Cienfuegos da el último adiós a destacado oficial de la Marina

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En el Museo Histórico Naval de Cienfuegos, otrora Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco, familiares, amigos y compañeros de lucha rindieron póstumo homenaje al capitán de navío de la Reserva Sabino José Fernández Goyenechea, quien atesoró una destacada trayectoria en la cadena de mando de la Marina de Guerra Revolucionaria (MGR).

Al pronunciar las palabras de despedida de duelo, el capitán de corbeta de la Reserva Máximo González Friser, a nombre de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, resaltó datos biográficos desde su nacimiento en Santiago de Cuba, el 6 de agosto de 1943.

Entre los pasajes más relevantes de su vida fue resaltada la temprana influencia de los padres en la vinculación a la pesca, la caza y la práctica del deporte, de ahí su pasión temprana por la afición marinera. Sin embargo, su inclinación por el mar tuvo que esperar por un tiempo, comoquiera que el reclamo de la Patria amenazada lo hizo abandonar los estudios universitarios en su natal Santiago para prepararse de artillero.

En aquellos convulsos e intensos años, debido a la necesidad de fortalecer el componente armado y ante el llamado a los jóvenes del entonces ministro de las Fuerzas Armadas, Comandante Raúl Castro Ruz, Fernández Goyenechea no vacila en dar el paso al frente a fin de incorporarse a la Marina de Guerra Revolucionaria.

Gracias a su inteligencia, dedicación, perseverancia y devoción por la vocación marinera, el consagrado santiaguero, luego de vencer un curso intensivo, es nombrado comandante de lancha coheteras de la Base Naval Occidental. Este sería el comienzo de una larga y ascendente carrera militar en las filas de la MGR.

Al rememorar la destacada trayectoria se considera un momento de gran trascendencia, en lo personal, la designación, en 1974, para pasar el curso táctico operativo en la Academia Superior de la Marina de Guerra, en la ciudad de Leningrado de la antigua Unión Soviética. De vuelta a la Patria, un año después, es nombrado jefe del Estado Mayor del Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco, responsabilidad que lo vincularía por siempre con Cienfuegos y sus hijos. Precisamente, en el desempeño de ese cargo se le ordena la misión de formar parte en la concepción y formación de la brigada de submarinos, además de integrar la tripulación del primero de esos medios navales en su traslado desde la ciudad de Riga hasta el muelle de Caballería, en la Perla del Sur.

En el Museo Histórico Naval de Cienfuegos marineros escoltaron las cenizas del destacado oficial de la Marina de Guerra Revolucionaria

En 1984 regresa de de nuevo a la URSS, esta vez para vencer el curso superior de especialidades de mando y estados mayores. Luego de esa importante preparación militar, vuelve a Cuba y asume la jefatura del Distrito Naval Occidental y poco después, por orden del Ministro de las FAR, se le encarga la dirección de la Academia Naval Granma.

Al iniciar la década de los años noventa, por sus méritos y cualidades se le confía el cargo de segundo jefe de la Unidad Administrativa Militar de las FAR. Pero volvería a vincularse a su pasión de siempre cuando, a instancia del General de Ejército Raúl Castro, se le asigna la presidencia del Grupo Turístico Marina Marlin y poco después formar parte de la directiva en el ITH, donde permaneció por veinte años hasta que su salud se quebrantó y lo obligó a jubilarse en 2021.

De las cualidades humanas y profesionales de Sabino, el contralmirante de la Reserva José Luis Cuza Tellez Girón, quien fuera jefe de la MGR y su amigo personal, resaltó la valía del entrañable compañero de armas, quien, según sus propias, palabras, logró que se le respetara por su exigencia y al mismo tiempo por su honestidad, valentía y poseer una gran sensibilidad.

Acerca de sus relaciones con Sabino José Fernández Goyenechea dijo: “Cuando los hombres se dedican a la Patria, esta hermana, y entre las virtudes de Sabino estuvo practicar un principio de la Revolución, sumar y multiplicar para que la Patria sea cada día más fuerte, con más que la quieran y veneren”.

Por decisión propia el cuerpo del destacado combatiente fue cremado y según su voluntad las cenizas fueron esparcidas en la bahía de Jagua, justo en un punto muy cercano al Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco, enclave donde fue por varios años fue jefe de su Estado Mayor.

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