Paisaje conmemorativo para una Sociedad martiana

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La Sociedad Cultural José Martí de Cienfuegos ha inaugurado su nueva sede para instalarse definitivamente y resuelto personalizar ese espacio, en la calle 35, entre 50 y 52, con un mural conmemorativo. Para consumar el proceso, encomendó al laureado del Salón Nacional de Premiados Vladimir Rodríguez Sánchez y sus colegas Gabino Lorenzo y Enrique Richard el diseño de un relato visual que tuviese como motivo central al autor de los Versos sencillos y Amistad funesta, aunque dejaron plena libertad a los artistas para recrear el espíritu del maestro. El primer desafío fue perspectivizar las imágenes en un espacio angosto, que exigía una mira particular para la íntegra percepción del tema elegido. Luego, el equipo debió lograr la armonía entre los tres hacedores, pues la trayectoria de cada uno iba por ruteros diferentes. Lorenzo es un fabulador autodidacta que ha sistematizado con fortuna la pintura de caballete; Richard tiene experticias en los diseños planos y la letrografía, con poca autoridad académica; y el pintor y escultor Rodríguez posee una formación como arquitecto muy apropiada para el trazado en el espacio y la enunciación del paisaje y anatomía humana. Asimismo, tuvieron que saldar los contrastes en la paleta cromática, los métodos, perfiles figurativos y concepción en torno a la paisajística, en uno más intelectualizado, en otros más tradicionalistas.

Gabino Lorenzo, Vladimir Rodríguez y Enrique Richard, los artistas.

A todas luces, debió ser una labor ardua, teniendo en cuenta que el proceso hasta la conclusión del mural (otro gran reto, pues se requiere de técnicas y recursos no siempre a mano, para su discursividad y conservación, incluso), aunque el resultado fue decoroso, especialmente por los retruécanos visuales, como el que aprovecha la maleza para sugerir el mostacho de Martí. Probablemente, la predominancia de los signos paisajísticos usuales, con toda su naturaleza simbólica (nos referimos al uso de algunas identidades, como la palma), por sobre el enfoque ensayístico (anfibologías, abstractivismos y recombinaciones simbólicas) nos deje algo insatisfechos, confiados como estamos de que se podía ir por más. No estoy aludiendo a la cimentación iconográfica o iconológica, sino a los significantes. Hay encomiables resultados en la hechura; pero el texto no nos inquieta. Emociona dentro de una tradición paisajística, pero no conmociona como fábula moderna. Estoy seguro que los públicos agradecerán el mural, muy superior a tantos gestados en la urbanística sureña, pero sus novedades son parciales. Tal vez a eso aspiraban los líderes de la sociedad, lo que es legítimo, pues el arte no tiene que ser democrático.

Paisaje martiano (Me niego a que no se use un título, aunque fuere retórico. Una obra sin nombre no existe y afecta la direccionalidad de la mirada) es un texto recomendable, que evita los excesos del color y denota las potencialidades de una atinada composición y un comedido esbozo de la intencionalidad. Claramente, el tributo ha sido conseguido y la idea preclara.

Ojalá podamos disfrutar de otros textos muralísticos concebidos por este grupo heterogéneo y emprendedor, que no se abarrote la ciudad de tantos fariseos privilegiados y puestos a dedo. Tenemos derecho a un arte más honesto, aunque sea imperfecto.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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