La Catalana, un fantasma que mora en Cienfuegos

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En 1857 Don Agustín Goytisolo encomienda al maestro de obras Gerónimo Elizondo la edificación de una vivienda de linaje casi palaciego en la calle de Santa Elena, esquina a la de De Clouet.[1] El resultado es un modelo único en la arquitectura de la Isla, signo del incentivo económico de la “ciudad de Sévres” y la avidez del propietario de una obra seductiva y lujosa. De esta manera se inaugura la casa almacén conocida como La Catalana.

Agustín Goytisolo Lezarzaburu (Lekeitio, Vizcaya, País Vasco, 1812-Barcelona, 1886), era hijo ilegítimo de Agustín con Magdalena. Carpintero en su terruño, viaja a la isla de Cuba hacia 1830, instalándose en la municipalidad de Cruces, donde emprende sus acciones en la producción del azúcar y la trata esclava; logrando en poco más de dos décadas un caudal millonario. A fines de los años sesenta es propietario de tres ingenios y una inmensa dotación de esclavos. Con buen tino para los negocios, elige en 1870 ensanchar sus haberes a través de fuertes inversiones en los Estados Unidos y Europa, hasta que vuelve a su país, dejando las heredades sureñas a cargo de Agustín Fabián, su primogénito. Sin embargo, el declive de los precios del azúcar y la incertidumbre económica que ocasionan las guerras independentistas ponen fin al esplendor de esta familia, que tuvo el poder por casi cinco décadas. “Las convicciones religiosas y españolistas de Agustín Goytisolo Lezarzaburu y su oposición al campo reformista cubano propiciaron un pesimis­mo que amargaría sus últimos días”, afirmará Juan Goytisolo.[2]

En el año 1850, una vez declarado el estado de sitio en la Isla tras el desembarco de Narciso López, Goytisolo es elegido Capitán del Batallón de los Nobles Vecinos de Cienfuegos. El 1º de enero de 1852 acepta el cargo de Alcalde Segundo Ordinario, al año siguiente asciende a Alcalde Primero Ordinario y en 1864 asume el de Regidor del Ayuntamiento. Durante la epidemia del cólera, en 1868, hace una donación de doscientos cuatro pesos mensuales. El 31 de agosto de 1869 pasa eventualmente a la condición de Alcalde y al año siguiente toma la plaza por elecciones. El alejamiento transitorio de la villa provoca su reemplazo el día 6 de septiembre de 1871. De nuevo toma otro deber político en 1883, cuando recibe el puesto de concejal en representación del Partido Unión Constitucional. Una vez que se esboza el régimen autonomista en Cienfuegos, el 8 de enero de 1898, es proyectado nuevamente en calidad de concejal. El 19 de febrero de 1869 integra la Junta creada para asesorar los arbitrajes políticos del gobernador Salinas y en agosto de ese año el Teniente Gobernador José Merás le nombra alcalde de la villa. En 1883 integra el comité para la constitución de una sucursal en Cienfuegos de la Sociedad de Crédito Territorial Hipotecario de la Isla de Cuba.

En  La Catalana Goytisolo asienta una familia junto a su esposa, la trinitaria de origen vasco-francés Estanisláa Digat Irramendi, con quien contrae nupcias en Cienfuegos el 23 de febrero de 1844, y los siete herederos: Agustín Fabián (1850), Antonio (1857), Flora, Fermina, Trinidad, Josefa y Luisa; esforzándose para borrar el pasado: el abandono del padre, su condición de bastardo, y las muchas aflicciones de la madre en la ardua tarea de alimentar a once hijos.

Reja creada en 1852 para la cochera (izquierda) y portafarolas de La Catalana (derecha).

Este palacete de estilo neoclásico ostentaba una reluciente carpintería de contrapuertas a la española y virtuosas lucetas de madera en forma de abanico con influjos de estirpe trinitaria. Asimismo, destaca por la herrería de sus barandas, portafaroles y verjas, los pavimentos empotrados con disímiles diseños en las habitaciones de cabecera, al igual que los mosaicos y lozas de barro. Atraía, también, la riqueza de los vitrales de medio punto con una vasta y matizada gama de colores. Tal y como aparece en la cochera del palacio, en 1852 se erige el hermoso modelo de enrejado. Las representaciones florales, coperas y cuasi abstractas le ofrecen una gracilidad y cadencia notables. Para esta fecha se revalida la práctica de una tradición en las fundiciones y la carpintería sureña.

