100 años de Marlon Brando, el rebelde seductor que se cansó de ser una leyenda de Hollywood y acabó en la miseria

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El actor Marlon Brando escribió una de las páginas más gloriosas de la historia del celuloide gracias a una impresionante trayectoria que le coloca como uno de los mitos del séptimo arte. Su nacimiento tuvo lugar hace cien años en la ciudad de Omaha, perteneciente al estado de Nebraska, hijo del matrimonio compuesto por un dominante productor de cine con quien Brando mantuvo una tensa relación hasta el fin, y una actriz teatral con trastorno bipolar e inclinación al adulterio. Desde su niñez, el pequeño Marlon Brando exhibió una belleza inusual que despertaba un indeseado efecto en las mujeres y que nunca supo gestionar. Su respuesta fue autolesionarse y descuidarse deliberadamente, buscando aplacar este impacto que producía. Durante su juventud, se destacó como un adolescente extremadamente rebelde que fue acumulando expulsiones de sus centros educativos de manera sistemática por motivos tan rocambolescos como conducir su moto por los pasillos del instituto. Tras su enésimo fracaso escolar en la Academia Militar de Shattuck, trató de alistarse sin éxito en el ejército, ya que una antigua lesión de rodilla provocada durante un partido de fútbol americano le privó de ir al frente.

Elia Kazan, la génesis de un rebelde

Así pues, Marlon Brando eligió seguir los pasos de su hermana mayor Jocelyn y se trasladó a Nueva York para instruirse en el arte de la interpretación. Allí estudió teatro bajo la supervisión de la reputada profesora de arte dramático Stella Adler, quien a su vez había sido discípula de Konstantín Stanislasvski, lo que hizo que Brando se especializase como actor del Método. También acudió al Actor’s Studio, pero lejos de los méritos que se quiso atribuir el director teatral Lee Strasberg cuando Brando abrazó el éxito, el único motivo de su visita eran las clases magistrales que impartía Elia Kazan los sábados por la mañana.

Poco después de terminar sus estudios, Marlon Brando comenzó su carrera interpretativa sobre las tablas de Broadway, donde poco a poco se fue haciendo un nombre y llamó la atención de críticos de reconocida trayectoria como Pauline Keal, hasta que obtuvo el papel principal de Stanley Kowalski en la representación teatral de ‘Un tranvía llamado deseo’ bajo las órdenes de Elia Kazan y para la que su autor, Tennessee Williams, se encargó personalmente de seleccionar el reparto. El éxito obtenido en esta obra le abrió al actor definitivamente las puertas de la industria cinematográfica, donde Brando debutó con ‘Hombres’ (1950), de Fred Zinnemann, donde interpretó a un teniente del ejército que queda postrado en una silla de ruedas con lesiones irreversibles tras las heridas sufridas en la Segunda Guerra Mundial. Desde su primera película, Marlon Brando quiso desmarcarse de las previsibles normas interpretativas que imperaban en Hollywood, guiándose por su propio criterio y utilizando sus propias técnicas. Para preparar el papel, pasó un mes internado en un hospital de veteranos de guerra, donde tuvo la oportunidad de estudiar el comportamiento de los pacientes, analizándolos exhaustivamente. El resultado fue un trabajo realista y preciso que se ganó el favor de la crítica.

Marlon Brando en ’Hombres’ (Fred Zinnemann, 1950)

Su segunda incursión en el cine fue la adaptación de la obra que le había proporcionado el reconocimiento en el ámbito teatral, ‘Un tranvía llamado deseo’ (1951), donde se volvió a poner bajo la batuta de su mentor Elia Kazan, nuevamente interpretando el rol de Stanley Kowalski. En el reparto le acompañaron Vivien Leigh, Karl Malden y Kim Hunter, cuyas interpretaciones les hicieron merecedores a todos ellos del Oscar en las categorías de Mejor actriz, Mejor actor de reparto, y Mejor actriz de reparto respectivamente. Pese a que Brando fue el único de los intérpretes principales que integraban el elenco que no consiguió la estatuilla, sí pudo obtener su primera nominación al Oscar y su trabajo fue una vez más aplaudido a partes iguales por público y crítica, lo que sin duda catapultó su carrera.

