José Martí, ejemplo de divulgación de la ciencia

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** En coautoría con Luis Alberto Gradaille Martín.

En la segunda mitad del siglo XIX vivió en América Latina, España y Estados Unidos, José Martí. “A la vez que pensador y luchador revolucionario, y justamente por haberlo sido de tanta magnitud, José Martí fue un hombre volcado a la cultura integral (Vitier, C 1997:1.). Entre sus múltiples oficios, el Apóstol se desempeñó como periodista. Escribió varios artículos sobre electricidad, pues fue testigo del desarrollo eléctrico y electrotécnico de la época. Sus textos aparecieron en publicaciones periódicas como La América, de Nueva York (1882-1884), La Opinión Nacional, de Caracas (1881), La Nación, de Buenos Aires (1884-1890), La Edad de Oro (julio, agosto, septiembre y octubre de 1889), La Opinión Pública, de Montevideo (1889) y El partido liberal, de México (1890).

En los artículos que escribió Martí para La América se describen los avances de la ciencia eléctrica, con el interés de dar publicidad a los aparatos que se inventaban en los Estados Unidos, y a través de La América se divulgaban por el sur del continente. Estos artículos se caracterizan por el leguaje claro, sin  la creación de nuevas palabras ni la prosa poética que utilizó Martí en otros escritos.

De esta forma aparece en La América, en marzo de 1883, una traducción de fragmentos de un extenso artículo de la revista Lumere electrique de Th. Du Moncel, que debe resaltarse por su importancia en el análisis de la actualidad de la información que estudiaba y ofrecía Martí. Esta revista francesa era una fuente especializada en el tema de la electricidad. En el texto se reseñan los progresos de la ciencia eléctrica durante el año 1882 y puede considerarse un resumen de las aplicaciones de la electricidad hasta ese momento. En él, se comenta el proceso de perfeccionamiento que se percibe en las máquinas dinamo-eléctricas, a partir del elevado número de patentes concedidas a nuevos modelos. Se exponen también los avances industriales de las lámparas incandescentes, los electrodos, los acumuladores y la paulatina generalización del alumbrado eléctrico en diversos países. Este artículo se caracterizó por su inmediatez tecnológica.

También en La América, en octubre de 1883, aparece el artículo Últimos adelantos en electricidad, donde se refiere a conquistas técnicas tan decisivas como el teléfono, la electricidad sin dinamo y “otras maravillas eléctricas”. En esta publicación aparecen frases que demuestran su entusiasmo y fascinación ante las múltiples aplicaciones de la electricidad por ejemplo:

“Se la ve de cerca y no se la distingue por su forma de las estufas ordinarias: sin embargo, en ella se calienta el agente claro y poderoso, venido a tiempo para guiar en sus satánicas empresas al hombre de la época moderna entrado en sí, que lucha magníficamente por desasirse de las sienes los últimos yugos”.

“(…) ¡Imperial orgullo llena el pecho pensando en esas cosas venideras!”.

“En estufa de Lantensack y Biltner se produce la luz que ha de alumbrar estos tiempos”.

(…) Día llegará en que pueda llevar consigo el hombre, como hoy el tiempo en el reloj, la luz, el calor y la fuerza en algún aparato diminuto”. (O.C.t8, p416)  Este pronóstico es uno de los más transcendentes del Maestro en cuanto a las aplicaciones de la electricidad porque ratifica su fe en la capacidad de desarrollo tecnocientífico del hombre. (J.M.O.C.t8 p 415)

En noviembre de ese año ya se podía valorar la consolidación de la temática en su pensamiento. En Escuela de electricidad expresa: “(…)  no quedan los hombres habilitados para marchar, mundo arriba, a par de estos caballeros de la nueva usanza, que montan en maquinas de vapor, y llevan como astas de sus lanzas un haz de luz eléctrica. Para tales campañas escuelas de luz eléctrica se necesitan.

Cuando los pensadores se den a pensar en la capacidad del adelanto permanente y real, – que es cosa distinta del brillante, postizo y pasajero,- de cada pueblo, y en la relativa solidez y fuerza medular de las naciones de la tierra, Inglaterra les asombra”.

“(…) ¡No todos hacen oficios de cerrar sus puertas a la luz que viene! (…) mas a esta luz hermosa que traspasa muros, ¡es en vano cerrarle las puertas!”.

En aquella época, el extraordinario impulso de la ciencia eléctrica y su repercusión en el desarrollo de la sociedad, debido a sus múltiples aplicaciones, estimulan la creación de escuelas facultadas en estos saberes como la de Darmstadt (Alemania), cuyo programa muestra Martí al final de este artículo.

