El velado encanto de un pintor: Camilo Salaya de Toro (Parte I)

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En 1885 un solitario pintor es contratado para la decoración del vigoroso palacio de José García de la Noceda de Cienfuegos. ¿Cuál es la procedencia de este cuarentón que venía avalado por algunas encomiendas en Santa Clara y la capital? Camilo José Salaya de Toro nace en Manila, Filipinas, el 28 de febrero de 1840. Hijo de Antonio María Eusebio Ignacio Ramón Joseph Dionisio, militar de carrera a los 25 años, y María Rafaela de Toro Moreno. Es notorio que el padre, dueño de acciones en Cartagena de Indias y Panamá, es hecho prisionero de guerra y desde esta ciudad conducido hacia Cuba; por lo que existe un hecho casual que los liga a la isla caribeña. Justamente, después de ganar la libertad, ser nombrado Capitán del Primer Regimiento Ligero del  Ejército de Filipinas, el 2 de enero de 1834, y recibido la Cruz de la Real Orden Americana de Isabel I la Católica en mayo de ese año, el oficial contrae matrimonio en Madrid con María Rafaela y en calidad de Teniente Coronel asume el puesto de Gobernador Militar de la provincia de Cádiz, Manila (1834). Durante su permanencia en la isla es que nacen Elisa (el día 4 de febrero de 1836) y luego Camilo José.

En 1847 Don Antonio regresa a Madrid con su familia y se instala en la calle Hotaleza, residencia donde nace, en 1849, su tercer y último hijo: Rafael. Lamentablemente fallece y deja a su prole y esposa en una difícil situación económica.Luego de un corto luto Doña María Rafaela se une en matrimonio a Don Manuel Sáenz de la Quesada y Salaya, quien fuera Secretario del Gobierno Civil de Madrid en 1902 y periodista de El Imparcial y El Español.

Precisamente Sáenz de la Quesada, que era un hombre ilustrado, es el que más incide sobre su formación artística; en particular por el apego que le infunde hacia las artes visuales y el teatro. A los catorce años pareciera que sigue la ruta del padre fallecido, integrándose a la infantería de la Marina; empero, prontamente aparecen los influjos del padrastro y comparte una confusa vocación por las artes escénicas y la pintura. De hecho, se inserta en el Real Conservatorio de Música y Declamación, donde recibe el Premio accésit en la especialidad de declamación el 28 de febrero de 1860, junto a Juan José Fernández, Enriqueta de Toda, Manuela Checa, Cipriana Estevan y Josefa López, Carlos Sánchez. [ARCSMM: Libro 163]

Camilo Salaya y su retrato de Castor Méndez Núñez.

A parecer su buen físico y sensibilidad le arrastran hasta la escena. El 9 de enero de 1861, cuando apenas cumple los 21 años, asume el rol de Don Frutos Navarro en la zarzuela ¡Traga bombas!, del dramaturgo Luis Velasco; estrenada en el teatro Lope de Vega. Sin embargo, su vida acaba dando un brusco giro hacia la vocación pictórica; de modo que ingresa y se titula en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, siendo uno de los mejores discípulos de Raimundo Madrazo y merecedor de varios premios y reconocimientos.

De esa etapa se conserva en el Museo Naval de Madrid un retrato de Casto Méndez Núñez (Vigo, 1ro de julio de 1824- Pontevedra, 21 de agosto de 1869), marino y militar español, contraalmirante de la Real Armada Española y figura elogiada por su participación en la Guerra Hispano-Sudamericana. Por cierto, otro de los muchos militares que asumen misiones en Cuba. La efigie muestra un enérgico realismo en la concepción de la anatomía, la brillantez de la paleta y el talento para enunciar la psicología del modelo; estilo que se transforma con el paso de los años. Poco después de titularse contrae nupcias con la joven Camila Casellas Cobanos, natural de Denia, ciudad de Valencia situada en la costa norte de la provincia de Alicante, la madre de sus tres descendientes: Julia (Sevilla,11 de noviembre de 1863), Abelardo (Madrid, 18 de septiembre de 1868) y Rosa, de la que apenas existen referencias.

En 1876 la familia Salaya se traslada a La Habana, iniciando su significativa carrera como pintor. El arribo coincide con la oposición instada por San Alejandro para cubrir la Dirección y Cátedra de Colorido, que otrora había ocupado el finado Francisco Cisneros. Se incorpora a los ejercicios de oposición junto a seis aspirantes; no es escogido, pero la defensa es aplaudida por el jurado, que encomia sus habilidades de ejecución, brillantez del colorido y conocimientos de arte. Es en la capital cubana donde hace notable sus habilidades para el retrato. La nómina de encomiendas es copiosa. Entre otros, pinta las efigies de los gobernadores generales Ramón Blanco y Erenas, Marqués de Peña Plata, y Luis Prendergast y Gordon, marqués de Victoria de las Tunas, concebidos en 1879 y 1881, respectivamente.

La crítica también llega a celebrar sus paisajes. Rodríguez Moré afirma que Salaya pinta las flores de manera magistral. No obstante, reiteramos, son los retratos los que merecen las mayores aprobaciones, como aquel otro que hizo al Rey Alfonso XII en 1885, atesorado por el Museo Nacional de Bellas Artes. A la colección de Agustín Fernández pertenecieron dos obras pintadas en maderos: Interior de Estudio y Vendedora de Antigüedades; cuentan los cronistas que ambas estaban plagadas de detalles y poseían un uso atractivo del color. El museo de Cárdenas también conservaba un retrato del soberano Amadeo de Saboya.

Labora algunos años en el antiguo gabinete fotográfico de Samuel Alejandro Kohner (Estados Unidos, 1833-Cuba, 1869), localizado en O’ Relly número 62, asumiendo numerosos encargos y dibujando sobre diferentes soportes: papel, cristal, porcelana, etc. Estas experiencias le servirán más adelante para abrir un establecimiento fotográfico en la Perla del Sur.En esa época acoge como pupilo a varios adolescentes, entre ellos a Feliciano Ibáñez (1864-1840), quien se gradúa en la Academia de San Alejandro y sistematiza en sus obras temas sobre las luchas independentistas.

Un historiador cuenta que su esposa Camila regresa con los hijos a Madrid; la investigadora Rosa del Solís Sánchez asevera que marcha con toda la familia para Santa Clara, donde es contratado por Don Luis Estévez. Lo cierto es que no se hace mención de ellos en la prensa local, lo que resulta insólito si nos atenemos a las constantes alusiones que se hacen sobre el artista. De hecho, su hijo Abelardo se halla radicando en Madrid a finales de la década de 1880, donde toma por esposa a Pilar Picó y Marco y nace su nieto, Abelardito Salaya Picó, el 20 de mayo de 1892, más tarde Capitán de la Academia de Artillería española. A su vez, durante la etapa en Cienfuegos, Camilo tiene fuertes lazos con la local Inés Roig, de quien se dice fue su discípula, amante y con la que abre una galería fotográfica (Continuará).

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Un Comentario en “El velado encanto de un pintor: Camilo Salaya de Toro (Parte I)

  • el 11 febrero, 2024 a las 1:20 am
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    Interesante artículo, aunque tiene algunos errores referente a la vida de mi tatarabuelo Camilo Salaya y Toro

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