Silvio Rodríguez y su arte otra vez conmovieron a Latinoamérica
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El periplo del ícono de la nueva trova cubana estuvo cargado de simbolismo, no solo por el reencuentro del poeta con un público que a todas luces le venera, sino por las entrevistas y los honores que le fueron concedidos.
Tras una presentación en la emblemática escalinata de la Universidad de La Habana, comenzó un viaje que ya auguraba fuertes emociones.
Sus cuatro presentaciones en Chile solo merecen ser descritas como apoteósicas, en un Movistar Arena que pareció encogerse pese a sus 14 mil puestos.
Durante su estancia en Santiago fue recibido por el presidente Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda, cuyas instalaciones recorrió, entre ellas el antiguo despacho que ocupó el asesinado expresidente Salvador Allende (1908-1973).
“Venir a Chile siempre es maravilloso”, declaró a medios locales.
En Argentina la excitación no fue menor.
Cada uno de sus tres conciertos, en el Movistar Arena de Buenos Aires, fue una evocación, pero también una certeza de cuanto enriquece la buena música a la espiritualidad.
El trovador fue homenajeado en el municipio bonaerense de Moreno y recibió reconocimientos de las Abuelas de Plaza de Mayo y de la comunidad educativa local.
También conversó con la expresidenta Cristina Fernández, quien lo atendió fraternalmente en su departamento, donde cumple una injusta prisión domiciliaria.
En ambos países el repertorio del artista contó con algunas de sus piezas consideradas ya antológicas como “Canción del elegido”, “Historia de las sillas”, “Ala de Colibrí”, “Sueño con Serpientes”, “Pequeña serenata diurna”, “Unicornio”, “Te amaré”, y “Ángel para un final”, entro otras.
Sin embargo, hubo espacio para el homenaje con la inclusión de otros temas icónicos de compatriotas suyos como “Te perdono”, de Noel Nicola, y “Yolanda”, de Pablo Milanés.
En el Antel Arena de Montevideo rindió igualmente honores a figuras uruguayas como Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa, a quienes dedicó la canción “Noche sin fin y mar”.
Rodríguez visitó a Lucía Topolansky, exvicepresidenta de ese país sudamericano y viuda del expresidente José Mujica (1935-2025).
El encuentro tuvo lugar en la chacra que ambas personalidades uruguayas compartieron en un ambiente íntimo y afable.
El público peruano le recibiría luego en el Multiespacio Costa 21 de Lima con la vehemente bienvenida que merece a un amigo muy querido al que no se le ve en 12 años.
Volvió a repetir su magia en ese escenario acompañado por Rachid López y Maikel Elizarde (guitarra y tres), junto a Niurka González (flauta y clarinete), Oliver Valdés (batería y percusión), Jorge Reyes (contrabajo), Jorge Aragón (piano) y Emilio Vega (vibráfono).
En Colombia siguió con su exitosa estela de boletería agotada y corazones llenos.
La ciudad de Medellín lo arropó de manera calurosa.
Con las emociones a flor de piel, los asistentes al espectáculo se fusionaron en un coro multitudinario sobre todo cuando interpretó “Ojalá” y “El necio”, piezas ya infaltables en su repertorio.
Rodríguez deleitó a un público que en todo momento lo reciprocó con aplausos atronadores, gritos ensordecedores, exclamaciones de bravo, por eso no fue de extrañar que la despedida del bardo se volviera inconcebible para sus fans quienes pedían por más canciones al final de la noche.
En Cali, donde el concierto podría haber adquirido un regusto a despedida por tratarse del último de la gira, no hubo sino desbordante amor.
El presidente del país, Gustavo Petro, quien se encuentra de gira por Medio Oriente, lamentó no haberlo escuchado.
“Silvio Rodríguez ha hecho arte. Y por eso perdurará por siglos, como todo arte”, escribió.
La profecía se cumplió: el poeta otra vez conmovió de manera inolvidable a un público que, en su afán de agradecer, también dejó en el poeta una huella indeleble.
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