Tan regios como el edificio de patio cuadrado, el sótano, las dos plantas y la azotea, resultaban la vistosa escalera, los altos puntales y las habitaciones lujosamente decoradas con motivos dinámicos, legatarios de las tradicionales orlas multicolores y figuras de origen floral. Empero, las mayores atracciones eran los balcones y portafaroles, por su diseño indiscutibles préstamos del art noveau. El movimiento lo dominaba todo, pesa la simetría. Se hallaban tan bien concertadas en franjas horizontales y verticales que enternecían las pupilas. Aun en medio de las ruinas, se conservaba el hechizo de las columnatas a medio estar, la vanidad de los arcos y muros, de la luz desandando el patio fresco y adormecedor.

Luego de la abolición de la esclavitud, de tanta aventura política y los primeros síntomas del deterioro colonial, Goytisolo decide regresar a España y pasar la vejez junto a sus hijos y nietos.Se asienta en sus propiedades del Ensanche, cerca de la nueva plaza de Cataluña. Entonces el patrimonio familiar se redujo a los ocho millones de pesetas, pero alcanzaba para morir en paz.

Esta casa-almacén fue sufriendo un progresivo deterioro al paso de los años. Según expresa Irán Millán Cuétara, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad, la casa de vecindad estaba ocupada en 1977 por cerca de diez inquilinos, reubicados en otros inmuebles. En el lugar quedó una sola persona ocupando la esquina y, por supuesto, la Dirección Municipal de la Vivienda le permitió al ciudadano la permanencia en el sitio. Esto propició la utilización del inmueble para disímiles acciones, la mayoría incorrectas (peleas de gallos, una carpintería ilegal con las vigas de madera del entrepiso), lo cual provocó que poco a poco se deteriorara aún más.[3]

La Catalana poco antes de ser demolida en 2015. /Foto: Juan Carlos Dorado

El inmueble, cuando aún pertenecía a la Dirección Municipal de la Vivienda, fue saqueado en múltiples ocasiones, siendo privado de sus vigas de acero, maderas, pisos de mármol, rejas, ladrillos, etc.; sin que recibiera algún cuidado de los mandos. Tal es su estado, que se valora la posibilidad de rescindirle su condición de Monumento Local, adquirida en 1990.En noviembre de 2014 la Oficina del Conservador ofrece al Gobierno un dictamen técnico con una nueva diagnosticación del Palacio de Goytisolo:

Que sirva este informe de denuncia—señala entonces Maribel Sardiñas Rey, directora de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos—ante los organismos competentes y que si hasta ahora no se han dignado en darle el tratamiento que merece este valioso edificio construido en 1858 siendo Monumento Local (…), estamos a tiempo de salvar parte de sus elementos originales, de lo contrario perderíamos sin justificación uno de los exponentes más importantes de la arquitectura doméstica cienfueguera”.

En esa temporada se ofrecen alternativas para la recuperación de este monumento, como la construcción de residencias para médicos en cumplimiento de alguna misión o las recomendaciones de la tesis de la arquitecta Virginia Ugarte Pentón; empero,la única respuesta fue su demolición en 2015.

La Catalana es hoy día un fantasma que mora en Cienfuegos, la lección de cuánto puede desaparecer de nuestro patrimonio si no actuamos con premura.


[1]En el Protocolo de José Rafael Villafuerte (29 de mayo de 1882, f. 621)se alude a la certificación que hace Elizondo de que en el año 1857 levanta por decisión y cuenta de Agustín Goytisoloy Lizarzaburu una vivienda de dos pisos de mampostería y azotea en el solar que se halla connotado en el plano oficial de esta ciudad con el número 339 y 602 moderno de la citada calle. También acota que su frente posee veinticinco varas a la calle Santa Elena y allí se ubica la fachada de la casa.

[2]Goytisolo, Juan (2016, p. 16). Prólogo. En el libro Los Goytisolo, una próspera familia de indianos, de Martín Rodrigo y Alharilla, Ed. Marcial Pons Historia, Barcelona, España.

[3]Cordero Novo, Melissa y Alfonso Lara, Roberto (2016, p. 4). El Tormento de la Catalana. Semanario 5 de septiembre digital, Cienfuegos, 10 de mayo.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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