Irán busca en oro un refugio ante sanciones de EEUU

Según los datos proporcionados por la Oficina de Aduanas de Irán, publicados el miércoles, el país persa ha experimentado un notable aumento en sus importaciones de oro en los últimos seis meses.

Irán ha importado la impresionante cantidad de 3262 toneladas métricas de oro, hasta finales de junio, por un valor estimado de más de 202 millones de dólares. Este aumento exponencial en las importaciones de oro es una estrategia inteligente del Gobierno iraní para contrarrestar las medidas restrictivas impuestas por Estados Unidos.

Hace seis meses, Teherán flexibilizó las restricciones a las importaciones de oro, permitiendo que los exportadores del país utilicen este preciado metal para pagar sus obligaciones en moneda extranjera al Gobierno. Antes de este paso, las empresas iraníes se veían obligadas a destinar parte de sus ingresos de exportación a un sistema complejo en el que los importadores tenían acceso a moneda extranjera a precios subsidiados.

Sin embargo, debido a las sanciones, los exportadores enfrentaron dificultades para repatriar sus ganancias en divisas a Irán, ya que los bancos iraníes tienen restringido el acceso al sistema financiero internacional. Esta situación generó un obstáculo importante para el comercio y la economía iraníes.

Consciente de esta problemática, el Gobierno iraní ha tomado medidas clave para reducir el impacto de las sanciones en sus relaciones comerciales con el resto del mundo. La relajación de las restricciones a las importaciones de oro es una de las acciones implementadas en los últimos años, demostrando la determinación del país para encontrar soluciones innovadoras y creativas.

Los últimos tres meses han sido especialmente intensos en términos de importaciones de oro, con 1877 millones de toneladas de oro importadas por un valor superior a los 121 millones de dólares. Estos números reflejan el éxito de la estrategia adoptada por Irán, brindando a la economía del país una mayor estabilidad y diversificación.

Las sanciones forman parte de la llamada política de “máxima presión” que ha aplicado tanto la Administración del presidente estadounidense Joe Biden como la de su predecesor Donald Trump, en el marco de la guerra económica de Washington contra Teherán.