Bajo su firma se publica también en La América, en noviembre de 1884, el artículo El carbón. Su importancia y su obra, que muestra la percepción martiana de los adelantos que se producían, la amplitud de su cultura, y fundamenta la dialéctica de su pensamiento.

“(…) el campo de la industria crece a ojos vista, sin que la más osada imaginación se atreva a vaticinar cual sea su límite, si límite puede suponérsele, ni cual alcance su vuelo.

Siglo de ferrocarriles, de electricidad y maquinarias es el nuestro (…)”.

“Al ver el inmenso consumo que de él se hace pudiera temerse que se llegara a agotar, si no supiésemos que la naturaleza no es más que un inmenso laboratorio en el cual nada se pierde (…) en donde los cuerpos se descomponen, y libres de sus elementos vuelven a mezclarse, confundirse y componerse, pudiendo en el transcurso de los siglos— que son instantes en la vida del mundo— volver a su antiguo ser, a colmar los vacíos que el hombre haya causado, por otra parte imperceptibles en los inconmensurables depósitos del globo.

En esta publicación Martí comienza por exponer la excesiva explotación, describe el proceso de extracción, recuperación y la aplicación del carbón, la hulla y el diamante. Compara el diamante con el oro por incitar ambos la vanidad humana. Luego hace un recorrido por la búsqueda de la piedra filosofal para terminar con la frase “(…) y bien sabemos que el movimiento es fuerza, el movimiento es calor, el movimiento es vida”.  Esta es una definición  martiana de energía.

En otra de sus publicaciones, La Edad de Oro, también está presente la ciencia eléctrica cuando en dos ocasiones se anuncia La luz eléctrica, artículo que no tuvo tiempo de presentar en las páginas de la revista infantil. Este tema se menciona fundamentalmente en el tercer y cuarto números de la revista en: La Exposición de Paris, La última página del tercer número, Historia de la Cuchara y el Tenedor y La última página del cuarto número (por orden de aparición).

A continuación fragmentos de La última página del cuarto número (La Edad de Oro, 2003)

“Si pasa un niño en un velocípedo (…) en sus ruedas que dan como una luz cuando andan, y van casi tan de prisa como la luz, que es lo que anda más pronto en el mundo. La luz no se ve, y es verdad, como que si se acabase la luz, se rompería el mundo en pedazos”

”(…) Y así es el hombre de La Edad de Oro que en cada numero quisiera poner el mundo para los niños, a más de su corazón; pero en la imprenta dicen que el corazón cabe siempre y el mundo no, ni el artículo de La Luz Eléctrica, que cuenta como se hace la luz y qué cosa es la electricidad y cómo se enciende y se apaga, y muchas cosas que parecen sueño, o cosa de lo más hondo y hermoso del cielo: porque la luz eléctrica es como la de las estrellas(…) ”

“(…) Y en qué ha de parar el mundo cuando sean buenos todos los hombres, en  una vida de mucha dicha y claridad, donde no haya odio ni ruido, ni noche ni día, sino un gusto de vivir, queriéndose todos como hermanos, y en el alma una fuerza serena, como la luz eléctrica…”.

“Se han de conocer las fuerzas del mundo para ponerlas a trabajar, y hacer que la electricidad que mata en un rayo, alumbre en la luz”.

Llena de ternura y amor para los niños de “nuestra América”, resulta la revista La Edad de Oro, además de única en el género infantil y de gran valor para la formación de la personalidad desde la niñez. (…) cada página brinda un útil conocimiento o una valiosa enseñanza. (J.M. O.C. T 27).

No existen dudas de que Martí estaba informado sobre las más importantes aplicaciones de la técnica de la electricidad en su época. El quehacer periodístico lo acerca a estos temas y los divulgó entre los pueblos de América. Del mismo modo estudió y divulgó la obra de los científicos de momento. El punto de vista martiano describe los componentes de cada maquinaria, desde posiciones dialécticas que lo llevan a formular predicciones sorprendentes que el avance científico se ha encargado de demostrar.

En varias ocasiones, Martí escribe acerca del célebre innovador Thomas Alva Edison (1847-1931). El primero de los artículos que Martí le dedica al inventor norteamericano aparece en La América, en Junio de 1883 bajo el titulo Luz Edison. A continuación algunos fragmentos dan muestra de la admiración del Apóstol:

“Prospera y gana ciudades la hermosa luz eléctrica de Edison (…) y son de ver aquellas máquinas esbeltas y sencillas, a la par pesadas y graciosas ¡Como juguete de héroe! Parecen esas lindas fábricas maravillosas llenas de espíritu femenil (…) entrar en las factorías donde las trabajan, es como entrar en fábrica de espíritu. Queda impresión doble y suave;- de encumbramiento, y de delicadeza”.

