Topónimos jubilados en la geografía cienfueguera

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¿Cuántos de los cienfuegueros residentes en el reparto de Pastorita saben que viven en el antiguo barrio del Matadero?

Escribí antiguo y el término resulta tan relativo como la verdad, porque hasta bien avanzados los 80 en el sitio donde hoy se levanta la jefatura del MNINT aún podían verse las ruinas del edificio dedicado durante años al abastecimiento de carne vacuna a la ciudad. Y de paso le daba nombre a aquel pedazo de tierra cubana, antesala del poblado marinero de O’Bourke.

El caso es que la toponimia, estudio y significación de los nombres propios de lugar, es un ente vivo y como tal siempre tendrá abundante tela por donde cortar.

Hace unos años mi vecina Luisa Vidal Mazarredo, que en paz descanse, puso en mis manos el folleto Apuntes geográficos del municipio de Cienfuegos, editado en 1936 por Gustavo Amigó, profesor entonces del Colegio Monserrat.

Y mientras recordaba la lectura de aquel préstamo bibliográfico brotó el impulso de escribir esta columna. Para hablar de los topónimos que fueron y ya no son.

Entre los 21 barrios rurales del municipio aledaño a la bahía de Jagua aparecen Caimanera (donde residían 236 personas), Ramírez (1237) y Soto (375), de los cuales no somos muchos los contemporáneos que podemos dar referencias.

Lo mismo sucede con Silva. Así se nombró el primer aeropuerto de Cienfuegos, inaugurado en julio de 1931 por la Compañía Nacional Cubana de Aviación, cerca de Buenavista en la carretera de Caunao, según la constancia escrita de Amigó.

Otros topónimos que no me resultan familiares al oído son los de las lagunas de Palo Seco (comunicada con el río San Juan) y la de Urubi, relacionada con el Arimao.

Tampoco me suenan los cayos Corojo y Ratón que conforman con los de Carenas, Alcatraz y Ocampo el conjunto insular de la bahía. Porque el Loco hace tiempo que fue anexado a tierra firme y perdió su condición isleña.

En la boca del río Salado el autor de los Apuntes… reseña la desaparición del Cayo Largo, debido a la acción de la propia corriente fluvial que lo formó. Lo mismo había sucedido anteriormente en el propio sitio con Cayo Yana, bautizado con el nombre de su único habitante, un indio sobreviviente a la Conquista.

Curiosa por excelencia es la toponimia de la bahía: puntas del Pañuelo, la Trompada, de la Yerba y Movida o la ensenada de Mariano. Ojalá pervivan al menos en la lengua cotidiana de los pescadores furtivos de camarón.

En el mapa que anexa Amigó a su folleto se localizan los asentamientos humanos de Caimaneras y Donastilla, ambos en la margen occidental del río Damují y muy próximos a su desembocadura.

Llamativos me resultaron, además, el callejón de los Guapos, que servía de límite al municipio allá por la zona de Ramírez o el arroyo Jiquiarí y los pozos de la Madama, ambos relacionados con el abasto de agua a la población.

Comencé con una interrogante y concluyo con otra. ¿Alguien puede dar referencia de estos topónimos jubilados?

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

2 Comentarios en “Topónimos jubilados en la geografía cienfueguera

  • el 10 junio, 2023 a las 5:29 pm
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    Pues mire, le comenta uno que alguna vez fue de esos pescadores furtivos de camarones. Le puedo asegurar que, al día de hoy, esas gentes resultan los mejores celadores de aquellos viejos topónimos. Al menos los que guardan relación con el entorno de la bahía. Al cuidado del viejo, allá por los 70s del pasado siglo, nos íbamos los hermanos mayores con dos o tres vejigos más de barrio a pescar “camarón al dedo” ¿Sabe ud. qué es eso? Nos armábamos con una caja individual, casi siempre en forma de pequeña barca de cinc con pequeños orificios, de unos 30 centímetros, asegurada encima con una tabla para asegurar la flotabilidad. En medio de ella, un hueco rematado con tapa y “bisagra” hecha de neumático. Con ese artefacto amarrado a un cordel en la cintura, nos íbamos hasta los placeres cercanos a la desembocadora del río Caunao, a un sitio conocido como El Burro. Allí, acostados sobre la barriga dentro del agua que apenas superaba un pie, chapoteábamos y tirábamos brazadas de cieno para provocar la mayor revoltura posible. Con los brazos extendidos en movimientos hacia adelante y los lados, tanteábamos entre el fango hasta dar con los inconfundibles bigotes del sabroso crustáceo. Cuando lo palpábamos, sólo había que mover la mano un tanto hacia adelante, pues conocido es que el camarón camina hacia atrás. Asegurado, el resto era echarlo en esa suerte de vivero individual. En aquellos años no era difícil “pescar” de esa manera dos o tres libras de camarón en una mañana. Pero bueno, volviendo al tema de los topónimos, que nos disgregamos un poco, ya le contaba de aquella zona de El Burro. Enfrente, dos diminutos cayos, uno, Ratón, el otro, Las Putas. A la izquierda, buscando hacia la desembocadura, el más grande, cayo Corojo, nombrado así pienso que por el número de palmas de esa especie que abundan sobre el islote, formado casi en las fauces mismas del Caunao, que vierte a la izquierda de ese pedazo de tierra y por cuyo fondo discurre un brazo del río que, durante las crecidas, es el encargado de aportar todo el limo a esa parte de El Burro y Tellería, sin dudas los mejores criaderos naturales del camarón en la bahía. Le he hablado de esos que ud. menciona y dice no conocer. Hay decenas de otros que se conocen poco y perviven gracias a la transmisión oral de generaciones de esos pescadores furtivos, de camarón y de otras especies, gentes de noches y madrugadas en vela tras la captura que cada vez se hace más esquiva y más perseguida. Lástima que sea así, porque cuando ya no quede ninguno desaparecerán quienes en alguna ocasión inspiraron a cantarle a la luna de Cienfuegos y aquellos hombres que, con sus barcas, ponían luceros sobre el litoral. Gracias por animarme a este desahogo pueril.

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    • el 16 junio, 2023 a las 5:40 pm
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      Gracias a usted por el valioso testimonio. Si no tuviera inconveniente pudiéramos para hablar del tema con más propiedad (por mi parte). Un cordial saludo y que vivan los desahogos pueriles,

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