El flamenco, los curros y el cante jondo
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Cuando era un niño escuchaba referirse a María la “curra” y a Pancho el “curro”. En aquel tiempo desconocía el significado de ese apelativo; pasado mucho después supe de su ascendente andaluz y que integran un grupo étnico de enorme riqueza cultural.
Ni María ni Pancho, los curros que conocí, cantaban ni bailaban. Su origen se conocía por su forma de hablar, algo que identifica a los originarios, y no a los hijos nacidos en otras latitudes.
Los curros legítimos hablan con un acento melódico y relajado. En algunas zonas pronuncian la “s” y la “z” de igual manera, igualito a como lo hacemos nosotros. Acostumbran, además, a la supresión de las consonantes finales. Así es común que desaparezcan letras como la “s” al final de las palabras: Un caso es “loh niñoh” en lugar de “los niños”. Comunes en ellos son las expresiones comprao, partío y acabao, al eliminar la letra “d” en casos como comprado, partido y acabado.
¿Carencia de instrucción? ¡Nada de eso! Escriben esas palabras correctamente. Me consta, porque he conocido andaluces brillantes – con grado inclusive de doctor -, que se expresan a “lo curro”, sin que nadie pueda cuestionarles su erudición.
Su cuna reposa en patios humildes, cuevas de Granada, tabernas de Cádiz, y en los silencios de gitanos, moriscos, judíos, negros y pobres. Son hijos del mestizaje y nietos del sufrimiento.
¿Negros, dije? Como lo leyeron. Los “negros curros” fueron un grupo social y cultural de afrodescendientes cubanos libres, conocidos en La Habana entre finales del siglo dieciocho y mediados del diecinueve por su estilo de vida urbano, la forma de hablar peculiar, y su influencia en la cultura popular. Los llamaban “curros” por una supuesta conexión con costumbres andaluzas y formas de vestir, parecidas a los “curros” de Triana en Sevilla.

Los curros o andaluces tienen un baile típico que conocemos: el flamenco. Hay quien lo define como “un arte que arde sin quemar, que duele sin herir, y que canta sin pedir perdón”.
¿Por qué cantan como si llorasen? ¿Por qué el ritmo se rompe y se vuelve a armar como si fuera un corazón latiendo con arritmia? ¿Por qué cierran los ojos como si hablaran con Dios? Es porque el flamenco no se canta para gustar: se canta para sobrevivir.
Es cante, baile y toque. Sus estilos se denominan “palos”, que son como espejos del alma: la “soleá”, que es soledad hecha música; la “bulería”, que es fiesta con filo; la “seguiriya”, que es dolor sin anestesia. Cada palo tiene su compás, carácter y ritual. Cada cual lo lleva como puede; sea con el cuerpo, la garganta o el alma. Es un canto que en lugar de ser aprendido, se hereda, aunque también se estudia Pero también se estudia y, en muchos casos ha llegado a transformarse. Hoy hay flamenco fusión, flamenco jazz y flamenco electrónico. Algunos se escandalizan con eso, pero el flamenco siempre ha sido rebelde. Si no se moviera, no sería lo que es: flamenco.
Lo que nunca cambia de él, es el “duende”. Consiste en un misterio que aparece cuando se alinean el dolor, el arte y el momento, y el “cantaor” caer en éxtasis. El “duende” se manifiesta, y cuando lo hace, el público en lugar de aplaudir permanece en silencio, como si presenciara un milagro.
Forma parte de la riqueza española. Además de la música, en la literatura. Federico García Lorca creció en Granada. Desde joven, se sintió atraído por el cante jondo y por ello su poesía posee tanto del flamenco como expresión del alma andaluza. Lorca se inspiró en él, lo estudió, defendió y llegó a convertirlo en materia poética.
En lo musical, al ser cantado, prescinde de traducción porque habla con el idioma universal de las emociones. El próximo 16 de noviembre se celebrará el Día Internacional del Flamenco, fecha que, desde el año 2010, busca recordar el día exacto en que la UNESCO, reconoció a la cultura andaluza como patrimonio de la humanidad.
Por eso es hoguera inextinguible aunque cambien tiempos, escenarios y acentos. Porque mientras haya alguien que necesite cantar lo que no pueda decir, el flamenco permanecerá vivo. Es por eso que arde sin quemar.
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