Líbano entra en quinto mes de vacío presidencial
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La entrada hoy en el quinto mes de vacío presidencial pesa sobre la realidad de Líbano, en medio de las repercusiones de las crisis interconectadas desde el punto de vista financiero, bancario, social y político.
Sin un horizonte visible, la fragmentación del Parlamento y la injerencia extranjera bloquean la designación del nuevo jefe de Estado de la República para los próximos seis años con el fin de impulsar reformas de recuperación.
La reunión de París a inicios del mes pasado entre funcionarios de Francia, Arabia Saudita, Estados Unidos, Egipto y Qatar intentó presionar a las autoridades de Líbano sobre una posible revisión de las relaciones en caso de prolongar la vacancia por más tiempo.
A nivel interno, el teatro político persistió en febrero y las discrepancias obstaculizaron las sesiones legislativas con predominio del voto en blanco y la ausencia de un candidato consensuado de la comunidad cristiana maronita, capaz de ocupar el puesto de mandatario.
El país sufre el impacto de un doble vacío constitucional por primera vez desde el acuerdo de Taif de finales de la década del 1980, tras la conclusión del mandato del presidente Michel Aoun, el 31 de octubre y la gestión de manera interina del gobierno del primer ministro, Najib Mikati.
A día de hoy, el gabinete libanés celebró solo cuatro sesiones, bajo el título de asuntos de emergencia y frente al boicot de algunas fuerzas políticas.
En el orden económico, la moneda nacional alcanzó el cambio de 85 mil libras por cada dólar estadounidense en el mercado paralelo; mientras, la plataforma oficial del Banco Central opera a 45 mil 400 y los precios de los artículos de primera necesidad crecen a diario para acentuar las dificultades de los ciudadanos.
Los docentes y empleados públicos mantienen sus reclamos por mejores salarios, asistencia social y subsidio de transporte ante la disminución del poder adquisitivo; en tanto, el flagelo de la corrupción tensa la relación entre el sector bancario y el poder judicial.
En este contexto, el titular del Parlamento, Nabih Berri, indicó que el país no aguanta más la continuidad del vacío de poder y bloques, dirigentes, ministros y líderes religiosos rechazaron la imposición de un presidente desde el extranjero.
Ante este panorama, la Resistencia islámica (Hizbulah) denunció la interferencia y la guerra económica de Estados Unidos contra Líbano en busca de obligar a los pobladores a rendirse a sus condiciones y dictados.
Según la Constitución, en la ronda inicial de votaciones el candidato debe obtener una mayoría de dos tercios o 86 sufragios para ganar y en caso de segunda vuelta 65 votos.
Desde el pasado 29 de septiembre, Líbano acude al Parlamento con el propósito de designar al presidente de la República número 14 después de la independencia y a la espera de la convocatoria de la duodécima sesión, el tablero político mantiene en juego los nombres de Suleiman Franjieh, Michel Moawad y el general del Ejército, Joseph Aoun.
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