Batalla de Santo Domingo, derrota de ofensiva enemiga

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El coronel Ángel Sánchez Mosquera y sus fuerzas del Batallón 11, como punta de lanza de la llamada Ofensiva de Verano de 1958, estuvieron a escasos kilómetros de irrumpir en las posiciones rebeldes en el firme de la Sierra Maestra.

Parecía que a Sánchez Mosquera le aguardaban los entorchados de general, pero su destino sería muy diferente al ser derrotado y cercado en la primera batalla de Santo Domingo, que tuvo lugar del 28 al 30 de junio de ese año.

Sus tropas eran de las mejores armadas y entrenadas en operaciones de contrainsurgencia supervisadas por miembros de la misión militar de EE.UU., aunque el éxito que lo catapultó en un año de capitán a coronel se basaba en la agresividad para avanzar en la serranía y asesinar a quien resultara sospechoso; así como estimular en sus subordinados el instinto de matar a cualquier poblador para robarle dinero, o cualquier objeto de algún valor.

Así, el día 20 de junio, con la fama temeraria que le antecedía, avanzó en diagonal en la vertiente norte de la cordillera para ocupar el poblado de Santo Domingo, ante el Alto del Naranjo, cerca del hospital y la emisora Rebelde que daba acceso a la Comandancia de La Plata, maniobra que no pudo evitar el mando rebelde mientras sus limitadas fuerzas enfrentaban al batallón del Comandante José Quevedo, quien tenía la misión de cerrar el cerco por la vertiente sur de la Sierra desde el mar.

Esas circunstancias pusieron en difícil situación al mando guerrillero que enfrentaba la ofensiva de más de 10 mil soldados apoyados por la aviación, blindados, artillería y la marina.

El Comandante en Jefe Fidel Castro interpretó la táctica enemiga y movilizó sus reservas para tomar todos los lugares importantes en las alturas de las faldas de las montañas, alrededor de Santo Domingo, estableciendo un efectivo frente de posiciones que por primera vez cerca una unidad militar completa y supera las estrategias guerrilleras de ataques y retiradas.

No obstante, las tropas fueron reforzadas el 28 de junio con el Batallón 22, que llegó a Santo Domingo a pesar del hostigamiento rebelde, lo que elevó el número del contingente enemigo a cerca de 800 hombres. Sin embargo, a su llegada su jefe recibió la orden de Sánchez Mosquera de proseguir la marcha cauce arriba del Río Yara, en dirección a la zona de la Comandancia de La Plata, para preparar el asalto simultáneo junto con el Batallón 11 por otra dirección paralela.

La vanguardia de la tropa, que como carne de cañón no fue advertida por Sánchez Mosquera de la fuerte presencia rebelde en la dirección en que avanzaban, chocó con una emboscada organizada por Lalo Sardiñas en la zona de Pueblo Nuevo. Allí una mina hizo volar buena parte de sus efectivos y el resto de la columna de inmediato cayó bajo un fuerte fuego desde todos los flancos que destruyó ese primer contingente, mientras que el resto del batallón quedó encerrado en la zona donde muy pronto tuvo múltiples bajas.

Otra compañía del Batallón 22 intentó avanzar en apoyo de las tropas cercadas y resultó barrida por el fuego preciso de la ametralladora 50 de Braulio Coroneaux y las demás armas de su tropa, emboscados en una elevación, lo cual acabó con los intentos enemigos de romper el cerco en esa dirección.

Esos hechos costaron al Batallón 22 la aniquilación de una de sus compañías, y las tropas de Sánchez Mosquera perdieron toda iniciativa estratégica, limitándose a permanecer en sus fortificaciones esperando un refuerzo que nunca llegó.

El balance de los resultados de estos dos combates, realizado en días sucesivos incluido otro en la zona de la Casa de Piedra e informado por Radio Rebelde, fue el siguiente: más de 50 guardias muertos, 27 prisioneros, un mortero calibre 60 con bastante parque, un fusil ametralladora con 10 cajas de cintas, 38 fusiles semiautomáticos Garand, siete carabinas San Cristóbal, cinco carabinas M-1, tres fusiles Springfield, dos subametralladoras Thompson; es decir, 57 armas en total.

Sin embargo, a pesar de la victoria de los rebeldes, el enemigo mantenía superioridad en fuerza y volumen de fuego en Santo Domingo, pero no intentaron otros avances porque se imponía el carácter mercenario de los soldados quienes no estaban dispuestos a arriesgar la vida y permanecieron a buen recaudo, perdiendo un tiempo decisivo que el Comandante en Jefe utilizó para tomar todas las posiciones estratégicas en la faldas de las montañas y establecer un efectivo cerco, con lo cual se dispuso a liquidar completamente la unidad cercada.

Al verse rodeados, los efectivos del ejército batistiano no tuvieron más remedio que enfrentar el asalto final de la que sería la Segunda Batalla de Santo Domingo, hostigados por las fuerzas de Guillermo García. 

Sánchez Mosquera resultó herido gravemente en la cabeza y un helicóptero logró sacarlo de la zona hacia Santiago de Cuba, para acabar su carrera criminal parapléjico. A la caída de la dictadura logró huir hacia Estados Unidos, donde muere en su cama sin responder ante la justicia por sus múltiples crímenes.

Con los combates de la Primera Batalla de Santo Domingo, del 28 al 30 de junio de 1958, se abrió una segunda etapa en el rechazo de la llamada Ofensiva de Verano de la tiranía contra los rebeldes en la Sierra Maestra, etapa que culminaría con el inicio de la Batalla de Jigüe, que creó las condiciones para la contraofensiva estratégica del Ejército Rebelde y la expulsión definitiva del enemigo de toda la montaña. (Jorge Wejebe Cobo, ACN)

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ACN

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