Pandemia en la sombra: El doble confinamiento que las golpea

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 34 segundos

Se ve a sí misma en un valle de sombras, girando en círculo interminable, con la esperanza colocada en ese día soñado, cuando “esto” llegue a su fin. “Esto” es el maltrato que sufre en casa por parte del esposo: un hombre que la silencia, incluso en público; que no le permite trabajar y hasta pone reparos en que el niño asista a la escuela: “total, ¿para qué, si yo les doy todo?”; que la culpa de cuanto sale mal.  Y la golpea. “Esto” es eso y también la pandemia, la Covid-19, que sigue ahí y obliga a las personas a permanecer más tiempo en casa, y a ella a pasar con su verdugo más horas de las acostumbradas.

No es ficción, ni hecho aislado. Es la realidad de un número considerable de mujeres en todo el mundo, acentuada desde que se desató el nuevo coronavirus. La  situación derivada de la pandemia ha intensificado las diferentes variantes de violencia contra las mujeres y las niñas, pero es dentro del hogar donde tiene su mayor expresión.

Las necesarias medidas de aislamiento social para evitar la propagación y el contagio con el Sars-Cov-2 constituyen un agravante del problema, pues el apartamiento en casa tensa aún más las relaciones en las familias, que de forma habitual viven el fenómeno. También condena a mujeres y niñas, quienes sufren violencia a un doble confinamiento al alejarlas de las personas, instituciones y recursos donde pueden encontrar ayuda. “Es la pandemia en la sombra que crece en medio de la crisis de la Covid-19”,  expresó Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, en declaración realizada el pasado año.

“El confinamiento aviva la tensión y el estrés generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud y el dinero. Es la situación perfecta para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar”, argumentó  Mlambo-Ngcuka y alertó que, de no abordarse debidamente, esta pandemia en la sombra se añadirá al impacto económico de la Covid-19.

Conscientes de tales peligros, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) presentó en 2020 una Guía de intervención integral a la violencia de género e intrafamiliar en condiciones de aislamiento social ante la Covid-19.

“Consideramos importante articular en todos los espacios de nuestra actuación mensajes de prevención de la violencia intrafamiliar y de género, de fomentar adecuadas normas de convivencia familiar, la solidaridad de las personas en la comunidad, de manera que ante cualquier situación de este tipo que sea detectada se informe a las autoridades correspondientes para su rápida atención”, contiene la presentación de la Guía.

En Cuba, como en el resto de los países del orbe, la Covid-19 ha puesto a prueba la capacidad de resiliencia de las personas y las formas de resolver las tensiones emocionales y económicas que el azote de la enfermedad ha generado.

Las mujeres con esposos violentos se tornan más vulnerables, pero igual pueden engrosar las cifras de maltratadas otras con hogares funcionales si no se manejan adecuadamente las fricciones que emanan de un día a día cada vez más complejo. La persistente desigualdad en las relaciones de poder, la distribución no equitativa del cuidado de niños y ancianos y de las tareas domésticas, por ejemplo, constituyen caldo de cultivo para las manifestaciones de violencia.

Paralelo a ello están las desventajas económicas. Recordemos que en no pocos hogares conviven personas de diferentes generaciones y hasta existen micro núcleos en una misma vivienda. En ese contexto, los conflictos se hacen ahora mayores, al verse los integrantes obligados a compartir durante más tiempo su reducido espacio, debido al cierre de escuelas o la suspensión del trabajo.

De acuerdo con Yanet Alonso Pérez, especialista de Trabajo Social en la dirección provincial de la FMC en Cienfuegos, durante 2020 las Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia del territorio recibieron un número superior de denuncias comparado con períodos anteriores. Sin embargo, resulta necesario enfocarse más en el curso que se le dé a la denuncia. “Todavía hay funcionarios y dirigentes que no están sensibilizados con el tema de la violencia. Algunas personas ven el fenómeno desde una sola arista, y hay que verlo de forma integral”, dijo.

Tal como subrayó la directora ejecutiva de ONU Mujeres, “sobre todas las personas recae una cuota de responsabilidad” a la hora de enfrentar la problemática. Callar no es la respuesta. Urge reconocer, visibilizar y denunciar, pero, sobre todo, educar en valores como la igualdad, la solidaridad, el respeto. Fomentar, en resumen, una cultura de paz que permita eliminar esta otra pandemia que se hace más fuerte a la sombra de la desatada por la Covid-19.

Visitas: 7

Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *