Entre el deber y la vocación, jóvenes a filas del Servicio Militar en Cienfuegos
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El cumplimiento del Servicio Militar Activo (SMA) constituye un sagrado deber para con la Patria. Por esta vía, en casi seis décadas, millones de cubanos y cubanas se han preparado para defender la soberanía, independencia y conquistas de la Revolución, ante las constantes amenazas del imperio más poderoso sobre el planeta Tierra.
Junto a esa extensa lista de jóvenes se suman hoy Ana Laura Pérez Armas y Raúl Reyes Díaz, quienes inician una nueva etapa de sus vidas y una experiencia completamente novedosa. Ella ingresa al Centro de Preparación de la Región Militar (RM) Cienfuegos por medio del Servicio Militar Voluntario Femenino (SMVF), en tanto su compañero es uno de los tantos beneficiados por los programas de la Revolución a pasar el SMA.
“Para mí es una oportunidad la estancia en este Centro, donde estoy segura recibiré materias básicas para mi posterior desempeño por un año como combatiente de la Brigada de la Frontera en Guantánamo, considerada la primera trinchera antimperialista de Cuba”, expresa con orgullo la futura estudiante del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI).
Agrega la otrora dirigente estudiantil que siempre estuvo entre sus proyectos de vida la incorporación al SMVF, pues quería predicar con el ejemplo personal, la misma propuesta que tanto hizo a compañeras de estudios. “Puedo decir con satisfacción, además, que me he criado en una familia promotora de valores y principios políticos e ideológicos muy a tono con el deber a cumplir por la juventud de hoy y su compromiso con nuestro proyecto”.
Por su lado, Raúl está convencido de encontrar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), mucho más allá del rigor y la disciplina militar, una escuela para la vida. “Sé por amigos míos cuánto le ha aportado esta experiencia en hacerlos hombres de bien, con un concepto mucho más acertado del compañerismo, la solidaridad, el humanismo y el patriotismo”, reconoce el graduado como profesor de Educación Física.
De acuerdo con el Coronel Miguel Ángel Chávez Moreno, jefe del Comité Militar Provincial (CMP) de la RM, los jóvenes llegan al Centro de Preparación luego de haber pasado por un proceso de reclutamiento, tras la inscripción en el Registro Militar cumplidos los 16 años, y pasar por los exámenes médicos de aptitud y selección.
“Dada la situación actual por la pandemia de la Covid-19, precisa el oficial, antes de ingresar en la Unidad todos se pesquisan para descartar cualquier contagio de la enfermedad. Los pasos siguientes tienen que ver con el proceso de documentación, avituallamiento de ropa, calzado y aseo personal. A continuación les realizan el chequeo estomatológico, con el fin de, en caso de ser necesario, brindarle el tratamiento adecuado de la especialidad”.
Las propias condiciones de la situación epidemiológica de la provincia y del país hacen que el período de preparación del nuevo soldado se acorte a quince días. “No obstante, aclara Chávez Moreno, recibirán de manera intensiva los conocimientos teóricos y prácticos fundamentales para su desempeño en las diferentes unidades militares donde sean asignados”.
Agrega el jefe del CMP que en el caso de los llamados diferidos, con carreras universitarias otorgadas, permanecen en las unidades por catorce meses, al igual que los comprendidos en los Programas de la Revolución. El resto lo hará por 24 meses, y entre las oportunidades para estos están las de acogerse a la Orden 18 del Ministro de las FAR y optar por una plaza de nivel superior de acuerdo con la trayectoria y los méritos acumulados durante el cumplimiento del Servicio, o permanecer en las instituciones armadas, si así lo desean.
Por su lado, aquellos que tienen asegurada la continuidad de estudios universitarios, y en aras de mantenerlos actualizados en las asignaturas básicas, profesores de las universidades y de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos desarrollan con ellos un programa docente de superación cultural.
Una vez enfundados en sus nuevos uniformes de soldados, Ana Laura y Raúl advierten que —de cierta forma— tienen un aspecto externo diferentes; mas, exhiben con orgullo el traje que los acompañará a partir de este momento, dispuestos ambos a honrar ese verdeolivo, símbolo de dignidad, intransigencia revolucionaria y consagración.
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