5 de septiembre de 1957: Casados bajo las balas

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Entró en el parque y su mirada buscó instintivamente la Catedral. Desde hace seis décadas regresa cada año a su Cienfuegos natal, y al templo donde consumó la unión con el amor de su vida. Recuerda su inmaculado traje en el piso de la iglesia, la dilatada espera en el altar, el particular sonido de la ciudad aquella mañana, en que sin saberlo su casamiento se enlazaría  para siempre con una fecha imprescindible en la historia de la ciudad del mar.

CAMINO AL ALTAR

Habían escogido la fecha del 5 de septiembre de 1957 para la ceremonia cristiana. Un día antes, Mercedes Gordiana Barcia Lema, de 26 años y Reinaldo Linares Pérez, de 36, contrajeron matrimonio en el registro civil, pero les faltaba la bendición ante el altar para consumar su unión.

Esa mañana temprano, mientras se arreglaba para salir hacia la Santísima Catedral, y en medio del nerviosismo del ya próximo desposorio, la novia y su séquito tuvieron atisbos de que algo pasaba.

“Mi hermana llamó, preguntando si sentíamos tiros o veíamos movimiento, porque se corría la voz de que en el barrio de La Juanita habían matado al escolta del Jefe del Ejército. Le preguntamos a un oficial que vivía enfrente de la casa, pero nos aseguró que no nos preocupáramos, que no era nada de importancia”.

Eran tiempos de petardos en los cines, de frecuentes huelgas y protestas en oposición al régimen de Fulgencio Batista.

“Nos íbamos a casar a las 8 y 30 de la mañana, y antes de salir de la casa miramos en la calle, y como no se sentía nada raro, partimos. No tuvimos más referencias, hasta que nos acercamos al parque, donde había muy pocas personas.Yo iba con el padrino en el carro. Entramos al Parque Martí, y cuando pasábamos frente al Colegio San Lorenzo, nos interceptaron. Era José Gregorio Martínez (El Yanqui), a quien conocía porque era el esposo de una querida amiga. Nos advirtió fuéramos con cuidado, pero ya estábamos casi en la Catedral, el novio esperaba en la iglesia, no se sentían tiros y sólo restaba llegar a la esquina, no tuvimos más remedio que quedarnos.

“Ya al pasar por el periódico La Correspondencia, al costado de la Catedral Nuestra Señora de la Purísima Concepción, nos volvieron a detener. Dimos la vuelta a la manzana y nos quedamos cerca de la entrada por la calle de San Carlos, parqueamos el auto, y en el momento en que íbamos a entrar al templo, comenzaron a sonar disparos”.

NUPCIAS BAJO LAS BALAS

Rápidamente alguien cerró la puerta. En medio de la confusión, Mercedes nunca supo quién. Totalmente de blanco, fue conminada a resguardarse y se vio con su inmaculado traje de novia debajo de uno de los bancos del santuario. Entonces no sabían que el parque, muy cerca de donde los novios y su familia esperaban por el casamiento, ya estaba tomado por los revolucionarios; tampoco la magnitud de aquella sublevación armada popular de marinos y civiles que se había fraguado en el silencio entre complotados marineros y el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), justo para el día de su boda, el 5 de septiembre.

“Ya adentro, no pudimos hacer nada, sólo cubrirnos. Nos tiramos al piso. Yo tengo guardadas las medias que llevaba puestas aquel día”, narra, y le abandona la voz; aún hay emoción en el recuerdo de seis décadas atrás.

“El padre, (Sebastián Marquiegui), no nos dejaba ni asomarnos por la ventana. Estuvimos así casi hasta las once de la mañana, y cuando ya habíamos decidido irnos, nos dijo que no: ¡Yo los caso, yo los caso!

Mercedes Barcia y Reinaldo Linares fueron unidos en ceremonia cristiana aquel 5 de septiembre de 1957. Afuera, a pocos metros, marinos y civiles complotados combatían a la tiranía batistiana. /Foto: cortesía de la testimoniante
Mercedes Barcia y Reinaldo Linares fueron unidos en ceremonia cristiana aquel 5 de septiembre de 1957. Afuera, a pocos metros, marinos y civiles complotados combatían a la tiranía batistiana. /Foto: cortesía de la testimoniante

“Y al fin nos casó”.

El sonido de las balas fue la inusitada marcha nupcial. Los votos, sospecho, entrecortados por la estridencia de la metralla. Los rostros no pudieron disimular su estupor ni en las parcas instantáneas del día más importante de sus vidas.

Mercedes Barcia y Reinaldo Linares fueron unidos en ceremonia cristiana aquel 5 de septiembre de 1957. Afuera, a pocos metros, marinos y civiles complotados combatían a la tiranía batistiana. /Foto: cortesía de la testimoniante
Mercedes Barcia y Reinaldo Linares fueron unidos en ceremonia cristiana aquel 5 de septiembre de 1957. Afuera, a pocos metros, marinos y civiles complotados combatían a la tiranía batistiana. /Foto: cortesía de la testimoniante

“Luego otra odisea para salir de la catedral, ¡eso fue tremendo! Después hubo como una tregua, ya eran casi las doce, y ahí aprovechamos para salir”.

Asustados, temblorosos, el matrimonio y sus convidados se escurrieron pegados a la pared de la iglesia, y como pudieron subieron de un escenario que a esa hora se tornaba más beligerante.

“Solo una máquina de un joven amigo de mi casa, nos esperó. Pudo llegar a la puerta de la catedral, y se llenó de gente. No se cómo cupimos todos, terrible. Había mucha gente en la calle, un alboroto tremendo, un tiroteo intenso, y nos fuimos para la casa.

Había iniciado la toma de la jefatura de Policía, anexa al Ayuntamiento, el combate más intento de esa gloriosa jornada de 1957.

Aquella sería una luna de miel inusitada: “El tiroteo duró toda la noche.

EPÍLOGO DE UNA BODA

Cuarenta y ocho años duraría ese vínculo que ni la muerte de Reinaldo Linares Pérez doce años atrás disolvió. Amor eterno que el azar quiso se jurara bajo las balas, y quedaría grabado en la historia, el día en que, por unas horas, Cienfuegos se convirtió en la primera ciudad libre de Cuba.

Mercedes Barcia y Reinaldo Linares fueron unidos en ceremonia cristiana aquel 5 de septiembre de 1957. Afuera, a pocos metros, marinos y civiles complotados combatían a la tiranía batistiana. /Foto: cortesía de la testimoniante
Mercedes Barcia y Reinaldo Linares fueron unidos en ceremonia cristiana aquel 5 de septiembre de 1957. Afuera, a pocos metros, marinos y civiles complotados combatían a la tiranía batistiana. /Foto: cortesía de la testimoniante

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