El legado de Fucík: Periodismo con ética, convicción y valor
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Cada profesión tiene su día, pero el Día Internacional del Periodista, este 8 de septiembre, conmemora algo más profundo: un pacto inquebrantable con la verdad. Esta fecha, lejos de ser un simple recordatorio en el calendario, es un llamado global a reflexionar sobre el valor, la ética y la responsabilidad social que asumimos quienes tenemos la tarea de informar, y hunde sus raíces en el ejemplo eterno de Julius Fucík, un nombre que todo periodista debe llevar en el corazón como estandarte.
El legado de un mártir

Julius Fucík, periodista, crítico cultural y militante antinazi checoslovaco, fue detenido por la Gestapo en 1942. Durante los meses que duró su encarcelamiento y tortura en la prisión de Pankrác, en Praga, no claudicó. Con un valor sobrehumano, escribió en pequeños trozos de papel lo que sería su testimonio final: Reportaje al pie de la horca. Un trabajo periodístico realizado literalmente frente a la muerte, donde describe no solo la brutalidad del régimen nazi, sino también la resistencia, la dignidad y la esperanza de los prisioneros.
Ejecutado un 8 de septiembre de 1943 en Berlín, su obra y su ejemplo pervivieron. En 1958, la Organización Internacional de Periodistas (OIP), reconociendo en su historia la encarnación suprema de los valores del oficio, declara esa fecha como el Día Internacional del Periodista en su honor.
Más que una conmemoración, una brújula moral

Este día, por tanto, es mucho más que un saludo protocolario. Es una llamada a la reflexión. En un mundo contemporáneo saturado de información, donde la velocidad a menudo amenaza con opacar la veracidad y donde las sombras de la desinformación y las fake news son largas, la figura de Fucík se erige como un faro. El trabajo riguroso, contrastado y contextualizado que ejercemos desde los medios serios es la antítesis del rumor y la manipulación.
Nos recuerda que el periodismo verdadero no es un ejercicio neutral. Es un acto de profunda responsabilidad social. Es el compromiso de estar al servicio de la gente, de dar voz a los que no la tienen, de fiscalizar el poder y de buscar la luz de la verdad incluso en los lugares más oscuros, aunque eso implique un riesgo personal.
Un llamado para los periodistas de hoy

Rememorar esta fecha es honrar la memoria de todos los colegas que, como Fucík, han pagado el precio máximo por ejercer su profesión con honor, desde los héroes de la Segunda Guerra Mundial hasta los más de 100 periodistas y trabajadores de medios masacrados en Gaza, donde tantas personas sufren hoy las atrocidades de Israel. Es también un momento para que los periodistas reafirmemos nuestro juramento no escrito con la sociedad: el de ser rigurosos, éticos, valientes y, sobre todo, humanos.
Este día es, por ello, un homenaje a los que lo dan todo por este compromiso. A los reporteros en la primera línea de los conflictos, a los corresponsales que viajan hacia el corazón de la noticia, a los editores que cuidan cada palabra y a los directores que defienden la independencia de su redacción.
Nuestro compromiso
Desde nuestra redacción, nos unimos a este reconocimiento global. Reafirmamos nuestro compromiso con la verdad, con nuestro pueblo y con la Revolución, conscientes de que el periodismo es, al mismo tiempo, un espejo de la sociedad y un motor para su mejora.
Honor y gratitud, este 8 de septiembre y todos los días, a los periodistas que, como Julius Fucík, creen que las palabras pueden cambiar el mundo. Porque, efectivamente, pueden hacerlo.

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