El abrazo sistémico

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Él recuerda al hombre que lo montó en un carro. Él cierra los ojos y todavía puede deambular por aquellos salones malolientes, ve en su cuarto los garabatos rojos que un día pintó con aquella crayola que nadaba sin rumbo por la zanja de la calle. Él recuerda que allí apenas tenía comida, apenas había agua para beber.

Él recuerda al hombre que lo montó en un carro. Él no olvida aquellas palabras: “empezarás una vida nueva”, pero qué es una vida nueva para un niño de seis años, qué puede ser mejor en la vida que el rancho donde uno nace. Su mamá se había ido antes, mucho antes, para un lugar que según le dijera el vecino ningún niño bueno puede ir y recuerda, entonces, que quiso ser malo.

En el Hogar de Menores sin Amparo Familiar de Cienfuegos se logra crear lo más cercano a un hogar, es el abrazo que siempre los protege. “Aquí realizan baño, comida y sueño, ven televisor, tienen juguetes, participan de actividades culturales y se les inculcan correctos valores éticos y hábitos alimenticios, de higiene, de colaboración con las tareas domésticas…”, aclara José Ramón Prieto Araujo, metodólogo provincial de la educación especial en Cienfuegos.

Foto: Efraín Cedeño
Foto: Efraín Cedeño

Hoy diez menores, todos mayores de 7 años, viven en la institución educativa cienfueguera, donde reina un ambiente favorable para su desarrollo emocional e intelectual. Según el Decreto Ley 76 en estas casas son acogidos niños y jóvenes hasta que cumplen los 18, luego de cumplir esa edad el propio Estado les asigna una casa para su bienestar personal con la única condición de que estén vinculados a un centro laboral.

Además la normativa específica en tres categorías para el ingreso a centros de este tipo: huérfanos abandonados, privados de la Patria Potestad o con padres despojados de la libertad.

Más allá de las emociones una vez que interactúas con ellos y pasas el umbral de la institución, existe una verdad que no deja de perseguir al pensamiento: estas moradas reflejan el esfuerzo que hace el Gobierno Cubano por el cuidado y protección de menores. Ellos no están solos, porque aquí quedan los colores de la esperanza, así de lindo y limpio.

“Las necesidades materiales son asumidas por el Ministerio de Educación y reciben un estipendio en dependencia de su edad, además del presupuesto nuestro se les designa 150 cuc cada año para la compra de un módulo de presencia. No obstante, muchas personas y empresas hacen donativos que ayudan a mejorar su calidad de vida”, explica Yadira Riesco Tabío, jefa del Departamento de Educación Especial.

Cuando un niño entra al nuevo hogar se les hace un chequeo médico, pasan por los diferentes especialistas: sicólogos, siquiatras, pediatras… Además, un equipo multidisciplinario realiza investigaciones en la comunidad, dialogan con las organizaciones de masas, visitan el consultorio del médico de la familia, chequean su tarjeta de vacunación… Todo un proceso largo en vísperas de una mejor ayuda.

“Nosotros rescatamos en ellos el amor y el cariño que en un momento oscuro de su vida perdieron. Con ellos la responsabilidad es mayor, la entrega debe ser infinita, ellos no tienen la culpa de que sus padres no estén a su lado (…) La mayoría llega triste, deprimido, con conductas deterioradas que después tenemos que corregir, y esa corrección la asumimos desde el amor y la esperanza”, dijo a la prensa Natasha Suit, actual directora del centro cienfueguero.

Foto: Efraín Cedeño
Foto: Efraín Cedeño

Uno de los métodos que favorece su formación es la familia sustituta, o sea personas que brindan una ayuda solidaria y cuidan a los niños los fines de semana y en las vacaciones. Aquí en Cienfuegos no ha faltado voluntad de este tipo, muchos hogares abren sus puertas para brindarles abrigo a estos infantes en periodos estivales o como hijos adoptivos. “Se trata de un proceso voluntario, que se complementa con disímiles investigaciones y siempre hay que pedirles permiso a los padres que no han perdido la patria potestad en el caso de las sustitutas, porque para la adopción es necesario que sean huérfanos o privados de la patria potestad”, agrega Pietro Araujo.

La labor es difícil, porque la familia es la primera escuela, es donde uno aprende a caminar, a hablar…Él lo sabe, todavía puede deambular por aquellos salones malolientes y ve en su cuarto los garabatos rojos… Él entendió qué es una vida nueva. Este domingo o el lunes próximo le dan la llave de su casa, le dan la tarjeta con el dinero del estipendio que nunca utilizó, porque allí estaba todo. Él sabe que siendo bueno puede esperar a que su mamá vuelva, y sentarla en el sillón, sentarla y verla así tan de cerca…

Foto: Efraín Cedeño
Foto: Efraín Cedeño

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Zulariam Pérez Martí

Periodista graduada en la Universidad Marta Abreu de Las Villas.

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