Los Gemelos y la agenda pública en el Periódico 5 de Septiembre
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La agenda pública y su tratamiento en el periódico 5 de Septiembre ha sido un asunto de estudio en los últimos tiempos. Los compromisos editoriales impiden muchas veces que su presencia en las páginas del medio sea recurrente. De ahí el surgimiento de la columna gráfica Los Gemelos, de Villafaña, hace ya 20 años, que llegó como la herramienta para salvarnos de la imposición de una agenda muchas veces lejos de los intereses de los públicos.
Tal y como sienten-piensan los gestores de este Arte— así en mayúsculas—, porque no es un “arte menor” como lo califican algunos, el humor gráfico permite la visualización de los hechos sociopolíticos desde nuevas perspectivas; utiliza un lenguaje que convierte ideas en imágenes, convoca imaginarios, y forja metáforas gráficas con un afirmado sentido moral y político.
No puede obviarse que el humor gráfico se empleó, y aún se hace, como un instrumento de uso social, advirtiéndose una sensibilidad o inclinación especial por el asentamiento, reconstrucción, negación o transformación de referentes, símbolos o estereotipos que encierran significados compartidos por una colectividad con valoraciones que, incluso, han permanecido en el tiempo.
Manuel Raimundo Villafaña Sacerio, Villa, para todos los que lo conocen, nació en Cienfuegos el 1ro de enero de 1955, y es de esos artistas que nunca busca los aplausos; se sienta en la última fila en un salón de reuniones, con el propósito de pasar inadvertido; suele llegar tarde a casi todo y escuchar música, buena música, eso es cierto; y hablar y hablar hasta el cansancio del interlocutor, ¡claro, cuando no está concentrado en el diseño!
Villa es diseñador del periódico 5 de Septiembre desde hace más de 40 años, y resulta ser el padre de Los Gemelos, a los que les dio la vida un 14 de noviembre de 2003. Es considerado el progenitor de esos personajillos caricaturescos, como Eduardo Abela, de El Bobo; René de la Nuez, del Loquito; y Ricardo de la Torriente, de Liborio.
Primero hizo mucho humor político y caricaturas personales (de hecho los sigue cultivando para los salones, y en virtud de sus incursiones en ambas categorías no pocos lauros se ha granjeado﴿, aunque en la franja más reciente de su labor periodística se dedica al humor costumbrista y a satirizar todo eso que nos agrade del medio. Y por ello, es que trascenderá la obra de este singular artista, tan desnortado para reuniones, eventos y compromisos, como aguzado para percibir los más trémulos sonidos del ambiente citadino y los redobles callejeros de la esquina, el mercado, los establecimientos públicos, el escaso salario, las vicisitudes del transporte. El aporte fundamental de la columna gráfica Los Gemelos es que va mucho al humor doméstico del cienfueguero, a la cotidianidad de los pobladores locales; he ahí su rasgo distintivo.
Detrás de una caricatura no siempre hay risas. El humor es algo que no le causa gracia a todos. Si bien estas obras no persiguen ovaciones, tampoco las generan para el creador, porque no se trata de un retrato y por lo tanto, se centra en la crítica. Aunque la viñeta periodística pretende entretener al lector y generar efectos humorísticos o al menos provocar una sonrisa, su verdadero objetivo reside en aludir a la actualidad sociopolítica de una manera ingeniosa y sorprendente, presentar una mirada crítica y, en última instancia, emitir un juicio. Así, no cabe la menor duda de que el caricaturista se posiciona ante situaciones sociales y políticas complejas y busca alertar y hacer reflexionar al lector.
Desde la auténtica consecuencia creativa que delata el profundo sino gráfico en el obrar de Villafaña Sacerio, incluso a partir de sus meros inicios en la palestra artística cienfueguera y cubana, hemos apreciado caricaturas no exentas de la imprescindible ingenuidad que resguarda en cada ser humano la pureza.
El concienzudo humorista gráfico aborda un mundo para nada ajeno a sus congéneres, pues la realidad se marca en la columna semanal como lo cotidiano, donde cada una de ellas invita a cabalgar, desafiar el ancho mundo del día a día del cienfueguero oteado con su telescopio.
Las caricaturas son sugeridas desde el onírico espacio donde interactúa, lidia y somete a sus designios (o pacta en buena lid): sus caminatas por el Malecón, la ruta 1 (O’Bourke-La Laguna del Cura) que lo lleva cerca de su casa, las conversaciones en la redacción, la bodega del barrio, la placita o la casilla. El alto precio de los productos del agro, las colas y coleros, el transporte público, las indisciplinas sociales, los salideros y vertederos que pululan en la ciudad, el mercado subterráneo, entre otros temas, se abordan en la sección.
Seguramente, el autor de estas entelequias inmateriales (al menos de manera figurativa) no sospechó entonces el alcance potencial de su invención, que su pereza, como la calificara el finado Douglas Nelson Pérez Portal —destacado diseñador gráfico, caricaturista y pintor—, promovería tales fabulaciones hasta el imaginario popular.