“La luz de Edison (…) pura, sostenida, penetrante, libre de todo riesgo (…) susceptible de múltiples aplicaciones, sumisa a la mano del hombre, bella y discreta, como cosa de hadas”.

De los escritos de la época en que Martí estaba concentrado en  la organización de la Guerra Necesaria, resulta importante el artículo Edison, que publica El partido liberal de México el 5 de febrero de1890. Donde se lee: “(…) El hombre misterioso y natural, admira tanto como el inventor. Vive con las manos en lo desconocido, y tiene visiones como (…) las de Poe o de Quincey, para este físico, todo átomo tiene alma.(…) Tiene este mecánico, una poesía matemática y formidable.”  “¿No es el hombre de las tres mil teorías sobre la luz incandescente? ¿No hizo viajar a decenas de hombres por las florestas vírgenes para encontrar la fibra que da la luz?”

“(…) ¿Qué no ha inventado él? Desde los alambres de seis mensajes a la vez, desde los aparatos de telegrafía privada, desde el teléfono hasta la subdivisión de la luz eléctrica, que los expertos ingleses habían declarado imposible”.

En esta publicación a través de interrogaciones Martí muestra los aportes del inventor, admira al hombre y al científico: los va mezclando con un lenguaje comprensible, donde predominan los sustantivos, se refiere a cuanto hace el científico. Queda así demostrada su confianza en la capacidad del hombre para desarrollar y poner a su servicio las infinitas posibilidades de aplicación de la electricidad.

Edison comenzó vendiendo periódicos en una estación de ferrocarril. Con la venta de accesorios telegráficos montó su propio laboratorio en el año 1876  en  Menlo Park, Nueva York. Él concibió un sistema telegráfico automático, el transmisor telefónico de carbono, la bombilla eléctrica, un sistema generador de electricidad, un aparato para grabar sonidos y un proyector de películas, entre otros mil 100 inventos importantes que causaron profundos efectos en la configuración de la sociedad moderna como el sistema de iluminación de las ciudades y la Compañía General Electric. Por esa época, Martí tenía su residencia en Nueva York y puede que fuera a admirar de cerca las creaciones del genio de la física. “(…) Y si se ve luego a Edison,  se entiende el invento: porque lo lleva en sus ojos” (J. M. O.C. t 28 p)

En Espejos. Una historia casi universal, Eduardo Galeano cuenta que en 1910  Edison comentó a la prensa: “La luz del sol es una forma de energía, y los vientos y las mareas son manifestaciones de energía ¿acaso las estamos usando? ¡Oh no! Quemamos madera y carbón, como inquilinos que echan al fuego la cerca del frente de la casa”.

“Algún día alguien inventará una manera de concentrar y almacenar la luz del sol, en lugar de este viejo, absurdo prometeico esquema del fuego”.

Y Martí dijo anteriormente:

“(…) el campo de la industria crece a ojos vista, sin que la más osada imaginación se atreva a vaticinar cual sea su límite, si limite puede suponérsele, ni cual alcance su vuelo.

“Los grandes problemas de humanidad son la conservación de la existencia y el logro de los medios de hacerla grata y pacífica”. (J.M. O.C. t 22 pág. 308).

No existen dudas de que José Martí, paradigma de todos los cubanos, símbolo de unidad, sacrificio y perseverancia, es también ejemplo a seguir a la hora de valorar el enfoque que se debe dar a las aplicaciones que se hacen de la ciencia y la técnica en el contexto actual. Estos aspectos deben estar presentes en la concepción y ejecución de los modelos educativos que buscan el desarrollo de la personalidad desde una perspectiva integradora, donde se incluyen los elementos científicos, tecnológicos y sociales. En la preparación de docentes cobra especial interés esta concepción, por ser responsabilidad de los maestros el enseñar a pensar.

La divulgación de los conocimientos científicos es una tarea social. “No se trata de que los ciudadanos posean el conjunto de conocimientos disponibles de una disciplina, sino que puedan juzgar la pertinencia de determinados proyectos y argumentos de los expertos y de los responsables de decisiones políticas” (Acevedo, 2002). Al asumir esta orientación se precisa revelar fundamentos y evidencias que sostengan las ideas que se proponen, y potenciar la aplicación de los conocimientos al mundo real. En esta perspectiva educativa se discuten y evalúan las aplicaciones y busca visualizar la utilidad de la ciencia y la tecnología. Esta forma de enseñar aporta confianza en la propia capacidad para utilizar con éxito los adelantos científicos; sin ocultar sus limitaciones para resolver los complejos problemas sociales.

BIBLIOGRAFÍA:

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Vitier, C. (1997)  Martí en la Universidad IV. Editorial Félix Varela. La Habana.


* Profesora auxiliar de la Universidad de Cienfuegos.

** Profesor consultante y auxiliar de la Universidad de Cienfuegos.

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