Fidel y el huracán Lili

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 37 segundos

Nunca supe si era cierto que a Tony, el muy capaz meteorólogo cienfueguero ya fallecido, lo consultaban del Centro Nacional de Pronósticos (CNP), como muchos decían. De lo que sí estoy seguro es que era súper inteligente. Y me lo demostró cuando anunciaban la eminente entrada a tierra cubana del huracán Lili.

En el local donde radicaba la pizarra telefónica y el télex —equipo de transmisión de texto—, en la sede del Comité Provincial del Partido, le pregunté por la posible trayectoria del meteoro.

Los especialistas del CNP lo ubicaban por territorio matancero, pasando sobre la localidad de Cárdenas. Agarró un pedazo del papel del rollo que se usaba en esos equipos y con rapidez trazó un mapa de Cuba y me dijo: “Entra por la Ciénaga de Zapata, pasará por encima de Yaguaramas y saldrá por el norte de Villa Clara”. Santa Palabra. Así mismo fue.

El Lili fue el octavo huracán de la temporada de 1996, pero el segundo más mortal y fuerte. El día 18 de octubre tocó tierra en el sur de Matanzas con categoría 2. En Cienfuegos tuvo rachas de 176 km/h.

Como habían advertido que pasaría por encima de Cárdenas y Varadero,  allá se fue el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Pero el centro del meteoro se inclinó un tanto a la derecha y los daños fueron mayores en Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara y Sancti Spíritus. Fue una tarde desastrosa. Los árboles volaban como si fueran papalotes. La destrucción resultó enorme.

Yo me mantuve en lo que es hoy la Región Militar, bajo el abrigo generoso del entonces Capitán de Navío Roberto González Luaces, jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en esta provincia.

A eso de las 10 de la noche salí con rumbo a mi casa, donde estaban solos mi esposa y mis dos pequeños hijos. El amigo Roberto me susurró al oído: “Temprano aquí, antes de que amanezca”.

Al día siguiente, junto con el alba, llegó el líder de la Revolución a Cienfuegos.

En la oficina del alto jefe de las FAR dialogó con los tres periodistas que allí estábamos. Mostró preocupación por lo sucedido, sobre todo por el estado en que habían quedado lo campos y caminos cañeros. También expuso su pesar por las viviendas destruidas totalmente o dañadas de manera parcial, por los cultivos inundados o muy afectados…, en fin, por las numerosas afectaciones. Su rostro estuvo muy serio todo el tiempo. “Nadie quedará desamparado”, afirmó.

Al despedirse nos indicó que les informáramos a los directores de los medios que se publicaran muchas imágenes, “para que la población pueda apreciar la magnitud del desastre”.

Muchos años después pude recuperar la foto. Es un entrañable recuerdo. El Comandante en Jefe demostró una vez más su preocupación por el pueblo, por quienes se habían quedado sin nada, por el país y la vida.

Así era Fidel: ejemplo, luz, guía…

Visitas: 53

Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

Un Comentario en “Fidel y el huracán Lili

  • el 15 agosto, 2022 a las 11:19 am
    Permalink

    Muy bonitos tus artículos, naciste para esa profesión soy fiel lectora de este periódico

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *