El encuentro inolvidable de María Eugenia y Fidel
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Han transcurrido 31 años y María Eugenia Espinosa Soriano, nativa de Simpatía, en Abreus, término municipal de Cienfuegos, no olvida aquella mañana de agosto, cuando en el “cuatro sin timonel”, una especialidad del Remo, alcanzó la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de La Habana en 1991.
“Tenía solo 22 años, era mi primera experiencia internacional como remera y no estuvo tan mal, pues la embarcación femenina alcanzó el tercer lugar, y nos fuimos con el bronce”, nos cuenta María Eugenia.
LA SORPRESA DEL PODIO
“Llegó la hora de la premiación y causaba desesperación la espera, los nervios solo dejaron tocar por el codo a mi compañera, y de pronto observé que Fidel Castro se acercaba a nosotras”, relata emocionada la gloria del deporte cubano.
Ella recibió la presea bronceada panamericana de manos del Comandante en Jefe, él la besó y la joven atleta le pidió su mano para sentir la suavidad de quien tanto hizo por Cuba, resultó un momento inolvidable: “Lo recuerdo como si acabara de ocurrir”, narra emocionada.
LAS PREGUNTAS DE FIDEL
¿Dónde vives? le preguntó Fidel, ella le respondió: “en Simpatía, un pueblito del campo en Cienfuegos”.
¿Estudias? Sí, curso el cuarto año de la Licenciatura de Cultura Física.
Después de sus interrogantes no pudo aguantar las lágrimas de la emoción, dice la entrevistada.
Con el decursar del tiempo María Eugenia recuerda aquel histórico momento con gran orgullo.
Al retirarse del Equipo Nacional, cumplió misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela en dos ocasiones y desde el 2018 se desempeña como delegada de la Circunscripción No. 6 en Abreus y como presidenta del Consejo Popular. Aquel encuentro y premiación los guarda con mucho cariño en su memoria afectiva la atleta del remo cubano.
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