Villafaña metaboliza el ente real y lo lanza a su ruedo para que vuele una y otra vez por la ciudad, así lo pintoresco cubano se revela a salvo gracias a la sincera aprehensión que de su cultura hace el creador. Esa constante inquietud le aporta densidad al polo crítico más urticante incluido en su obra, una proyección estética, cuyo costado insolente ampliaría también sus intencionalidades conceptuales bien marcadas en algunas de ellas, al recrear el caos citadino, ese donde convergen el drama humano que subyace en el carácter administrativo y político que ostenta la ciudad con las implicaciones que ello aporta a la estructura social y la actividad económica.
Y es que la caricatura sigue reinventando su auténtica configuración en el mapa cultural y social de estos tiempos. De ahí su repercusión. Más que un chiste gráfico existe un producto que, bajo la misma forma, realiza otra función que no es la puramente amena. Es lo que podría denominarse como la columna gráfica, dada la relevancia de la firma y teniendo en cuenta que forma parte de una sección fija del periódico. La esencia de este planteamiento es, justamente, la función que ejerce dicho material periodístico.
Recurre el autor con asiduidad a las permutaciones lógicas e ironías. Es interesante destacar que en la columna gráfica, a pesar de delimitarse dentro de la iconografía, el plano lingüístico es fundamental para la correcta interpretación del mensaje por parte del receptor, ya que utiliza en no pocas ocasiones letras de canciones bien conocidas, refranes, títulos de libros, de filmes, de novelas y hasta de programas de la televisión, así como frases propias del argot popular: la vida es un carnaval, será …pa’ cuando se seque el malecón, y la vida sigue igual, ayer tuve un sueño, fue sensacional, nadie quiere a nadie se acabó el querer, esas pequeñas cosas que ayudan a vivir, cachumbambé, la vieja Inés, que fuma tabaco y toma…
El humor de Villafaña descansa en las metáforas verbales que de modo cínico describen sensaciones o subjetividades (gracias a ello los públicos construyen mentalmente sus propios personajes). En la epistemología de la imagen se descubre una relación muy enriquecedora y fresca entre el sujeto inferido y el imaginado, pues ni lo verbal ni lo icónico deforman la realidad. Si la risa conmocionante se produce es gracias a la sencillez con que se expresa el autor, sin lecturas adyacentes.
Desde una dimensión morfológica, no existe una primicia. A todas luces, tampoco importan los signos de los protagonistas (si aparecen entidades reconocibles, como las nubes, el sol, la luna, la montaña, para dinamizar el estatismo del resto de las figuras, suministrar cierta perspectiva o volumetría), pues su interés es erigir “imágenes de textos”, haciendo uso de referentes que ayudan a la representación mental.
La caricatura como se conoce actualmente, la caricatura editorial, esa que se puede encontrar en diarios y revistas, gacetas y portales web, e incluso en redes sociales como X o Instagram, es el legado del desarrollo histórico de un arte gráfico que ha acompañado a la humanidad durante siglos y que desde sus primeras apariciones ha evolucionado para servir a los propósitos de sus autores.
Después del chiste la caricatura es el medio predilecto para hacer humor. La razón es que como medio de difusión de un mensaje la caricatura tiene la capacidad de alcanzar y permear fácilmente a su receptor debido a lo rápido y sencillo de su lectura. La crítica visceral y en algunos casos inescrupulosa se ve atenuada cuando su entrega se da por medio de un producto fácil de asimilar y con el cual el lector logra sentirse identificado. Los impactos y alcances de la caricatura política son variados y dependen del contexto en el cual se desarrollen.
Podemos considerar, entonces, que el humor es como una actitud humana, asumir una posición ante la realidad que se vive. Es como la transgresión consciente, deliberada, constante y sistemática de los mecanismos que rigen el normal desarrollo de la interacción comunicativa cotidiana.
Y es ahí donde vemos cómo la columna gráfica Los Gemelos del periódico 5 de Septiembre, tiene la capacidad de hacer reír, pero a la vez, de reflexionar, analizar sobre el tema o asunto que se muestra en la caricatura; es una fuerte herramienta de crítica social con un doble propósito: provocar la risa y hacer pensar. Emplea un lenguaje capaz de ser entendido por todos convirtiéndose en un instrumento muy útil a la hora de expresar ideales o inconformidades ante una determinada situación, es decir suele funcionar como catarsis de aquellas situaciones que de alguna manera suelen afectar a la sociedad.
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Excelente reconocimiento al querido amigo Villafaña. Siempre la caricatura encierra su mensaje detrás del trazo de la pluma y el Villa es un maestro de ese Arte. Un abrazo grande y que siga caricaturizando la realidad cienfueguera y cubana
Gracias por su comentario. Villafaña merece todos los elogios.