Para que no les pase como a Chacumbele

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Peino canas. Y más allá de la vanagloria pueril de sentir que me quedan bien, son la prueba ineludible de acumular experiencias en más de cuarenta y tantos años de vida, pero insuficientes para atestiguar el éxito del tema bailable Chacumbele, del compositor Alejandro Mustelier en la primera mitad del siglo pasado. El pegajoso estribillo derivó en una frase propagada a nuestros tiempos: “… él mismito se mató”.

En uno de los recorridos de domingo con la pretensión de abastecer el viandero pasé por una dependencia estatal; al percatarme de que una hoja de la ventana hacia la calle estaba abierta, llamé al custodio en repetidas ocasiones.

Deseaba preguntar si se mantenía el mismo horario de atención a la población y personarme al siguiente día. Nadie respondió a mis voces, aun cuando elevé el tono, por si el agente encargado del servicio de guardia estaba en algún local interior. Hasta que, solícita, una vecina me aclaró desde la acera opuesta: “No pierdas el tiempo. Ahí no hay nadie durante el fin de semana hasta las seis de la tarde. Dejan el ventanal entreabierto para simular que hay alguien”.

¿Cómo se garantiza entonces la integridad y custodia de los recursos materiales? ¿Cómo dar respuesta a contingencias, amenazas u otras situaciones con tamaña violación organizativa?

No desconozco la insuficiente fuerza laboral en los diferentes ámbitos de la economía nacional. Con excepción de las agencias especializadas cuyo objeto social es prestar servicios de seguridad y protección, y otras empresas con sistemas de pago atractivos, el resto del personal que hace la misma función devenga un salario no superior a los 2 mil 600 pesos, cifra irrisoria para la contemporaneidad.

Creo imprescindible retomar el benéfico ejercicio de la prevención y hacer un llamado a los directivos de las entidades empresariales. El Decreto Ley 186 del año 1998 mantiene su vigencia, en él queda esclarecida la máxima responsabilidad del jefe del centro laboral para el despliegue de un sistema de medidas que sean garantía de la preservación y custodia de los recursos bajo su égida.

Ningún inmueble está exento de riesgo, por tanto, las vulnerabilidades deben ser correspondidas con disposiciones mesuradas y suscritas a la legalidad.

El activismo sindical, expresado en el establecimiento de la guardia obrera, el pluriempleo, muchas pudieran ser las variantes a utilizar, lo verdaderamente inconcebible es apostar por la desidia, el conformismo y la indiferencia en preservar el patrimonio colectivo.

A mi entender, bastó con un Chacumbele para la historia.

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Frank Losa Aguila

MSc. en Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología.

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