Las fronteras que nos (des)unen

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Fronteras del mundo (2011) es un libro pequeño que cabe en su bolso o mochila y que puede leerse de un tirón, durante una tarde en casa, o mientras viaja en el cómodo asiento de una guagua.

Oscar Rodríguez Díaz (La Habana, 1956), su autor, es un amante de la geografía en la Mayor de las Antillas y del resto del orbe, pero sobre todo, destaca como excelente pedagogo de las ciencias exactas, apareciendo en no pocos atlas concebidos para las enseñanzas media y superior en nuestro país. Fronteras… es otra gema que se suma a su rico catálogo de obras, que incluye Geografía de las curiosidades (1995), con reediciones en 2001 y 2005, Ceiba del Agua. Historia, memorias y leyendas (2010) y el muy gustado Compendio insular. Islas del mundo, lanzado en 2015 por la Editorial Científico-Técnica.

En poco más de 115 páginas, Rodríguez Díaz nos muestra de manera accesible el caldo de cultivo que hoy existe en torno a las fronteras que el hombre ha creado en todas las latitudes del planeta; sus significados, tipologías y constantes transformaciones sometidas, con énfasis, a los planos histórico, político e ideológico de la vida humana.

“Para los que vivimos en territorios insulares sin más fronteras que el mar que nos separa, esas demarcaciones nos suelen parecer exóticas, lejanas e intangibles. Tanto, como quizás resulte para un esquimal imaginar las ardientes arenas del desierto detrás de su colina helada, o para un pastor de las estepas mongolas suponer el mar al borde del infinito horizonte herbáceo”, nos expresa Díaz en este viaje hasta zonas insospechadas.

Varios son los epígrafes que llamarán la atención, de especial mención los titulados Fronteras cartográficas, Sobre puentes, Minifronteras o Fronteras de países discontinuos, en los que se descubrirán—quizás por vez primera para muchos— las insólitas maneras que ha hallado el ser humano para dividir el planeta bajo la forma de un rompecabezas gigante, usando líneas invisibles —desde las que se extienden por pocos metros, hasta aquellas con miles de kilómetros—, sobre los diseños de los diferentes mapamundis.

Se presentan tablas con los continentes y estados de mayores tasas fronterizas; las más cruzadas, bajas y altas, las más al norte y las meridionales, etc.,incluyendo un surtido grupo de registros que incumben a ciudades no tan conocidas, lagos e ínsulas peculiares; todo al alcance en un libro que hace de lo didáctico su mejor apuesta.

En lo referido a Cuba, a menudo se establecen comparaciones para reforzar nuestra marcada insularidad, pero es el capítulo Una brigada en la frontera, el que se encarga de exponer brevemente nuestro viejo conflicto fronterizo con la Base Naval estadounidense, que desde el 23 de febrero de 1903 se impone en el territorio de Guantánamo. “Todo su perímetro terrestre—que no debe ser considerado como una frontera estatal, sino más bien como la línea limítrofe de un espacio usurpado— está recorrido por una cerca de 28 kilómetros de largo, a cuyos lados se extienden sendos campos minados de altísima densidad dotados de minas antipersonales y antitanques”, señala.

Por desgracia, no son pocos los ejemplos, como este caso, que se despliegan por las Américas y en otras regiones, fragmentando naciones soberanas por motivos políticos. Si algo nos demuestra el eminente geógrafo habanero, es que ha sido la soberbia, la discordia, las guerras las que han plagado de líneas discontinuas a los mapas escolares, y continuarán haciéndolo como expresión singular, vergonzosa de las grietas que presentan las relaciones humanas hoy día.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

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