Marlon Brando en ’Un tranvía llamado deseo’ (Elia Kazan, 1951)

Ya consolidado como uno de los proyectos más prometedores de estrella hollywoodiense, Marlon Brando encadenó varios papeles que le reportaron prestigio y fama mundial, como en ‘¡Viva Zapata!’ (1952), donde una vez más trabajó a las órdenes de Elia Kazan dando vida al legendario revolucionario mexicano, o ‘Julio César’ (1953), de Joseph L. Mankiewicz, donde interpretó al político y militar Marco Antonio, encargado de llevar a buen puerto la transición desde la República hasta el Imperio romano tras la conjura que terminó con el asesinato del dictador Julio César y que dio inicio a una guerra civil. Estos dos papeles, le reportaron sendas nominaciones al Oscar en la categoría de Mejor actor principal, pero se quedó a las puertas de conseguir ambos. Su siguiente papel en el filme ‘Salvaje’ (1953) de László Benedek, le supuso uno de sus papeles más emblemáticos al dar vida a Johnny Strabler, el magnético líder de una banda de motoristas que se establecen en un pequeño pueblo californiano creando el caos entre reyertas y disturbios. El personaje de Brando fue encumbrado como símbolo de rebeldía por parte de los adolescentes, así como un ejemplo de la brecha generacional que prevalecía en los Estados Unidos de la posguerra.

Marlon Brando en ’Salvaje’ (László Benedek, 1953)
El repentino crepúsculo de un excéntrico ermitaño

A mediados de la década de los 50, Marlon Brando había conseguido establecerse como uno de los mejores actores del panorama cinematográfico. En su tercera y última colaboración con Kazan en ‘La ley del silencio’ (1954), interpretó a Terry Malloy, un exboxeador caído en desgracia que sirve de matón del jefe de un sindicato portuario que explota a los estibadores con prácticas criminales. La película sirvió para que un despreciado Elia Kazan tratase de redimirse tras delatar a varios de sus compañeros de profesión en la famosa ‘caza de brujas’ que el senador McCarthy llevó a cabo contra todas aquellas personas sospechosas de tener una ideología comunista. El filme no le sirvió al realizador para ganarse el afecto perdido de sus compañeros, pero sí para que Marlon Brando se alzase al fin con el ansiado Oscar a Mejor actor principal.

Tras sus papeles de Sky Masterson en la adaptación cinematográfica de ‘Ellos y ellas’ (1955), donde acompañaba en el reparto a Frank Sinatra, y su insólita caracterización en el rol del intérprete japonés Sakini en ‘La casa de té de la luna de agosto’ (1956), filme que satirizaba sobre la ocupación estadounidense en Japón, Brando comenzó la década de los 60 dirigiendo su primer y único filme, ‘El rostro impenetrable’ (1961), un western que desarrolla una amarga historia de traición y venganza que le hizo merecedor de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián.

En ese momento, el actor vivía una vida excéntrica y bohemia, entregado al hedonismo desaforado y a una conducta impulsiva y caótica. Sus exóticos gustos en cuestiones amorosas le hicieron estar casado en tres ocasiones con mujeres de diferentes orígenes y etnias, como su primer matrimonio con la actriz india Anna Kashfi, más tarde con la intérprete de origen mexicano Movita Castaneda, y finalmente con la modelo y actriz tahitiana Tarita Teriipaia, a la que conoció durante el rodaje de ‘Rebelión a bordo’ (1962), remake de la mítica ‘La tragedia de la Bounty’ (1935). De ella se dijo que fue su gran amor, y aunque el actor incluso compró un atolón privado en Polinesia, su tormentosa relación terminó una vez más con un doloroso divorcio. Brando tuvo once hijos, fruto de sus tres matrimonios y de algunas otras aventuras amorosas extramatrimoniales, de los que jamás se ocupó y con los que no logró ser muy atento. También fue motivo de escarnio público su orientación bisexual, que le llevó a mantener relaciones sexuales tanto con mujeres como con hombres, entre los que se encontraron el comediante y actor Richard Pryor, el músico Marvin Gaye o el malogrado actor James Dean.

