La Tarea Ordenamiento y la responsabilidad individual ante el trabajo

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El Estado Cubano ha hecho realidad la Tarea Ordenamiento cuando más difícil le ha podido resultar, debido a condicionantes de peso mayor  (bloqueo genocida a un punto extremo, limitadísimas entradas financieras, una pandemia con implicaciones en todos los órdenes, una Guerra de Cuarta Generación a dos manos desde la Casa Blanca y la derecha de La Florida).

Todo ciudadano de este país con un mínimo de sensatez debe sentirse agradecido por las bondades derivadas de dicha Tarea; de forma principal el aumento del salario promedio en cuatro veces, lo cual le permitirá mejorar su calidad de vida a millones de cubanos.

El gobierno ha tendido un cheque en blanco sobre la conciencia de la Isla. La confianza depositada en nosotros precisa revertirse mediante reciprocidad, sentido del momento que vivimos y de cuánto nos jugamos. Precisa revertirse a través de amor, fe en la causa y productividad, concepto esencial en lo adelante.

Producir, donde nos toque, constituye premisa sine qua non Cuba no podrá salir adelante, incluso cuando mejore el escenario planetario actual. Solo dentro de este archipiélago seremos capaces de tensar los resortes que nos permitan despegar de una vez en diversas esferas. Y eso se logrará, inexcusablemente, sobre la base del trabajo.

Más que un verbo en infinitivo, trabajar, ahora, constituye imperativo moral e instancia desde la cual reafirmar la madera de la que estamos hechos; que no es otra que la del empuje, el brío, la resistencia y el deseo de echar hacia adelante.

No existe elemento alguno ya para argüir en cuanto a ausencia de estímulos para trabajar, todo lo debido, en el frente asignado. No hacerlo -además de desleal-, sería indigno para la persona que no lo asumiese como proceder.

El mismo sentido ético de siglos de nacionalidad ha de empujarnos en esta misión que deviene obra, justo la más sagrada obra que tenemos ahora en el camino: la del futuro de nosotros, de nuestros hijos y nietos.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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