Dos mujeres de mañana, simiente, ventana y fuente (+Multimedia+Vídeo)
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 18 segundos
“(…) Bendita, bendita aquella vez para que la existencia de los hijos sea bonita/ “Bendita, bendita aquella vez y que opinar deje de ser jugar con dinamita./Bendita, bendita aquella vez a ver si la fraternidad humana resucita/ Bendita, bendita aquella vez a ver si al fin la lucidez del alma nos visita/ Bendita, bendita aquella vez y llegue la oportunidad de ser cosmopolitasdime Cachita”.
Silvio Rodríguez
Fragmento de la canción: Bendita (yo fui una vez), del disco Segunda Cita (2010), compuesta para el documental Mujeres de la guerrilla, de Consuelo Elba; estrenado en el programa televisivo Mesa Redonda.
Teresa de Jesús Álvarez Borges tiene 85 años y una lucidez que asombra. Sus ojos claros y transparentes, en el amplio sentido semántico de la palabra, aun con espejuelos, resultan un remanso donde se encuentran, limpieza, paz y experiencia. Con ella conversamos sobre cómo fueron aquellos días de Revolución nueva, cuando los barbudos entraron a Cienfuegos por la calle Colón, y muchas mujeres de la ciudad de Cienfuegos se vistieron de rojo y negro para la bienvenida, a una urbe que se apartaba del camino desde Oriente hasta la capital, de la Caravana de la Libertad.
“Fueron tiempos de mucha efervescencia, en los que la mujer encontraba lugar para crecer, fíjate que, un año y medio después, más o menos, el 23 de agosto de 1960 se funda la organización. Dije sí a una convocatoria de incorporar mujeres a la defensa de la Patria, y ya en 1961 pertenecía a la división 1520, de la Marina de Guerra, y me quedé en esa Unidad por más de 40 años, hasta la jubilación, en 2002”.
Una familia de tres hijos, los dos varones, marineros, como su capitana de corbeta (la hembra optó por la vida civil); seis nietos, nacida en Cumanayagua y cienfueguera adoptada desde los cinco años, hija de padres que se ganaron el sustento en una tabaquería, María de Jesús es, a no dudar, una criolla auténtica y cienfueguera rellolla.
“Solía tener muy buena puntería, y eso fue como un sello en mi carrera como militar, recuerdo una misión en Mozambique, país hermano de África, adonde la solidaridad nos llevó a luchar por la emancipación de países coloniales en pleno siglo XX, a petición de su gente”. Los ojos de esta mujer se llenan de olas al recordar momentos en los que la valentía, y una guerra “de verdad”, la hicieron más fuerte. Nos despedimos brindando con una infusión, yo por el placer de conocerla personalmente; ella, porque la vitalidad le acompañe hasta el fin de sus días.
ERNESTINA

Una conocida, querida y entrañable mujer, porque casi nos unen lazos familiares, y quien SIEMPRE ha rehusado ser entrevistada, “cayó en mi trampa” de entrevistadora. Para ella se trataba de una conversación, pero al final consintió en que fuera publicada: se trata de Ernestina Cuartero Céspedes, descendiente de una prestigiosa y renombrada familia de educadores cienfuegueros. Y así comenzó la charla, durante un evento de la FMC:
“Muchacha, en 1959 mi casa era el centro del barrio, tanto así, que muy jovencita participé en la coordinación de las vacunas, trabajos voluntarios en la papa (se refiere al cultivo del tubérculo), en el tomate, la caña de azúcar…”, comenta, y sus ojos brillan de nostalgia por aquellos tiempos en los que la Organización, fundada una bendita vez, y nacida de la genialidad de Fidel y Vilma, tenía entre sus preceptos que, “(…) la existencia de los hijos sea bonita (…)”, tal como reafirmó el poeta en su obra.
“Recuerdo que marché a la Campaña de Alfabetización con una alegría inmensa, sin miedo a los ‘bandidos’, los mercenarios que asesinaban campesinos y maestros en las zonas montañosas y rurales. Estuve destacada en la zona de Remates de Guane, en el asentamiento poblacional de Cortés, allí me acogieron como a una hija, guardo hermosas imágenes de aquel acontecimiento. Subí al Pico Turquino con todos los alfabetizadores, y estuve en la Declaratoria de Cuba Libre de Analfabetismo en La Habana.

“De la Campaña pasé a Maestra Voluntaria, terminé en la universidad y nunca más tuve otro oficio que no fuera el de enseñar, como mi padre, tíos, primos… una vocación familiar. Lamento no haber regresado a Cortés y conocer qué fue de aquellos a quienes enseñé a leer y escribir, el poblado quedaba a unos 4 kilómetros de Remates de Guane, y su población entonces no rebasaba los mil 500 habitantes”.
Ernestina está emocionada, sin dudas, los espejuelos se le empañan, ojalá pueda visitar Cortés, allá en Pinar del Río, y cumpla su sueño de mujer octogenaria.
Entonces aprovecho que va a comenzar el evento en el que coincidimos, y le espeto la interrogante que no puede faltar: ¿Cómo le gustaría que fuera la Federación de Mujeres Cubanas en la actualidad?
“Bueno, son momentos difíciles, y nosotras, las fundadoras, y otras generaciones que nos continuaron, somos ejemplo de dignidad, abnegación, perseverancia, de trabajo; impulsamos las tareas en los asuntos de la Organización, pero se anteponen muchas dificultades, en primer lugar, debemos enamorar a las jóvenes para que participen, tal como sucedió con mi generación en época de Revolución nueva, creo que puede lograrse”, y coincidimos la entrevistada y yo, y me aventuro a dar mi opinión, las circunstancias precisan del latir de aquella ventana que se abrió en 1960, para que en los barrios las mujeres seamos, como aquella bendita vez: mañana, simiente, fuente, y que la verdadera fraternidad humana resucite.
MULTIMEDIA:
Ellas, en cada acto de la vida (+multimedia)
VER VÍDEO:
ENLACES:
VER TRABAJO RELACIONADO:
Visitas: 1