Daniel Fajardo y el reflejo en él de las enseñanzas de un maestro ejemplar

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En nuestro país se le ha dado un significativo apoyo al desarrollado del movimiento de artistas aficionados que, desde sus diferentes flancos, permite que el arte sea parte de la formación integral de muchos niños y jóvenes. Quisiera, mediante el testimonio de Daniel, rendir homenaje a todos esos hombres y mujeres que se esmeran cada día por el cuidado de la parte espiritual y la educación estética de las nuevas generaciones y que, el pasado 18 de febrero, estuvieron de aniversario.

Daniel Fajardo Contreras es parte de esos héroes anónimos de la Empresa Eléctrica de Cienfuegos, que arriesgan su vida cada día por el bienestar de todos nosotros en su trabajo como liniero. Tuvo la oportunidad de acercarse a la música desde una temprana edad mediante un círculo de interés. Este acontecimiento fue medular posteriormente para su desarrollo personal y, aunque no eligió el camino del arte, lo aprendido continúa presente cada día en su cotidianidad.

¿Daniel, cómo llega el arte a usted?

“A través del maestro Gonzalo, que fue mi profesor en la Escuela Primaria Julio Antonio Mella. Por la mañana nos daba la escolaridad y por la tarde teníamos el círculo de interés de arte, que él mismo nos llevaba. Había otra maestra, llamada Ofelia, que nos daba pintura. Gonzalo hizo un coro con nosotros, los estudiantes de aquella institución, lo dirigía y nos acompañaba tocando el acordeón. Allí aprendimos a educar la voz y nos indicaba varias tareas que llevábamos para la casa. En aquel entonces yo hacía la cuarta voz (grave masculina) en el coro.

“No llegamos a aprender los instrumentos musicales, nos quedamos solo en el coro. No tuvimos la suerte de comenzar a tocar en el grupo que después formó en la escuela Pedro Romero. Cuando cambia para esa institución, nos invitaba, y muchos continuamos visitándolo para estar al lado del maestro, nos encantaba ir a sus ensayos. Pero al final van pasando los años y en la secundaria tomamos otro rumbo en la vida.

“Fue muy bonita esa etapa, todos lo disfrutamos. Recuerdo los momentos en que nos llevaba a pasear por la bahía de Cienfuegos y hacíamos muchas actividades con él. Siempre combinaba su trabajo con paseos que iban acompañados de una explicación. Es un hombre muy inteligente, que encontraba la forma de darnos ánimo para que hiciéramos las cosas mejor y exigiéramos siempre más de nosotros mismos. Ese rato que pasábamos con Gonzalo nos abría a un mundo extraordinario. Gracias a eso puedo diferenciar el sonido, por ejemplo, de una paila, de un güiro. Aunque no haya seguido el camino del arte, sé apreciar la buena música y la cubana que nos enseñó a amar, escuchar, valorar, y así lo he hecho.

“Fue muy buen maestro, lo queríamos, seguíamos, éramos disciplinados. Nos enseñó a decir los buenos días, a respetar a las personas mayores. Como ser humano es maravilloso, muy correcto, un hombre muy educado. Incluso respetado no solo por sus alumnos, sino también por todos. Siempre se ha mantenido pendiente de qué hicimos y cuál fue el camino que tomamos en la vida. Igual lo hizo Ofelia, a quien perdimos físicamente hace poco. Nos enseñaron que, cualquiera que fuera nuestra profesión, debemos ser siempre personas de bien. Vimos a través de sus ejemplos la necesidad de hacer las cosas con respeto. Para mí, como maestros, te digo que ojalá tuviéramos muchos más como ellos”.

Daniel Fajardo en su graduación de sexto grado en la escuela Julio Antonio Mella, junto a la maestra Estela. /Foto: cortesía del entrevistado

Agradezco a Daniel Fajardo por sus palabras que propongo como homenaje a estos hombres y mujeres que han dedicado su vida a enseñar con arte desde todos los flancos, pero sobre todo, el humano. Maestros e instructores que han tocado almas y han sembrado para un futuro mejor. Acercar el arte a la vida aporta a una formación más integral de valores dirigidos hacia el desarrollo humano, valorativo, cultural y hacia la auto expresión de cada individuo.

Gracias a los instructores de arte se mantiene el cuidado por los grupos portadores y por la salvaguarda de nuestro folclor, que alientan y acercan a la comunidad, con quienes trabajan directamente.

Disímiles testimonios evidencian cuánto puede enriquecer espiritualmente el arte en la vida del ser humano.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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