El lacayo y su fiesta

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En la historia de Nuestra América, la integración de sus pueblos ha tenido como principal obstáculo la vocación histórica de los gobernantes de la oligarquía parásita a mirar a Estados Unidos y Europa de manera lacayuna y en postura genuflexa ante el gigante de las siete leguas, en lugar de mirar a los países vecinos y hasta a sus mismos pueblos.

Entre los innombrables de esta historia, los más serviles reciben las caricias y halagos del emperador de turno y son invitados a su castillo blanco a recibir las lisonjas. A sus salones imperiales acuden servilmente, mientras se alejan del fórum de los pueblos.

Así ha ocurrido recientemente con uno que ha estado en la carroza de la derecha, como parte del carnaval del trapo y la lentejuela; buscando ser el abanderado de lo que va quedando de la derecha que condujo a la destrucción de la soberanía política y la independencia económica de las naciones de nuestra región, en cinco siglos de colonialismo y de neocolonialismo y a través de políticas neoliberales impuestas por las dictaduras militares de los años 70. Políticas que nos condujeron a ser la región más desigual del planeta, donde el 50 por ciento más pobre de la población se lleva el 10 por ciento de los ingresos, mientras que el 10 por ciento más rico recibe el 55 por ciento de los ingresos.

Pues se trata del Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay, que nació casi un mes después de producirse la asonada golpista de aquel 27 de junio de 1973 en Montevideo y ahora hace mutis por cincuenta años de dolor y olvido de sus gobernantes. Sin embargo, opina de manera injerencista y sin conocimientos sobre otros pueblos, mientras que en Montevideo, el dolor provocado por las heridas abiertas por la impunidad de una dictadura militar (disfrazada de cívica), que era aliada de las que también se establecieron en Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia, aupadas todas por el gobierno de los EE. UU., todavía hacen daño. Heridas provocadas por 12 años de genocidio (1973-1985), que sumaron 197 desaparecidos (solo los que oficialmente se han reconocido), además de más de 170 centros de torturas enmascarados, ejecuciones extrajudiciales y cementerios clandestinos en cuarteles militares. Una dictadura que envió a las cárceles más de 5000 presos políticos, implantando el récord del mayor número per cápita de presos políticos del mundo y responsable de miles de personas torturadas.

Ahora, pasados cincuenta años de los sucesos, el Parlamento uruguayo reconoce en su salón más emblemático la responsabilidad del Estado en la violación de los derechos humanos y se escuchan voces de “Nunca más”, dichas por el actual Presidente (y otros tres expresidentes vivos que acudieron a la cita), según citan los medios.

Pero es un “Nunca más” dicho de boca pa’ fuera, porque todavía quedan impunes los hechos y no se ha mostrado un gesto positivo hacia el enjuiciamiento de todos los violadores de los derechos humanos que tanto cacarean. Sin embargo, el actual presidente uruguayo es el mismo que de manera cínica y con desconocimiento de la realidad del resto de los pueblos ha acusado a Cuba, Nicaragua y Venezuela de naciones violadoras de los derechos humanos en las dos últimas cumbres de la CELAC. Pudiera preguntársele, como en aquel versículo de Lucas en la Biblia: ¿Y por qué miras la paja en el ojo del hermano y no echas la viga que está en tu propio ojo?

No obstante, el mandatario —en la víspera de su cincuenta cumpleaños— acumula méritos en la corte imperial. Después de haber tratado de torpedear los foros para la integración de Latinoamérica y el Caribe, de tratar de estropear el MERCOSUR, de decidir que su país no participaría en UNASUR cuando se encontraba recién electo, decidiendo además la reincorporación de Uruguay al anacrónico instrumento intervencionista de los norteamericanos en la región, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR); también respaldó a la reelección al frente de la OEA de Luis Almagro (agente de la CIA y vinculado al golpe de estado en Bolivia, entre otras linduras anti democráticas y violadoras de los derechos humanos).

El “demócrata“ que llamó a que la CELAC no puede tener un carácter de “club de amigos ideológicos “, ahora acude corriendo a la corte norteña a recibir la “Insignia de oro” de la reaccionaria Comisión Americana o Americas Society/Council of the Américas (por sus siglas en inglés), en el marco de la 41 edición de la Fiesta de la Primavera de la mencionada Comisión que se celebró en Nueva York. Así como se los cuento. Entonces pudiéramos preguntar ¿No es este un club de amigos ideológicos o es acaso un club de amigos idiotas?

Empecemos por lo primero ¿quién otorga la tan decorosa “insignia“? Pues nada más y nada menos que un poderoso lobby ultraconservador que tuvo como presidente y fundador al difunto David Rockefeller (multimillonario que fue aliado y admirador de los golpistas latinoamericanos de su época, escondiendo en sus bancos las fortunas ensangrentadas). Está conformada por multimillonarios, empresarios de más de 200 empresas, así como por ex funcionarios del gobierno de EE. UU.

El segundo presidente emérito de la “honrosa” Comisión que invito al mandatario uruguayo, resulta que es John D. Negroponte ¡nada más y nada menos!. ¡Sí señor! El agente de la CIA que estuvo destinado a Vietnam donde fue uno de los oficiales principales en Saigón. El mismo que fue asesor de Henry Kissinger y estuvo vinculado con el golpe y asesinato del Presidente Salvador Allende y con la “Operación Cóndor” en América Latina. El que además fue embajador en Honduras, desde donde armó y dirigió la “Contra nicaragüense” y estuvo vinculado al escándalo “Irán-Contras” o “Irangate”, entre los años 1985 y 1986, para traficar drogas y financiar a la contrarrevolución nicaragüense.

