De Bobby a Nachito, jazz cubano (+ Video)
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 10 segundos
No fue casual la confluencia en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Bobby Carcassés y Nachito Herrera en la apertura de Jazz Plaza 2022
No fue casual la confluencia, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, de Bobby Carcassés y Nachito Herrera, en la apertura de Jazz Plaza 2022. Uno, además de fundador del evento, ha sido elemento esencial en la cimentación y desarrollo de un complejo musical que en nuestro país posee entidad y altura propias; el otro, protagonista de un gesto solidario que sus compatriotas valoramos y agradecemos al traer a la Isla, desde Minnesota, una carga de equipos e insumos para los servicios de Salud, e instrumentos y accesorios musicales para la enseñanza artística, es ejemplo palpable del toma y daca permanentemente renovado entre el mainstream del género en Estados Unidos, el sonido cubano y la tradición occidental en la música de concierto.
Siempre se recibe, como señal retadora y estimulante, la juvenilia que irradia Bobby en cada presentación. Dicho sea y no de paso, pues debe corregirse el desaguisado, Bobby es cubano 100 %. Al reseñar la inauguración de Jazz Plaza, una agencia extranjera de prensa lo describió como un «saxofonista jamaicano». Cierto que nació en Kingston –la familia se encontraba en la capital jamaicana al amparo del abuelo, cónsul de Cuba en el país caribeño–, pero creció y se hizo músico en Villa Clara, y a nadie se le ocurre expatriarlo. Como tampoco a nadie se le antoja «norteamericanizar» a Rosa Fornés o a Cintio Vitier, por haber nacido, por circunstancias domésticas, en Nueva York y Cayo Hueso, respectivamente. ¿Saxofonista? Habría que decir multinstrumentista y vocalista de excelencia, dueño y señor del scat con el que guiña un ojo al simpar y nunca olvidado Fellove, y otro a Armstrong.
Del blues a la timba, de la timba al jazz dio la medida de un ejercicio que Bobby ha naturalizado a lo largo de su fecunda trayectoria artística: un saber hacer a la vez desenfadado y riguroso, desprejuiciado y conceptualmente anclado, en el cual triunfa la imaginación y emergen vericuetos insospechados. Ni más ni menos ese fue el talante que imprimió al estreno de Guajira blues, tema para respetar en lo adelante. Dedicado a la memoria de José Manuel Crego, El Greco, Bobby lo evocó de manera particular, al ejecutar un instrumento caro al trompetista recientemente fallecido: el fliscorno.
Nachito anticipó lo mucho que se espera de su presentación el domingo, a las 9:00 p.m., al cierre del festival, en la explanada del Castillo de La Punta, a la entrada de la bahía. A ritmo de chachachá, con la complicidad del violinista Lázaro Dagoberto González, con la reverencia a Chano Pozo, y las versiones de Stella by starlight y West Side Latin Jazz, arropadas por una orquesta ad hoc de maestros instrumentistas cubanos, mostró su vasta paleta como compositor, orquestador y pianista, la cual debe desplegarse al máximo en el anunciado concierto dominical bajo el justísimo título de Cuba vive.
En La Punta, además de la banda Havana Jazz, Nachito reunirá a la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por su titular Enrique Pérez Mesa y la invitada estadounidense Marlene Pauley, directora de la Wayzata Symphony Orchestra; el coro Entrevoces, liderado por Digna Guerra, y la Jazz Band del conservatorio Amadeo Roldán, bajo la tutela de Enrique Rodríguez Toledo. El recorrido sonoro abarcará desde clásicos como Rhapsody in Blue y Summertime, de George Gershwin, y Smile, de Charles Chaplin, hasta las recreaciones desde la perspectiva del jazz latino con que Nachito ha reactualizado el legado de Bach y Chopin, pasando por tributos al imprescindible Ernesto Lecuona y el maestro Frank Fernández, y la convergencia de voces y piano en la asunción de negro spirituals. Será revelador, en el pórtico del espectáculo coordinado por Aurora González y Gloria Ochoa, el estreno en Cuba de la obra de Nachito titulada Esperanza, por su connotación simbólica. Un concertazo.
Tomado de Granma
Visitas: 2
