La historia sobre el pentagrama: búsqueda de un mejor entendimiento

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En repetidas ocasiones somos partícipes de comentarios referentes a que “no se utilizan los mejores métodos para una enseñanza de la Historia más didáctica, más amena, donde no se presenten análisis hechológicos a partir de simples cronologías, sino que se detengan en las sublimes esencias que hicieron de los procesos independentistas y revolucionarios cubanos, únicos en el continente”. Ha constituido el profesor Manuel de la telenovela Entrega –puesta en pantalla hace unos años- un crucial ejemplo de cuántas y tan variadas formas de impartir clases creativas a partir de un conocimiento bien estructurado, debe incorporar un maestro de Historia en la cotidianidad del aula. Es, de esta forma que sus estudiantes,a través del proceso enseñanza-aprendizaje se convierten en un ente activo, inspirador y creador. Recordemos cuando el profesor utiliza alguna que otra pieza del cantautor Silvio Rodríguez para rememorar y analizar determinado hecho histórico. Se ha convertido la música, en un método para el mejor entendimiento de la Historia.

En primer lugar la música, tiene la capacidad de intervenir en los seres humanos para modificar comportamientos, actitudes, maneras de ver la vida y científicamente se ha constatado que posee poderes curativos, específicamente para el alma. El maestro primario Gonzalo Bermúdez Toledo, director del grupo Ismaelillo, lo demostró desde los años 80 del pasado siglo XX. Este proyecto comunitario infanto-juvenil bajo el precepto martianode “la fe en el mejoramiento humano”,lograba a travésdel aprendizaje de un instrumento musical, mejorar los problemas de conducta de sus estudiantes. Desde el teatro también tenemos una similar experiencia. La Compañía de Teatro Infantil La Colmenita, que dirige Carlos Alberto Cremata (Tin), muestra a través del juego al arte teatral, la búsqueda del buen comportamiento de sus niños, apostando también por el ideal martiano de que “tener talento es tener buen corazón”. Tin ha aprovechado su juego para enseñar los versos sencillos de Martí, para visitar rutas, museos y lugares históricos, y para, por encima de todo, contribuir desde su espacio, a que sus niños defiendan cada vez más su historia patria.

En segundo lugar, constituye la música, una manera instrumentada y agradable de escuchar y aprender la historia; se rememoran épocas -no siempre contada desde sus protagonistas, sino también desde los mal llamados “gente sin historia” y que han dejado su huella en la historiografía cubana-, sentimientos, tradiciones (pregones, dicharachos, leyendas, mitos).  Esa es la Historia que queremos se conozca, la que como explica el profesor Torres-Cuevas: “ (…) constituya el núcleo central, no sólo para análisis y perspectivas, sino como nutriente del mundo cultural —en su más amplio sentido—, en el cual los límites de la historia real se entremezclan con el mito, con la leyenda, con la imaginería, con la imaginación, con la tradición, no siempre objetivos pero llenos de expresiones que van construyendo mentalidades, modos de pensar, ideas y sueños, lo que algunos autores llaman el ‘imaginario colectivo’ y,  a  la  vez,  la  arquitectura  intelectual  de  una  cubanidad  pensada.  Y  en  el mundo de los hombres, a veces, el mito ha sido más poderoso que la misma historia”.[1]

Desde la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, los estudios históricos requieren de diversos observatorios para poder comprender una época desde una concepción transdisciplinaria.

Entender los problemas que relacionan a la historia como proceso de imbricación, síntesis y desarrollo del pentagramamusical cubano o a la música como parte del espacio histórico en que se presenta, constituirá punto de partida para el análisis de la repercusión o expresión del modo de sentir, actuar y pensar de los hombres y mujeres de una época. En este sentido se abre un amplio campo que introduce la música como un factor sociohistórico. Se trata del accionar de la misma en una comunidad, un país o una universalidad que deja plasmado en una expresión sonora el ritmo de su época, la imaginación de los hombres y mujeres que la vivieron y la constatación de componentes de la realidad de la cual surgen las expresiones musicales.

La idea fundamental es no adherirse al hecho aislado, al anecdotario o a las versiones inconexas de las interrelaciones e interdependencias que actúan en el hombre como individuo y en los hombres como sociedad. Obsérvese la ausencia en muchos estudios históricos de la expresión musical de una época y la colocación solo de piezas musicales de extraordinaria repercusión sin que se entienda el qué, el por qué y el cómo surgieron esas piezas, su ámbito creador y el de la cultura en general. Esto puede verse en que nuestro Himno Nacional, La Bayamesa, de Pedro Figueredo, no está completamente explicado ni por las influencias internacionales, como el de La Marsellesa, ni por el mundo social y musical de Bayamo en tiempos de Figueredo. Aspecto de la historia cubana que por lo general ha sido más trabajado por musicólogos que por historiadores. De lo que se trata es de encontrar el equilibrio científico desde la disciplina de la Historia Social de la Música, la cual tendría como objeto de estudio las relaciones de la música con el entorno cultural entendido desde el punto de vista antropológico, la cual procure comprender las relaciones entre la mentalidad social y la mentalidad musical.

*Doctora en Ciencias Históricas.

[1]Eduardo Torres-Cuevas: Prólogo a la segunda edición de  La historia y el oficio de historiador. Colectivo de autores franceses y cubanos. Coordinador Eduardo Torres-Cuevas, Imagen Contemporánea, La Habana, 2012.

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Alegna Jacomino Ruiz

Doctora en Ciencias Históricas

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