Arcadio Tomás y el ambientalismo en sus arterias
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El origen paisano del escultor y dibujante Arcadio Tomás Capote Cabrera (Aguada de Pasajeros, 3 de octubre de 1966) acaso ha signado la filosofía y estilo de su obra, especialmente aquella que recrea espacios desde una dimensión ecológica. Es imposible desprenderse de ese entorno si los conexos de tipo sensorial han atravesado, aunque fuere únicamente durante el periplo de la infancia, el rigor de la naturaleza, como en su caso. Claramente, al artista le fascina esa dinámica o armonía de los seres vivos con el medio ambiente, su diversidad y registros, las mezclas infinitas de la materia “inactiva” a través del tiempo y el espacio.

Capote, aunque tiene habilidades para los cotejos realistas en sus producciones escultóricas (El monumento de Hans Christian Andersen, concebido en Dinamarca, constata las potencialidades de este creador), ha preferido un tipo de técnica y lenguaje más comprometido con la vanguardia, los simbolismos y las indagaciones con materiales descentralizados, como el metal o el cemento (es un experto en la técnica del ferrocemento, que sistematiza luego de su paso por el grupo creativo Mutantes, 1998-2005). Sus mejores apuestas parten de cierto método científico (el reconocimiento de la anatomía fáunica y floral) y se distienden en un cuerpo de posibilidades ambientalistas, de posituras antropocéntricas, en la que no escasean las miradas críticas más o menos sutiles. Inobjetablemente, insiste en jerarquizar la urgencia de preservar la salud humana en equilibrio o armonía con los ecosistemas. Este perfil le ha permitido, como parte de Mutantes o Catey (2006-2020), a veces de modo independiente (y/o con la colaboración de Rubén Peña Balmaceda), consumar obras ambientales en casi todas las provincias de Cuba y Dinamarca, fundamentalmente en instalaciones turísticas, deportivas, recreativas o educacionales, al modo de la escena romántica entre dos manzanas en el Parque de los Suspiros (Universidad Carlos Rafael Rodríguez, Cienfuegos), el Laurel de Triunfo en la Villa de los Laureles (Sancti Spíritus), el conjunto escultórico de la Escuela Libre Profesional de Sydfyns (Dinamarca) o el elefante que tributa al equipo de béisbol local (Estadio 5 de Septiembre, Cienfuegos), por solo citar algunos ejemplos.

Tal como expresara en una monografía publicada en este semanario, el 23 de junio de 2020:
El artista ha concebido series donde estas aparecen en enriquecida puesta, al modo de Libertad, Pato-mano, Rana 4, El pensador, Renacer y Mano de Cristo, entre otras, signadas como es habitual, por el minimalismo, el ritmo, una línea que sobrevive al empuje del volumen para invitarnos al recorrido visual, el equilibrio y la elasticidad.
El humor es consustancial a sus relatos visuales, donde manipula los sentidos para probar que la vida es siempre una ingeniosidad que podemos detentar si la afrontamos con optimismo. De hecho, en ella se vuelca el propio carácter de Arcadio, que tiene por talante la bondad y esa mirada inocente capaz de llegar a lo profundo de las cosas del modo más sencillo e insistiendo en el dibujo (a nivel privativo) y la escultura ambiental (como parte de proyectos artísticos).
La propuesta que nos obsequia para la XV Bienal de La Habana tiene sus orígenes en una muestra colectiva sucedida en el Cementerio Tomás Acea hacia el 2021 y se intitula Interrogación. El texto visual tiene dos ejes estructurales: la “apropiación” de la obra de Miguel Ángel localizada en la Capilla Sixtina (La Creación de Adán, episodio bíblico del Génesis recreado alrededor de 1511), en la que el primero de los hombres recibe de Dios la chispa de la vida, y un signo de tipo simbolista que refiere la preocupación del autor y la humanidad misma por el entorno marino (origen de la vida en términos científicos), ante la ausencia de medidas (o mejor, la no puesta en práctica de ellas) para la protección de la naturaleza.
A todas luces, es un proyecto con una dimensión universal en tanto significado, que cuestiona lo que hemos hecho para lograr la armonía con nuestro entorno natural y se ajusta bien a las bases de la muestra colectiva La simplicidad: numen y elección, toda vez que toma la simplicidad, el minimalismo (como tema, metodología o cualidad, no sujeto a la tendencia artística que aparece a inicios de la década de 1960), como soporte discursivo.

Interrogante estructura con vigor la iconografía de la mano emergiendo de la mar (otra motivación en la tradición plástica sureña), asiendo una interrogante ontológica, proporcionando al espacio cierta nota de ludismo y ejercicio conceptual. El artista acude al metal (que es un material duradero, símbolo de la civilización y la modernidad, para conseguir la “sinergia” con la mar) evitando interrumpir la visibilidad de las aguas y la bahía. De modo que, logra una pieza transparente, sin agresiones al entorno natural, y que refuerza la antedicha vocación ecocéntrica.

Tomás Arcadio, hoy mismo uno de los más exitosos escultores ambientalistas de la isla (no es un eufemismo, solo que no ha sido lo bastante mediatizado), ha conseguido (sobre todo en Dinamarca) una sistemática producción que denota su marca de estilo. Los públicos que asistan a la inauguración de la muestra el 25 de febrero, a las 1.30 pm, en el Taller de los Artistas de La Mar, podrán constatar su talento y gracia. Vista hace fe.
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