienfuegos, como si el ámbito completo de la realidad no fuese el Campo dentro del cual ciertos Poderes establecen sus maniobras de representación.

Escapando a la lógica del lenguaje y al sentido común, instaura su territorio escritural allí donde el delirio y la escasez de racionalidad, los fragmentos, las márgenes, lo putrefacto, el andrajo, los ripios, lo soez y lo fétido se dan cita. Los actores, anuncia en una nota que encabeza el texto, estarán acompañados por las personas que motivaron la escritura de sus personajes, quienes en algunas ocasiones y de manera simultánea, también compartirán escenario. El texto que leemos como Zona es partitura, documento a partir del cual el director teatral que se acerque a los sórdidos entornos que retrata pueda introducir sus impresiones acerca del caos, lo atroz o el fin del mundo.

Juraguá o La Ciudad Nuclear, aquel proyecto que formó parte de los primeros atisbos del Futuro, y que con los años mutó en sitio inclasificable, distinguiéndose por su inhabitabilidad, generando efectos que en su inutilidad prescriben el destino de los individuos que ocupaban sus calles, es la heroína de esta obra. Aunque nos acerque a la voz de seis personajes, es la ciudad, o la no ciudad, quien protagoniza la pieza. Preciso es llamarle quien; Atilio la convierte en el personaje más importante de su historia, el principal. Seré más claro. En Zona habla y rige los parlamentos, el discurso, la ciudad como ausencia; lo que esta, deformación o muerte de un proyecto, dejó en el área ocupada. No es, sin embargo, cualquier escasez o carencia, porque el vacío de su proyecto caracterizó el desarrollo de la vida en sus habitantes, afectándolos allí donde menos se esperaba: en la psiquis. Sin que lleguen a llamarse enfermos mentales, padecen algo, un síndrome al que les resulta imposible clasificar. Ni siquiera saben nombrar el lugar donde residen, tampoco designar el mal que los posee y condena a delirar, a ser hombres y mujeres distintos de sí mismos, inventándose nuevas personalidades; obligados a ser otro que en esencia es radicalmente diferente a lo que en principio ellos querían ser.

Estamos en presencia de una obra que indaga en los pormenores de la identidad personal y la influencia que el entorno, el espacio exterior, ejerce sobre los individuos y la construcción de subjetividades.

Se puede afirmar que los personajes de esta obra son fugitivos, y evaden sus propias existencias, vidas que emigran o escapan de sí mismas para que la radiactividad de la Ciudad Imposible no haga con ellos lo mismo que la bomba de Hiroshima, o lo que la explosión de un reactor en Chernóbil con los ciudadanos allí presentes. Son, de algún modo, el desecho humano después del estallido. Lo curioso es que la detonación nunca existió. Aquella ciudad nueva en un espacio del Caribe se convierte en reverso de promesas, en su contrario, porque los efectos de su falta establecen el comportamiento de las personas en la plaza real y en la inexistencia de la misma. La Central Nuclear acaba siendo un experimento en el que la retirada y posterior desaparición del Objeto fija la presencia del Sujeto para establecer sus características al centro de una anomalía. Sin haber existido más que en planes o ideas, dejó en su inactividad los efectos de una radiación que perturba la razón y obnubila.

En nueve cuadros, y haciendo un eficaz uso del monólogo, el autor plasma el desarrollo de este desencuentro entre la realidad y lo que la ausencia de realidad ha sido capaz de engendrar en las personas. Es en el leguaje, en la pérdida del sentido común, en la irracionalidad del discurso y en la obligación de relacionar a los personajes, entre ellos, como habitantes de un desvanecimiento, que se manifiesta la inteligencia de Atilio (para construir el texto). La pérdida de continuidad, atravesada por una profunda alucinación y lo que la circunda, es lo que más se siente. El monólogo funciona como recurso permanente o disertación totalizadora, porque hasta cuando los actores dialogan, parece que practican las exigencias de un soliloquio, y no es para menos: han perdido la referencia del otro y cualquier idea del más allá, el horizonte; se remiten exclusivamente a un otro que es la repetición o duplicación de ellos mismos en el vacío que los hace, o deshace.

Zona clasifica como obra de los dobles, o de los dobleces, y es que el autor quiere registrar las marcas que las privaciones e insuficiencias han dejado en el ámbito social. Los instrumentos que el arte ofrece, desde la literatura o el teatro, muchas veces no son suficientes para captar el ímpetu, desgarrador, que dicha metamorfosis propone, precisamente porque lo real, al haber dotada a la Ciudad Ausente de un poder que transforma la realidad en Ciudad Imposible, ha sustituido y superado, con creces, la acción artística.

Lo que hace singular y sumamente dramática a la Ciudad Imposible es que puede ser habitada, o ser habitable en su grado absoluto de entelequia, aunque en ese riesgo de coincidencias, y paralelismos los individuos, disfrazados de porvenir, estén forzados a dejar de ser ellos mismos, a cambiar los rasgos distintivos de sus personas por las de un desconocido.

Zona, además de una rápida y placenta lectura, nos deja un grupo importante de preguntas ¿Qué le dice la Ciudad Ausente a la Ciudad Presente? No lo sabemos ¿Qué le dice la Ciudad Presente a la Ciudad Ausente? Tampoco lo sabemos. La respuesta es la continuidad de una en la otra, pero esa identificación es muy difícil convertirla en literatura, en arte. El reflejo de la Ciudad Ausente atraviesa a la Ciudad Real y la perfora ¿Qué le dice una Ciudad a la otra? Nunca lo sabremos. Solo podemos reconocer, como el autor, lo que esa ausencia ha hecho en los sujetos. Y para eso el texto Zona, y una adecuada representación, serán suficientes.

Visitas: 68

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *