Cuba y la justicia social contra la violencia de género

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 “La violencia de género, sea cual sea su manifestación, es incompatible con los principios de la Revolución Cubana”
Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Cada 25 de noviembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha para reflexionar sobre un flagelo que afecta a millones de mujeres y frena el desarrollo de sociedades inclusivas y sostenibles. La Unesco ha sido enfática al señalar que la igualdad de género y la erradicación de la violencia son condiciones indispensables para el progreso de la humanidad. No es posible construir un futuro próspero si la mitad de la población vive con miedo, limitada en su potencial y excluida de los espacios de decisión.

En el contexto internacional, la violencia de género sigue siendo una pandemia silenciosa. Según datos de la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual a lo largo de su vida. Este problema no solo vulnera los derechos humanos más esenciales, sino que también representa un obstáculo para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La exclusión, el miedo y la discriminación impiden que las mujeres contribuyan plenamente al avance económico, social y cultural de sus comunidades.

Frente a este panorama global, Cuba ha asumido el compromiso de construir una sociedad donde las mujeres vivan libres de violencia. Desde el triunfo de la Revolución, la igualdad de género ha sido un pilar fundamental del proyecto socialista, materializado en políticas públicas que promueven la participación plena de la mujer en todos los ámbitos. La creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en 1960 sentó las bases para un trabajo sistemático de educación, concienciación y empoderamiento, que ha permitido logros significativos.

Entre los avances más importantes destaca la aprobación del Decreto-Ley 198, “Ley Integral contra la Violencia de Género”. Esta norma, resultado de un amplio proceso de consulta popular, tipifica y sanciona todas las formas de violencia contra la mujer, incluyendo la física, psicológica, económica y simbólica. Además, establece mecanismos de protección para las víctimas y promueve un enfoque multidisciplinario en la atención, con la participación de instituciones estatales y organizaciones sociales.

Cuba también puede exhibir con orgullo indicadores de equidad que la sitúan a la vanguardia a nivel regional y global. Las mujeres representan el 55.74 % de los escaños en el Parlamento Cubano, el 49 % en el Consejo de Estado y más del 60 % de los profesionales técnicos y científicos del país. Estos datos reflejan no solo avances en materia de representación, sino también un cambio cultural impulsado desde las políticas públicas.

Sin embargo, el camino no está exento de desafíos. La herencia de una cultura machista y la persistencia de estereotipos de género requieren de una labor educativa constante. La actual situación económica, agravada por el bloqueo estadounidense, también limita recursos que podrían destinarse a fortalecer los mecanismos de prevención y atención. Aun así, el Estado cubano mantiene este tema como una prioridad, con una voluntad política clara y un marco institucional sólido.

La Unesco insiste en que las mujeres deben estar en el centro del cambio, y Cuba ha hecho de este principio una realidad. El “Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres” y la creación de un Sistema Nacional de Registro y Atención a víctimas son ejemplos de cómo la Isla avanza hacia una sociedad más justa e inclusiva.

Celebrar este 25 de noviembre, bajo el lema: “ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas”, significa renovar el compromiso global y local con la eliminación de la violencia de género. En Cuba, esta fecha, es una oportunidad para reafirmar que la lucha por la igualdad y la dignidad de las mujeres es inseparable de la construcción del socialismo. Solo en una sociedad donde todas las personas puedan vivir sin miedo y con plenas oportunidades será posible el desarrollo sostenible que soñamos.

Foto: Tomada de ONU Mujeres
Foto: Tomada de ONU Mujeres

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Barbara M. Cortellan Conesa

Ingeniera Química por la Universidad de Camagüey. Diplomada en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación. Periodista-Editora del diario 5 de Septiembre. Miembro de la Unión de Periodistas de Cuba.

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