Transparencia y gradualidad: Cuba redefine su mercado cambiario
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El nuevo mercado cambiario en Cuba no es una medida aislada ni improvisada. Se inserta dentro del Programa de Estabilización Macroeconómica y del Programa de Gobierno para corregir distorsiones e impulsar la economía, que lo conciben como pieza central para ordenar las finanzas internas, reducir la informalidad y generar confianza. El Banco Central asume el rol de árbitro, con el objetivo de que el acceso a divisas se trasparente, regulado y gradual.
Un camino lleno de intentos y tropiezos
La historia monetaria cubana está marcada por sucesivos intentos de reforma. Desde la legalización del dólar en 1993, pasando por la creación del CUC (Peso convertible cubano) en 1994 y las Casas de Cambio (CADECA) en 1995, hasta la Tarea Ordenamiento de 2021, Todas estas medidas tenían un objetivo común: recuperar el papel del peso cubano como moneda de referencia, capaz de organizar precios, contratos y expectativas dentro de la economía nacional. Sin embargo, ninguna logró cerrar la brecha entre la tasa oficial y la realidad del mercado informal, lo que derivó en precios inflados, contabilidad maquillada y, sobre todo, una pérdida de confianza en el sistema financiero, que dejó de ser visto como un espacio seguro y transparente para canalizar las operaciones.
El nuevo esquema, anunciado por el Banco Central en diciembre de 2025, busca retomar esa aspiración histórica, pero con un diseño más realista y transparente, que combine estabilidad con gradualidad y permita que el CUP (Peso cubano) vuelva a ocupar su lugar como moneda central de la vida económica.
Gradualidad: principio rector
La gradualidad en los procesos de cambio, se presenta como una estrategia que privilegia la estabilidad y a confianza ciudadana frente a la incertidumbre de los saltos abruptos. En las reformas cambiarias existen dos enfoques opuestos: el Big Bang, que aplica reformas de golpe y genera choques inflacionarios junto con altos costos sociales y políticos derivados de políticas de ajuste, y la gradualidad, que avanza paso a paso, ajustando reglas y segmentos de manera progresiva. Mientras el primero ofrece rapidez y claridad, pero con riesgos de desestabilización, el segundo privilegia la estabilidad, la adaptación social y la construcción de confianza.
En el contexto actual, Cuba ha optado por la gradualidad como estrategia central. El nuevo mercado cambiario se inserta en los programas económicos nacionales con un diseño híbrido que combina tasas fijas y una tasa flotante diaria. Este esquema evita un salto brusco, permite que los actores económicos se adapten y ofrece al Banco Central margen para intervenir y sostener la credibilidad del sistema.
Pero su éxito depende de un factor decisivo: la confianza en las instituciones, en las reglas y en la transparencia del sistema financiero. Sin ella, el mercado cambiario oficial no podrá convertirse en referencia real y seguirá coexistiendo con un mercado paralelo.
Transparencia como condición indispensable
La primera condición indispensable para el funcionamiento del mercado cambiario es la garantía de reservas internacionales. Sin un respaldo sólido, el Banco Central no puede intervenir para estabilizar la tasa flotante ni sostener la credibilidad del sistema. Las reservas son el colchón que permite absorber desequilibrios, dar seguridad a exportadores e importadores y transmitir confianza a la ciudadanía.
A partir de esa base, la transparencia se convierte en el segundo pilar. Publicar diariamente las tasas, los volúmenes y las operaciones reales es fundamental para que los ciudadanos confíen en el sistema. La transparencia convierte al mercado en un espacio de previsibilidad y reduce la incertidumbre, enviando una señal positiva a los inversionistas nacionales y extranjeros. Nadie invierte donde el acceso a divisas depende de rumores; todos prefieren un entorno donde las reglas son claras y públicas. En Cuba, la transparencia no es un lujo, sino una condición indispensable para que el mercado oficial se convierta en referencia real y confiable.
Beneficios, riesgos y desafíos
El nuevo mercado cambiario puede traer beneficios concretos: reducción de costos asociados a comisiones abusivas, mayor previsibilidad para empresas estatales y privadas, incentivo para exportadores a canalizar divisas hacia el sistema oficial y señal positiva para inversionistas. Además, al permitir que las formas de gestión no estatal accedan a divisas de manera legal y transparente, se favorece una reducción de precios para la población,
El reto principal será sostener la credibilidad del esquema. El Banco Central debe garantizar que las tasas reflejen operaciones reales y que las reservas permitan intervenir sin agotarse. Otro desafío es la relación entre tasas de cambio y pago de impuestos: si no se unifican criterios fiscales y contables, podrían perpetuarse distorsiones como precios inflados o maquillaje contable. Existe también el riesgo de sostener una economía bifurcada, con tasas oficiales y reales que generan un diferencial capaz de erosionar la transparencia, propiciando opacidad contable en el sector privado, especulación y posibles prácticas de evasión fiscal.
A ello se suma un desafío cultural y pedagógico: la capacitación y creación de capacidades sobre el funcionamiento y las leyes del mercado. Durante muchos años, en Cuba se desconoció el mercado como espacio regulado, lo que genera brechas de conocimiento tanto en la ciudadanía como en instituciones y empresas. Sin formación adecuada, las reglas pueden quedar en letra muerta.
Con capacitación, en cambio, se construye confianza, se legitima la participación y se fortalece la capacidad de los actores económicos para operar en un entorno transparente y competitivo.
Claves para seguir pensando
El mercado cambiario oficial cubano es un paso necesario y estratégico. Su éxito dependerá de la transparencia y de la confianza en las instituciones y reglas. Su consolidación reducirá la informalidad, fortalecerá el papel del peso cubano y abrirá un entorno más confiable para la inversión. Sin embargo, el tema exige análisis continuo de sus múltiples aristas, desde la gestión de reservas hasta la pedagogía económica, pasando por la relación con la política fiscal, la manera que se comunican sus reglas y objetivos a la ciudadanía y la cultura empresarial.
Solo así se logrará que se convierta en un verdadero instrumento de desarrollo sostenido para el país.
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