Marlon Brando y Tarita Teriipaia en ’Rebelión a bordo’ (Lewis Milestone, 1962)

Tras su fabulosa interpretación como el honrado e íntegro sheriff Calder en ‘La jauría humana’ (1966) y su participación junto a Sophia Loren en ‘La condesa de Hong Kong’ (1967), último filme dirigido por Charles Chaplin, Brando comenzó a perder poco a poco su gusto por la actuación. Sus papeles comenzaron a perder fuerza y el actor dejó de cuidar su imagen personal, pasando de exhibir en pantalla un escultural cuerpo a mostrar una incipiente obesidad. A comienzos de la década de los 70, Brando se instaló en su atolón próximo a Tahití, donde vivía apartado de la sociedad como un ermitaño con tendencia a la misantropía. Las grandes productoras cinematográficas manifestaron una falta de voluntad por contratarle debido a la preocupación por su decadente estilo de vida, que se sumó a la poca iniciativa que el propio actor tenía de retomar su trabajo a menos que su situación económica así se lo exigiera. Aún así, el actor sirvió como inspiración para otros actores como Jack Nicholson, Al Pacino o Robert De Niro, a quien siempre se le consideró su sucesor natural.

Don Vito Corleone, la leyenda

Marlon Brando salió voluntariamente de su declive cuando recibió una carta del novelista Mario Puzo, donde le alertaba del próximo rodaje de la adaptación de su obra ‘El padrino’, pidiéndole que interpretase el rol de Vito Corleone. Francis Ford Coppola, el director del filme, estaba de acuerdo con la proposición que el escritor había hecho para el papel del patriarca del clan Corleone, pero los ejecutivos de Paramount se negaron en rotundo a contratar a Brando a causa de su imprevisible temperamento y de la multitud de portadas que sumaba en los tabloides sensacionalistas debido a su inestable comportamiento. La productora prefería a Ernest Borgnine, así que transmitieron a Coppola una serie de condiciones para seleccionar a Brando que con toda seguridad el actor rechazaría.

Marlon Brando durante la histórica secuencia inicial de ’El padrino’ (Francis Ford Coppola, 1972)

Pero Coppola no cedió en su empeño, y se las arregló para grabar una prueba de casting a Brando, quien se metamorfoseó delante de las cámaras con un maquillaje improvisado por él mismo. Más tarde proyectó la prueba a los directivos de la Paramount, lo que sin duda hizo que finalmente aceptaran la proposición del director. Finalmente, Brando se puso en la piel de Don Vito Corleone en ‘El padrino’ (1972), dando lugar a una de las interpretaciones más legendarias de la historia del celuloide, que le hizo merecedor de su segundo Oscar en la categoría de Mejor actor principal.

Pero sus fuertes convicciones y el incansable activismo que Brando venía llevando a cabo desde la década de los 60 en favor del movimiento por los derechos civiles, que reconocía la igualdad ante la ley de los ciudadanos afroamericanos; así como su defensa de los nativos americanos, hicieron que rechazase de facto el premio, boicoteando la gala y enviando en su lugar a la activista estadounidense de origen indígena Sacheen Littlefeather, quien dio un improvisado discurso en contra de la imagen negativa que la industria cinematográfica difundía sobre los nativos americanos, así como del asedio que el ejército estadounidense llevó a cabo tras la ocupación de Wounded Knee por parte de los sioux oglala.

Marlon Brando caracterizado como Vito Corleone en ’El padrino’ (Francis Ford Coppola, 1972)

Marlon Brando reflotó su carrera brevemente tras su trabajo con Coppola, y fue contratado por el director italiano Bernardo Bertolucci para ‘El último tango en París (1973), donde interpretaba a un hombre maduro que se encuentra de manera esporádica en un piso vacío con una joven parisina, interpretada por Maria Schneider, para dar rienda suelta a sus pasiones más ocultas. El filme pasó tristemente a la fama cuando trascendió que el propio Brando se había prestado para interpretar una escena en la que se simulaba cómo sodomizaba en contra de su voluntad al personaje de Schneider, lo que provocó un gran trauma a su compañera de reparto. Durante los 70, trabajó de manera intermitente, aceptando papeles en películas comerciales con el único propósito de recuperar sus maltrechas arcas.

