Centro Mixto Félix Edén Aguada: entre aulas y surcos

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Más de 400 estudiantes del Centro Mixto Félix Edén Aguada Gerardo, enclavado en la comunidad rural de San Ignacio, en el municipio de Abreus, además de forjarse aquí sus sueños de convertirse en  médicos, ingenieros o maestros, también empuñan la guataca y se inclinan sobre la tierra para rescatar una tradición que parecía olvidada: la producción de alimentos.

La institución acoge las enseñanzas de Secundaria Básica, Preuniversitario y Técnica Profesional. Asimismo ha emprendido un camino decidido para revertir la inercia y el “acomodamiento” que, tras el Período Especial, llevó al marabú a adueñarse de los campos que antes cultivaban las escuelas.

VOLVER AL SURCO: UNA NECESIDAD

La historia no es nueva. En los años 80 y principios de los 90, era “pan comido” que las escuelas en el campo cubrieran una parte significativa de su sustento. El municipio de Abreus, en Cienfuegos, fue un ejemplo de ello. Sin embargo, esa inercia productiva se quebró durante el decursar del tiempo.

Desde hace unos años el Ministerio de Educación  ha orientando potenciar lo que un día fue una práctica común. En tanto, deviene ahora una iniciativa con un doble propósito: económica y formativa.

“Trabajamos con el compromiso de hacer las cosas bien y lograr aportar a nuestra escuela los alimentos necesarios”, asegura Bienvenido de la Torre Blanche, director del plantel educativo.

Tal deber es compartido por un claustro de  profesores y trabajadores, radicados en su mayoría en la zona de Horquita, principal polo agrícola de Cienfuegos.

“Ha sido fundamental la labor de todos los que nos entregamos a esta escuela por ocho horas o más, para que la institución sea destacada a nivel provincial en disciplina, limpieza, organización y en los resultados de las pruebas de ingreso a la Educación Superior”, reconoce de la Torre Blanche.

Para Eduardo Calunga Barrizonte, estudiante de décimo grado, el vínculo con la tierra es natural. “En esta zona los muchachos desde que nacen ven la actividad agrícola como parte de su patrimonio y les gusta insertarse a estas actividades, no es un problema”, afirmó.

Estudiantes junto a sus profesores implementan en la práctica lo aprendido en clases./ Foto: Del autor

El vínculo con la tierra es particularmente crucial para los alumnos de la enseñanza técnico-profesional. Yanelkis Hurtado, profesora de esta enseñanza, explicó que “ellos pueden visualizar la rotación de los cultivos, las especies invasoras, los ciclos productivos, aprenden a deshojar, la distancia entre las plantas… Hay un programa curricular en función del adiestramiento”.

Con diversos reconocimientos a su labor, entre ellos el Premio del Barrio que otorga los Comité de Defensa de la Revolución, el Centro Mixto Félix Edén Aguada demuestra que retomar el surco desde una mirada de soberanía alimentaria es  volver a conectar a las nuevas generaciones con la tierra y con un legado de autosuficiencia que busca escribir un nuevo capítulo, inspirado en lo mejor del pasado.

La historia no debía ser nueva, pero volver sobre lo positivo es una buena entrada para cualquier relato. Y en el suelo ferralitico rojo de San Ignacio, ese relato ya se escribe día a día, entre aulas y surcos.

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