El calor actual ¿adelanto del futuro?

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Un calor sofocante está asolando gran parte del planeta y las temperaturas que se registraron en este último mes de julio lo convirtieron en el más caluroso de los últimos 120 mil años, según los científicos. Son el reflejo de la cruda realidad que se nos avecina, debido al desastre provocado por el Hombre en menos de cuatrocientos años y en nombre de la “civilización”.

En medio de la canícula, los terrícolas tratamos de justificarnos con el Apocalipsis bíblico, con el Niño y la Niña o con los polvitos africanos del Sahara; pero olvidamos mencionar al único responsable del calentamiento global y de que dentro de poco tiempo, este verano asfixiante será considerado fresco y agradable, según pronósticos.

También más cerca de lo deseado se encuentra el momento en el que el más sapiens (inteligente) de los tripulantes de está contaminada y única nave espacial desaparezca; arrastrando con él al resto de los navegantes “no inteligentes” que lo acompañan en su viaje. Su adiciona un modelo de consumo sin límites, basado en la explotación indiscriminada de trabajadores y recursos naturales, maximizando las ganancias; ha ensanchado las desigualdades y pone en entredicho su condición de “humano”.

Con su postura egoísta, el hombre de la modernidad actúa como el principal depredador de su ecosistema, método utilizado como fórmula ¨perfecta¨ para alcanzar sus fines. El adicto a un modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico y la conquista de nuevos mercados por guerras fratricidas, no propicia la armonía con el resto de las dimensiones del desarrollo sostenible: las dimensiones ambiental, social y política.

Como resultado, “estamos en una autopista hacia el infierno climático, con el pie en el acelerador” según Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas en la inauguración de la Conferencia sobre Cambio Climático (COP27) en Egipto el pasado año. Y no deja de tener razón. Las altas temperaturas que sufrimos o las que sufrieron otros, según escuchamos o leímos en las noticias del último mes de julio, así lo demuestran.

Para muestra un botón: El pasado 3 de julio se registró la temperatura media más alta en la historia del planeta, con 17.08 grados centígrados, superior al registró de 16.8 grados de agosto de 2016.

En Europa, la isla de Jerzu (Italia) registró récord de 48.0 grados para el continente, Roma ha llegado por primera vez en su historia a los 42.9, Cataluña a 45.1 y Córdoba se convierte en el horno de España, con récord de 47. 6 grados centígrados; entretanto, arde el Mediterráneo y devastadores incendios forestales arrasan con la isla de Sicilia y con las islas griegas de Rodas, Corfú y Eubea.

En México, el desierto de Sonora registró 80.8 grados centígrados (según registros de la NASA) y se convirtió en la mismísima puerta al infierno, superando por más de 20 grados el récord de 56.7 grados centígrados del Desierto de la Muerte, registrado hace 110 años.

En Cuba, el domingo 24 de julio, un total de 38 estaciones de las 68 estaciones meteorológicas de la isla reportaron temperaturas por encima de los 34 grados centígrados y se pronostica  que para el 2030 la temperatura media sea un grado superior a la actual, mientras que para el 2070 será superior en 3 grados.

Significativo resultó el incremento de la temperatura en las aguas de los mares, lo que hace que se pronostique que la corriente del Golfo (que provoca un clima templado en Europa Occidental), pueda colapsar y sus efectos se esperan después del 2025, provocando un ¨cambio de clima brutal¨ con una glaciación en el viejo continente e intensas sequías. Todos estos hechos, reflejan fielmente la urgencia ambiental que encaramos y la indolencia con la que las potencias mundiales la están enfrentando en sus cumbres de oropel, con planes optimistas de transición energética y deforestación cero que destrozan al salir de sus fórums.

Como consecuencia, el más inteligente del planeta, se encuentra más cerca de su extinción como especie que cuando la Comisión de Brundtland (1987) de las Naciones Unidas reconociera la necesidad de la sustentabilidad del desarrollo, definiéndola como la capacidad que haya desarrollado el sistema humano para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y oportunidades para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras. Más cerca de desaparecer que cuando de manera lapidaria Fidel Castro lo avizorara (en aquella cumbre de Río de Janeiro de 1992), sino se cambiaba el modelo de desarrollo imperante. Más cerca también que cuando las Naciones Unidas propusieran sus objetivos y metas hacia un desarrollo sostenible, metas que al pasar el tiempo, brillan como lentejuelas desgranadas en discursos de trapo, convirtiéndose en publicidad y enjugadas sobre el tablero de la  geopolítica.

Sí, porque mientras se discute y acuerda ante la opinión pública, miles de líderes indígenas, sociales y ambientales son arrestados o asesinados por defender su territorio y el medio ambiente, conscientes de nuestro vínculo, como especie, con la naturaleza; miles de toneladas de  petróleo o de otros contaminantes se derraman a los mares y ríos; mafias madereras arrasan con la Selva del Amazona en Suramérica y la Selva Maya que atraviesa México, Guatemala y Belice. Las imágenes satelitales ponen al descubierto el avance de la deforestación en tiempo real y muestran cómo los bosques son reemplazados por terrenos agrícolas y pastizales para la ganadería en cuestión de segundos.

Entonces debemos actuar de manera urgente, pero solo imitando conscientemente a esos de los que nadie habla y no tienen tanta publicidad; esos líderes indígenas, sociales y ambientales de Nuestra América que se juegan la vida en defensa de sus territorios y de sus recursos, librando la batalla por conservar el planeta, su biodiversidad y también nuestras vidas. Esa es nuestra última tabla de salvación, porque “El tiempo extremo que ha afectado a millones de personas en julio es, desafortunadamente, la dura realidad del cambio climático y un adelanto del futuro”, según palabras del secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

4 Comentarios en “El calor actual ¿adelanto del futuro?

  • el 2 agosto, 2023 a las 12:43 pm
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    Andresito excelente artículo.
    La avaricia y el egoismo pueden conducirnos a la extinción como especie.
    Además de la irresponsabilidad. Fijate cuantos arboles no se cuidan o se cortan por el tronco a los ojos de todos nosotros y de las autoridades dentro de nuestra bella ciudad de Cienfuegos.
    Lo hacen a la cara de todos. Calle Santa Clara, Prado o cualquier lugar que al vecino le moleste el arbol de la acera.
    Seria bueno que escribas sobre eso.
    Un abrazo.

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    • el 2 agosto, 2023 a las 12:50 pm
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      Muchas gracias Baby por su comentario.
      Estamos a la orden y claro que podemos comentar sobre ese asunto de la tala indiscriminada , de los parterry vacíos de nuestras calles y sobre un fenómeno llamado bolsones de calor. . Gracias por su propuesta..
      Un abrszo

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  • el 1 agosto, 2023 a las 2:59 pm
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    Amigo Andrés, sin ser apocalíptica la interrogante, se la comparto, ¿Será que el conteo regresivo para ésta civilización inició y aún, una nada despreciable parte de la humanidad responsabilizada, no lo percibe?

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    • el 1 agosto, 2023 a las 4:32 pm
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      Angel un abrazo.
      Así mismo es hermano. No se trata de pesimismo ni de apocalipsis.
      Es la cruda realidad de lo que ya no es reversible.
      Dice Antonio Gutiérrez que ya llegó la época de la ebullición en la Tierra.
      Ayer se desprendió un glaciar que según los medios, es del tamaño de Argentina.
      Esa es la cruda realidad.
      Un abrazo

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