Día de los Niños en Cuba: Oda al candor de la inocencia

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De nuevo este tercer domingo de julio invoca a un jolgorio en Cuba, esta vez mayúsculo, tras dos años de confinamiento pandémico. Con trajes de gala, cantarán los niños al sol estival y la algazara inundará travesías.

Concurrirán todos a plazas radiantes donde el amor entrelazará madejas de danzas, tarareos, mientras  juegos y payasos devienen duendes de la fantasía y un tropel de sonrisas festejará la vida.

Hoy Cuba arriba a la efeméride, instaurada desde 1974, con un Código de las Familias, que refrenda lo propuesto desde 1989, en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Tal propuesta constituye un cambio de paradigma, al sustituir la anterior doctrina, que contemplaba a la niñez como objeto de control y protección, ahora los pequeños son sujetos plenos de derechos y responsabilidades.

Importante consideración para la más transcendental etapa de la vida. Alguien refirió que la patria es la niñez, y es que estamos hechos de recuerdos, la memoria de la primera edad es un intenso período de aprendizaje, aún sin conciencia del mundo, por tanto deviene territorio mágico.

Este 17 de julio en nuestro reino loamos a los querubines y desde aquí clamamos por todos los del universo.

En esta isla ellos visten de besos, suspiros y caricias, vuelan hasta fusionarse a las esporas del viento y sin desventuras refulgen como flores, sin hojas, ni tallos, ni ataduras, con puro candor, sin desconfianzas que rompan el encanto.

Todos son días de niños por acá, los benjamines reciben cuidados que con amor prodigan depositarios del bien, cada amanecer en una guardería, les abriga el afecto de quienes los acogen en fiesta de alegría y saber.

Otros, ya sea en la montaña o citadinos lares, van a similares sitios al despertar, para también avivar la instrucción.

Desde aquí deseamos la igualdad en este mundo, donde a muchos ángeles apremia un cielo de bonanzas, ellos necesitan un orbe que los salve o no podrá salvarse a sí mismo.

Los indefensos acucian hadas del bien que entretejan en sus ruecas ensueños deslumbrantes y alejen tristezas cual viejas leyendas,  para exhalar por siempre bellas sonrisas.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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