Habanos con fragancia de mujer (+Fotos)

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“Mi madre fue una persona muy instruida, trabajaba en círculos infantiles, enseñaba artes plásticas, a raíz de ello enseñó a sus hijos a moldear el papel maché, los tres tenemos nociones de pintura, fuimos ganadores del concurso nacional infantil de dibujo Que siempre brille el sol, y en mi caso particular cursé estudios de piano durante 8 años”, cuenta Judith Laurencio Flores. El ambiente alrededor está en consonancia con los elementos culturales distintivos de nuestra nación. Tres filas de mesa de trabajo en un espacioso local, con ventilación y luz artificial adecuada favorecen el espíritu laboral colectivo en el complejo arte de hacer tabacos.

El 23 de agosto de 1989 comenzó su itinerario entre las anillas, tripas y vitolas. Rememora su primer día cuando confeccionó 13 tabacos, en la segunda jornada hizo 23. Aunque distaban de la calidad requerida, José María, su profesor se le acercó y le dijo con pleno convencimiento: “Ud. va a ser buena tabaquera, el tiempo lo demostrará”. Hasta la fecha, manufacturar habanos consta como su primera satisfacción personal, relegando al segundo puesto pasear y comer chucherías. “La galera es parte de mi vida, hacer tabacos para mí es una delicia, me encanta”, y mientras habla maniobra con destreza la chaveta, aparejo insustituible para una profesional.

Profesora en el curso de aprendizaje para torcedoras, jefa de galera y especialista de calidad, varias son las responsabilidades por las que ha transitado en sus 35 años ininterrumpidos de labor en la fábrica Las Villas 7 Anastasio Cárdenas Ávila. Desde su experiencia autorizada opina que los jóvenes que se inician deben observar y escuchar, es lo principal antes de sentarse a la mesa de trabajo.

A finales del 2024 fue elegida para ser la única representante del país en un encuentro internacional de torcedores, celebrado en el Palacio Leblanc de esta ciudad. “Eso fue un orgullo, lo más grande que me pudo pasar a mí en tantos años”, expresa conmovida. Distinguida como vanguardia nacional por cinco años consecutivos esta artesana se erige una rara avis dentro de los estereotipos del gremio; pues declara abiertamente no fumar ni gustarle el café.

“La faena comienza temprano, vivo distante de la fábrica, en el lugar conocido como el viradero de la 3, allí tengo mi casita que aspiro a terminar su reparación, mi familia, mis vecinos, pero amo mi trabajo, necesito la armonía de los dos espacios para ser feliz”, explica convencida. Locuaz y dicharachera, con la autenticidad que sobresale a flor de piel contesta mis preguntas sin alterar el compás ocupacional. Elige con seguridad las capas y el relleno adecuado mientras sus manos perseverantes van conformando la breva destinada a la exportación. Madre de tres hijos varones y abuela de seis nietos Judith Laurencio Flores simboliza la típica mujer cubana, esforzada, comprometida y alegre hasta rozar lo inverosímil.         

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Frank Losa Aguila

MSc. en Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología.

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