La cultura de la guagua o cómo hacer para sobrevivir un viaje

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Hace tiempo tengo el interés de que a los programas de educación se le agregue una asignatura. Estoy casi segura que ya otros hayan tenido la idea y quienes no, la aplaudirán, porque tiene mucho que ver con educar y enseñar. Sería homónima al título de este comentario y, resultaría más práctica que teórica. De un tiempo a esta parte se observa en la sociedad cubana una especie de “salvajismo” a la hora de abordar un ómnibus. Es casi como una histeria colectiva y no sé por qué, cuando llega el momento, siempre recuerdo aquel monólogo humorístico de Carlos Ruiz de la Tejera: La guagua.

El currículo docente en verdad estaría más completo con esta materia, y hasta recomendaría que se comience desde la enseñanza preescolar, en el círculo infantil, mostrándole a los párvulos cómo llorar desconsoladamente para que mamá “consiga” un asiento, cuando los hombres y hasta las mujeres, se hacen los dormidos o miran por la ventanilla para no ser solidarios.

Podría incluso ser impartida por un chofer experimentado, de esos que han “sufrido” mientras conducían un ómnibus por tantísimos años y que ya lo han visto todo o casi todo en su profesión. En el caso particular de Cienfuegos, sugeriría a un chofer de la ruta 1, principalmente a los que cubren sus viajes en la tarde-noche, cuando una multitud regresa de la zona de playa, mojados, llenos de arena y con algunos tragos de más, que los hace subir los decibeles de la conversación y trastocar la conducta.

Y entre las tantas cosas que quisiera recomendar, estaría aquello de extenderla hasta la enseñanza superior; y por qué no, incluirla entre las pruebas de ingreso a la Universidad. Hasta se me ocurre diseñar un cuestionario o un esbozo de lo que sería, porque los profesionales pondrían lo suyo.

– ¿Con qué frecuencia usted aborda un ómnibus?

– ¿Permite que los niños, embarazadas, personas mayores y mujeres tengan preferencia?

– ¿Cede el asiento a los desvalidos, necesitados, o sencillamente es cortés con sus semejantes?

– ¿Abona el pasaje o se hace el sueco? (no creo que en Suecia tengan este problema, pero para emplear un vocabulario coloquial, porque en Cuba sabemos muy bien lo que significa la frase).

-A la hora de descender del transporte, ¿espera que quienes están de pie desciendan primero o se lanza desesperadamente tratando de pasar por sobre quienes están en el pasillo?

-Marque con una X:

____ a) ¿Comparte su música con los compañeros de viaje?

 

____ b) ¿Usa audífonos porque sencillamente es su música y no la del resto?

Bueno, dejaré el cuestionario a los especialistas porque si continúo, los editores de esta publicación tendrían que hacer “maravillas” con el espacio. Pero quizá comenzando desde el círculo infantil, digo yo, los muchachos que pretendan ingresar a la Universidad ya tengan conocimientos suficientes, y ¿se imaginan ustedes, mis lectores, lo que sería una fila organizada para abordar el ómnibus? Podríamos volver a aquella cienfueguera costumbre de cuando en las “paradas” se pedía el último, ¡qué maravilla! Y ahora no me vayan a salir conque en la escuela se da Cívica, no, aunque estoy hablando de civismo esto es otro asunto, esto es cultura de la guagua, que no es lo mismo ni se escribe igual.

Por último, recuerden que, semánticamente hablando, cuando digo guagua u ómnibus, incluyo todo vehículo andante y rodante que transporta pasajeros de un lugar a otro de esta Isla, en la que, por cierto, la educación y la instrucción son gratuitas. Los conmino pues, a los choferes también, a esos que pasan con su vehículo vacío frente a una multitud, y no se detienen a recoger, a tratar de ser civilizados y educados, ¡es tan cómodo!

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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