Marlon Brando y Maria Schneider en ’El último tango en París’ (Bernardo Bertolucci, 1972)

Pero Marlon Brando ya no era el actor explosivo de su juventud. Su apatía en el oficio de la actuación y su negativa a la hora de aprenderse los diálogos de sus personajes, marcó su devenir en la industria. Percibió cerca de 4 millones de dólares por aparecer en la película ‘Superman’ (1978) durante 10 minutos en pantalla, cifra que más tarde ascendería a 14 millones tras una demanda por incumplimiento del contrato. En este filme interpretó a Jor-El, el padre biológico del superhéroe, para el que Brando decidió esconder unas cartulinas fuera de plano con sus líneas escritas para no tener que memorizar el guion.

Un año después volvió a trabajar con Coppola en ‘Apocalypse Now’ (1979), interpretando el papel del coronel Kurtz, un desertor del ejército estadounidense enloquecido que huye a Camboya para vivir oculto en la jungla siendo adorado como un dios por una tribu de nativos. Brando amenazó con no viajar a Filipinas, lugar donde se rodaba la cinta, tras haber cobrado un millón y medio de dólares por anticipado y continuó mostrando un temperamento difícil tras su llegada, expulsando a Dennis Hopper del set de rodaje y luciendo la cabeza afeitada y un sobrepeso fuera de lo común, lo que obligó a Coppola a rodar todas sus escenas en penumbras.

La desidia del actor, el circo mediático y Michael Jackson

Hacia el final de su carrera, Brando solamente pareció interesarse por la industria cinematográfica para trabajar de manera eventual en películas de dudosa calidad que le reportasen jugosos contratos económicos, mostrando una infinita desidia por su trabajo durante los pocos días en los que los realizadores conseguían que apareciese por el set. Su imagen pública quedó seriamente dañada a causa de los sórdidos asuntos relacionados con su familia, de los que la prensa amarillista se hizo eco. Christian Brando, hijo de su primer matrimonio, y quien ya había estado involucrado en el asesinato de la esposa de Robert Blake, asesinó de un tiro al prometido de su hermanastra, la modelo tahitiana Cheyenne Brando, en la casa de su padre en Mulholland Drive. El circo mediático continuó cuando Cheyenne se fugó a Tahití y fue ingresada en un centro de rehabilitación a causa de sus adicciones y de sus problemas mentales, lo que terminó con su hermanastro Christian cumpliendo condena en prisión y con el suicidio de la joven por ahorcamiento a la edad de 25 años.

Marlon Brando en 2001, tres años antes de morir.

Tras este terrible suceso, los últimos trabajos de Marlon Brando fueron un par de películas con su colega Johnny Depp, a quien consideraba el mejor actor de su generación, y ‘The Score (Un golpe maestro)’ (2001), su último filme, donde pudo coincidir por primera y última vez con Robert De Niro. El director de la cinta, Frank Oz, quien se inició en la industria como titiritero de referencia en las series de televisión infantiles ‘Barrio Sésamo’ y ‘El show de los Teleñecos’, se dispuso a juntar a dos de los mejores actores de la historia del cinematógrafo, pero salió mal parado a causa de los insistentes desplantes que Brando le hacía en el plató, refiriéndose a él con apodos despectivos que le recordaban su época como marionetista. Su aventura en este rodaje se recordó por la cantidad de líneas improvisadas entre él y De Niro que hay en la película, además de por sus nuevas salidas de tono, entre las que se incluyeron bromas pesadas a sus compañeros de reparto o aparecer desnudo en el set. También se negó a ser dirigido por Oz, motivo por el que De Niro tuvo que asumir de manera eventual la dirección del filme en las escenas en las que Brando aparecía.

Marlon Brando en silla de ruedas, en febrero de 2004. / Foto: Bravo Press

Su última aparición tuvo lugar en el videoclip de la canción ‘You Rock My World’ de Michael Jackson, a quien le ataba una profunda amistad, y donde interpretó un cortísimo cameo de solo unos cuantos segundos en el rol de un jefe mafioso por el que se embolsó la escandalosa cifra de un millón de dólares. A partir de aquí, Marlon Brando pasó sus últimos días retirado de la vida pública, con un problema de obesidad que le hizo alcanzar los 140 kilos de peso y con una alarmante situación económica que le empujó a vender la mayor parte de sus posesiones en Tahití y a vivir como un indigente hasta que falleció en 2004 a los 80 años de edad aquejado de una fibrosis pulmonar. (Fotogramas)

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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