El reto de hacer más atractiva la enseñanza de la Historia

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Un hombre puede mirar atrás, escrutar los andares de una vida, o de muchas, y aprender. Quizás, la serena capacidad de analizar causas, consecuencias y contexto de nuestros actos; de cada experiencia pasada, es lo que entendemos por madurez. Pero, más allá de cualquier intensión de enjuiciarlos, toda persona atesora con cariño sus recuerdos; en la memoria, en gruesos álbumes de fotografías familiares o en ambos.

Cuando a este relato personal se agregan otros, algunos cientos y miles más hasta llegar a millones, entonces se está escribiendo la Historia de un país.

La importancia de la Historia está fuera de discusión. La necesidad de encontrar métodos más efectivos para su enseñanza continúa como tema central del debate público en Cuba, y Cienfuegos no escapa a esta realidad.

“Se debe acercar más a los estudiantes a la Historia. Es necesario para todos. La Historia es la memoria viva del pasado en el presente. Es necesario que se hagan modificaciones en la manera de enseñarla.”, me dice Yamila.

Por su parte Ana Margarita plantea que “el profesor de Historia debe estar muy bien preparado; cuando hay un conocimiento de la materia se puede entonces mostrar esa asignatura como algo vivo, que está en nuestra cotidianidad, no impartirla con dogmas y consignas. ¡Eso provoca el rechazo del estudiante!”

A Martí, por ejemplo, hay que mostrárselo a los jóvenes no como algo que pasó hace ya muchos años, sino que deben llevarse sus ideas y conceptos a la época actual.”, propone Nelson. Y entiendo que enseñar el hecho histórico es fundamental, tanto como interpretarlo, contextualizarlo.

Hay que trasmitir la pasión por la Historia. La palabra vibrante de Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, cuya desaparición física todavía lamentamos; describiendo anécdotas y pasajes, nos aproxima, desde la emoción, a Céspedes, Martí, Fidel y a otras tantas figuras imprescindibles de la Patria.

En Cienfuegos, también encontramos voces que calan hondo. Las investigaciones y la interpretación de significativos hechos y personalidades por parte de historiadores como José Díaz Roque, también desaparecido físicamente; Orlando García Martínez y Andrés García Suárez refrescan y humanizan la historia local.

Porque lo contrario es, a juicio de este comentarista, un error. Predomina en el sistema educativo la tendencia a presentar a los héroes como seres impolutos, absolutamente libres de la mínima imperfección.

Un héroe nace del hombre que duda y busca respuestas; que ama a su pueblo, su cultura; lucha por erradicar la injusticia; que, en el camino, comete, no uno ni dos, sino muchos errores, como todos, pero que aprende de ellos para continuar, porque, tiempo atrás, abrazó la convicción de anteponer a su propio bienestar la lucha por la prosperidad de un país.

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