Futuro
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No hay obra revolucionaria que no cuente con su impronta. Es imposible hablar de economía, política y sociedad, al menos en Cuba, sin escuchar sus voces y sentir sus aportes. Con la alegría natural nos contagian. Con el trabajo creador nos motivan. Nos convidan a creerles cuando dicen futuro.
La juventud que crece en el taller de la fábrica, en la complejidad de los hospitales, en el surco de papas bajo el sol, en las aulas donde respiran aprendizaje y también enseñan, en los escenarios deportivos nacionales e internacionales, en los laboratorios de ciencia, en los comercios, puertos y en miles de centros productivos más, no es perfecta. Pero es nuestra juventud. Con la que hemos llegado hasta aquí y seguiremos construyendo un mejor país.
Han sido ellos de los más impactados por la crisis económica actual que vivimos y las mejores explicaciones sobre la sociedad próspera y sostenible a la que aspiramos no la pueden encontrar en los libros o discursos, sino en la participación consciente, aportadora y rebelde, cual legado de sus padres y de una historia en la que también mandaron los jóvenes.
Imposible dejar de felicitar a su organización de vanguardia, la Unión de Jóvenes Comunistas, que este 4 de abril no anda con velitas ni cake por doquier, sino solo pidiendo qué más podemos hacer por Cuba, cómo aprendemos más de nuestra historia y cuál es la próxima tarea a cumplir, como antes fue la alfabetización, los contingentes pedagógicos y médicos, las microbrigadas, las misiones internacionalistas o las movilizaciones agrícolas, por recordar algunas.
Envueltos en su campaña Siempre Joven, serán ellos los que abran y cierren el desfile del Primero de Mayo. Y a ese desafío de ser joven quien lo quiera ser nos sumamos todos, convencidos de que todo tiempo futuro sin ellos no cuenta.
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