Crónica social y un palacete para Correos y Telégrafos

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 4 segundos

La crónica social se dio banquete en Cienfuegos con las ediciones de los dos principales diarios de la ciudad el lunes 3 de junio de 1929. La inauguración de las Oficinas de Correos y Telégrafos, la mañana del domingo, fue el plato principal de la francachela noticiosa rayana en la cursilería.

Adaptado para su nueva función lució sus mejores galas para la circunstancia el palacete de la calle de San Carlos entre Gacel y Hourruitiner (*) que con anterioridad cobijó el hogar del magnate azucarero Laureano Falla Gutiérrez. El dueño de siete centrales y varias empresas más había fallecido en su casa habanera del Vedado el 26 de marzo del propio año.

Artificios de los más modernos de la época en materia de iluminación decoraron de luces coloridas la fachada del edificio durante las dos noches previas al estreno.

De varias semanas atrás databa el comienzo de los servicios en lo que quizá hubieran podido bautizar como el Palacio de las Comunicaciones, pero aún faltaba el recibo oficial de las obras de adaptación de la casona. Con dos niveles edificados, la mansión de Falla suma una nota al concierto de cúpulas que le dan un timbre propio a la arquitectura cienfueguera.

En el tren de las siete menos cuarto de la mañana arribó a la estación de la calle de Gloria la comitiva invitada al acto inaugural, que encabezaba el secretario (ministro) de Comunicaciones, ingeniero Rafael Sánchez Aballí.

Desde el andén del recibimiento hasta el de la despedida (en el mismo sitio a las diez y media de la noche) los cronistas sociales de El Comercio y La Correspondencia contaron con sucesos suficientes para hacer su agosto, pues la ocasión la pintaban calva para el lucimiento en público de las clases vivas de la Perla del Sur.

El ministro y su séquito utilizaron las comodidades de los coches especiales Camajuaní y 500, agregados al convoy ordinario que realizaba la travesía Habana-Cienfuegos. Entre el selecto grupo de pasajeros vinieron representantes de los principales diarios capitalinos: Heraldo de Cuba, Excelsior, El País, El Mundo y La Marina.

Al pie de los vagones les dieron la bienvenida el alcalde Pedro Antonio Aragonés y todo el funcionaratoperlasureño. Entre ellos, José M. Cantallops, administrador de Correos, y Amado Lastres, jefe de Telégrafos.

Antes de concurrir al acto pactado para las nueve de la mañana, recibidos y recibidores dieron cuenta del desayuno servido en el flamante hotel San Carlos, la naciente joya de la hospedería local que comenzaba a dejar atrás las pasadas glorias del “Unión”.

Como sencillo y breve calificaron los gacetilleros la ceremonia de apertura realizada en el pasillo central del inmueble reconvertido. La Banda Municipal lo adornó con el Himno de Bayamo y varias obras de su repertorio. La oratoria estuvo a cargo del alcalde Aragonés, el doctor Santiago Rey Pernas, quien despuntaba en la carrera política tras los pasos de su homónimo padre, y el subsecretario de Comunicaciones, Juan Clemente Zamora. Santiaguito discursó sobre la influencia del progreso de las ramas de correos y telégrafos en las naciones modernas, en tanto Zamora alabó el empeño puesto por Sánchez Aballí en el traslado de las oficinas cienfuegueras hacia su nuevo emplazamiento.

A continuación, el guion de la jornada marcó el usual regalo con que la ciudad, aliada a la naturaleza, obsequiaba a sus huéspedes de las grandes ocasiones: un paseo en yate sobre las tranquilas olas de Jagua hasta el cañón de Pasacaballos. La Compañía de Bouyón, encargada de la navegación fluvial por el Damují, puso un vaporcito a disposición de los excursionistas, acompañados en el trayecto por las melodías de la Banda.

Luego de un “Té Danzant” en los salones del Liceo fue tiempo de almuerzo, ofrecido al ritmo de una orquesta típica en otra sociedad, el Cienfuegos Nautic Club. Los cronistas tomaron nota del menú: entremés variado, lechón asado, yuca con mojo de ajo, ensalada mixta, pudín de frutas, vino tinto Marqués de Riesal, café y tabacos. Ofreció el homenaje el político cienfueguero Juan Francisco López, famoso por la fogosidad de su verbo, mientras Juan A. Echeveite, abogado consultor del municipio, realizó una exposición de las necesidades de vías de comunicación que lastraban el desempeño económico de la zona.

El epílogo de la jornada también tuvo tintes gastronómicos. El hotel San Carlos puso la mesa del banquete de despedida. La relación de comensales registrados por los cronistas ascendió a 230, contando a los chinos Cuan Gen Long y Man San Long. Por los anfitriones brindó Roque E. Garrigó. El secretario Sánchez Aballí correspondió al saludo con un afiebrado discurso que terminó pidiendo un viva para el general Machado. El doctor Oscar Soto hizo el resumen verbal de una fecha caracterizada por los rostros sonrientes y los estómagos felices, de los protagonistas, por supuesto.

Sobre los manteles del adiós la lista de manjares nada tuvo que envidiar a la del mediodía en el Nautic. A saber: crema de espárragos, filete de pargo Yumbill, ensalada de verano, pollo a la cacerola, biscuit napolitano, champagne Viuda de Cliquot y los consabidos aromas del café y los habanos.

 

(*) Con anterioridad las oficinas de Correos estaban ubicadas en una casa de la calle Santa Cruz, entre Hourruitiner y De Clouet. El antiguo palacete de Falla Gutiérrez sirve de sede al Comité Municipal del PCC desde 1976. De ahí pasó el servicio postal a Gacel, entre San Carlos y Santa Cruz, donde hoy funciona una sucursal del Banco Popular de Ahorro y en 1984 a su actual localización en la esquina sudeste de San Carlos y Gacel.

Visitas: 2

Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *