Hermandad
Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 6 segundos
Si algún sentimiento puede describir y definir estos días tan intensos y duros para muchos cubanos es la hermandad. Cuando más falta hace esa mano amiga, llega sin condiciones.
Cuando el aliento viaja con un abrazo sincero y ayuda real, la confianza se renueva. Cuando el tiempo avanza despacio entre tantas dificultades, el agradecimiento mayor es estar vivos.
Así nos vamos recuperando en el oriente cubano, de los techos, paredes, casas, camas, ropas y demás objetos materiales que el huracán Melissa se llevó en una visita que no queríamos. Aún en varios lugares no hay electricidad, se cocina con carbón, el agua potable escasea. Y el niño no encuentra la libreta y el libro para regresar a la escuela, mientras sus padres solo pueden explicarle que la hermandad de otras personas es la mejor clase de este tiempo.
Ese fue el mismo sentimiento que nos hizo internacionalistas y acudir en 1975 al llamado de la República Popular de Angola para afianzar una independencia que esta semana celebrará 50 años de alcanzada. Y nuestras relaciones diplomáticas con esa nación africana crecieron desde entonces bajo un postulado único: ser hermanos sin condicionamientos, y cumplir un elemental deber con la humanidad,
entendida como Patria, tal y como lo soñó Martí.
Este mes de noviembre todos estamos inmersos, además, en la Jornada Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, que hace tiempo dejó de ser protocolar o formal para servir como guía en el propósito de salvar vidas que se pierden en accidentes laborales, por falta de medios de protección o violaciones de la seguridad. Aquí hay y habrá necesidad también de hermandad para compartir cascos, guantes, petos, fajas, mascarillas y todo lo que evite desgracias en nuestros colectivos.
Abundan las tareas e ideas para un solo corazón, diría un pesimista. Mis manos son tus manos hoy, repetiría la voz de hermano. Y seguro la semana amanece más comprometida.
Visitas: 0