Según los medios, entre los méritos de Negroponte también se encuentra que podría haber tenido alguna vinculación con la familia Lacalle a través del llamado “Plan Atlanta”, destinado a desestabilizar a los gobiernos progresistas del continente y que fueron elegidos democráticamente. Este plan utilizó como dispositivos para alcanzar el fin, el uso de los medios de comunicación para desarrollar una campaña de descrédito contra los presidentes de orientación de izquierda o progresistas para ir minando su liderazgo y la judicialización de la política, logrando a través de las maniobras mediáticas terminar con los mandatos presidenciales sin que para ello hubiera que recurrir al voto popular que les instaló en la administración de los Estados.

Pues resulta que el padre de Lacalle Pous, el señor Luis Alberto Lacalle Herrera, reconoció haber participado en dichas reuniones. ¡Qué interesante es el círculo de amistades del demócrata!. Por eso volvemos a preguntar. ¿Es ideología o es idiotez lo que los une? Me parece que idiotas no son, sino que son ideólogos del saqueo de los recursos financieros, naturales y humanos en cualquier latitud del planeta y del genocidio para lograrlo.

¡Eso no es todo!. El gobernante uruguayo, como buen representante de los que se han opuesto a la integración latinoamericana mira con entusiasmo hacia el norte revuelto y brutal que nos desprecia y también corre como niño con juguete nuevo por los pasillos de palacio, disfrutando en junio de este año de la dulce torta que le sirvió el octogenario Biden en la Casa Blanca, cuando revisaron un proyecto de ley dedicado específicamente a Uruguay. La llamada Ley de Asociación Económica entre Uruguay y Estados Unidos (” Economic Partnership Act”, en inglés), que reduciría los aranceles estadounidenses sobre ciertas exportaciones uruguayas (aquí no entran la carne ni el queso, por lo que Biden al verlo triste le dijo que lo revisaría). La ley permitiría a Uruguay además, obtener visados especiales para las personas implicadas en el comercio y la inversión entre ambos países, entre otros “beneficios”.

Este proyecto que fue introducido en el senado recientemente, se encuentra directamente relacionada con la visita que realizaron a Uruguay en abril de este año los senadores de ambos partidos políticos: Tim Kaine (demócrata) y Bill Hagerty (republicano), el representante Tony Cárdenas (demócrata) y el senador Bob Menéndez (demócrata y uno de los principales adalides de las políticas agresivas contra el pueblo cubano y que recientemente se negó a un encuentro con Gail Walker, directora ejecutiva de la organización interreligiosa Pastores por la Paz, motivo por el cual fue esposada y detenida en la Florida) ¡Qué extraño! ¡Eso no se parece a la decisión de esta misma administración yanqui de mantener a Cuba de manera injusta en la lista de países patrocinadores del terrorismo y mantener las medidas de asfixia económica impuestas por Trump, además del resto de las leyes que conforman el criminal bloqueo económico, comercial y financiero a la isla antillana!

Cuentan los que los vieron en Washington, que Joe Biden exclamó entusiasmado: “Lacalle Pou es una fuerza moral en la región”. A buen entendedor, con pocas palabras bastan, sabiendo que los EE. UU tienen cada vez menos apoyo a sus posturas hegemónicas en el continente y que López Obrador (AMLO) en México, Lula en Brasil y Petro en Colombia son los nuevos paradigmas de integración, unidos a Maduro en Venezuela, Daniel en Nicaragua, Lucho en Bolivia y a Díaz Canel en Cuba. O que el descalabro de Lasso en Ecuador y el papelón de la dictadorzuela Dina Boluarte en Perú han echado por tierra al pregonado “Grupo de Lima”, el que duró menos que un merengue en la puerta de un colegio. A esto se suma el hundimiento del dólar, con todo un simbolismo de lo que se avecina, al observar como Argentina ha utilizado el yuan como moneda para el pago de su deuda con el FMI (algo impensado hace dos años) y el avance de los chinos como uno de los principales socios comerciales en la región, lo que tiene muy preocupado al imperio con sus papeles verdes y lo que pasa en su patio trasero.

Pero bueno, el sitio de la presidencia de Uruguay y los grandes medios de la región narraron la fiesta a la que asistió el paladín de la democracia, con titulares dulces para el paladar de las oligarquías: “En la tarde de hoy el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, fue recibido por su par estadounidense, Joe Biden, en un encuentro de trabajo que se realizó en el salón Oval de la Casa Blanca, sede gubernamental de Estados Unidos, y tuvo una duración de 1 hora y 20 minutos”. ¡Qué victoria señores! ¡El encuentro con el amo estaba programado para solo media hora y sin embargo pudo ser acariciado carnalmente durante más tiempo!

Por nuestra parte sabemos que “Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas!”, como explicara nuestro Jose Martí y entonces, de manera tranquila, podemos decirle ¡Señor, vaya usted a la fiesta que le convenga! Ah, pero recuerde que: ¡dime con quién andas y te diré quién eres!

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

Un Comentario en “El lacayo y su fiesta

  • el 5 julio, 2023 a las 7:47 am
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    Felicidades, es un artículo bien escrito y fundamentado. Digno de que lo reprodujeran otros medios de prensa, para lograr la mejor comprensión de la realidad de nuestra región geográfica y que cada cual al escoger el proyecto que defenderá, tenga conciencia de la responsabilidad que asume

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