A propósito de Un Dios salvaje, el más reciente estreno de Velas Teatro

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Por: Atilio Caballero*

Annette y Alain, y Verónica y Michel, conforman dos matrimonios que se reúnen en el apartamento de estos últimos para discutir sobre un asunto de cierta importancia: sus hijos, adolescentes y compañeros de colegio, han tenido un encontronazo: uno ha llamado chivato al otro, y este último ha reaccionado a la ofensa desfigurándole el rostro a su detractor. Este podría ser, en pocas palabras, el motivo que desencadena todo. El encuentro de los padres responde a la necesidad de encontrar una solución al conflicto, pareciendo ser la más plausible propiciar otro encuentro, el de los jóvenes, para que entre ellos intercambien disculpas, y asunto concluido. Pero, como ya sabemos, de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. También el del teatro.

Y esas buenas intenciones, acompañadas ahora por una acertada dirección de actores, de claridad en la exposición de una “historia” y un conflicto que luego deriva en diversas y potentísimas ramificaciones/interpretaciones, de un sabio minimalismo en la visualidad escénica y la utilización de los pocos pero elocuentes objetos en escena, y una concepción espectacular ágil y sugerente, han sido las que, de la mano de Daisy Martínez, conforman una propuesta teatral encomiable, cuestionadora, ágil, divertida, visceral que, sin otras pretensiones conceptuales o formales que no sean aquellas de exponer con claridad y rigor un asunto puramente humano, nos permite, en apenas una hora, volver a disfrutar de eso que suele llamarse “la magia del teatro”.

Un Dios salvaje, texto de la afamada dramaturga francesa Yasmina Reza (recordemos su mundialmente famosa Arte), es una propuesta para la escena que combina elementos de la clásica pieza con otros que encuentro más cercanos a lo que me gustaría llamar comedia ácida, ese tipo de situación que parte siempre de algo aparentemente baladí, y que en su desarrollo, en su progresión dramatúrgica, siempre en ascenso, alcanza una intensidad dramática que nos lleva a un clímax en el que, de repente, los espectadores nos vemos implicados, y del cual no saldremos sin alguna duda o desazón, es decir, una posibilidad de respuesta.

Una especie de anagnórisis contemporánea que nos impele a reflexionar sobre una modernidad que pierde a grandes pasos las escasas virtudes que le vienen quedando (convivencia, armonía, honestidad, solidaridad… y un largo etcétera). Lo que al inicio parece una simple discusión de adolescentes, se convierte en el reflejo de una violencia generalizada, que, de una u otra manera, nos toca a todos, un comportamiento violento que puede manifestarse de forma inesperada, de maneras bien disímiles, escamoteadas incluso, y que vienen acompañadas y aderezadas con evidentes manifestaciones de egoísmo, cinismo, indolencia, engaño, crueldad….

Las “subtramas” encarnadas, por ejemplo, en el personaje de Alain, más ocupado en solucionar un engaño empresarial en el que está envuelto, o el del mismo Michel, cuyo comportamiento aparentemente tranquilo esconde una indolencia y un desprecio por el trabajo de su compañera, son un buen ejemplo de la pretendida riqueza psicológica de los personajes esbozada por la dramaturga, y que Daysi Martínez se ocupa sabiamente de hilvanar con sugerencia y buen tino, acciones “transversales” que llegar a ocupar una importancia similar al conflicto desencadenante de toda la acción.

Todo esto está implícito no solo en el superobjetivo perseguido hábilmente por la directora, sino también -y sobre todo, tratándose de una pieza-, en la caracterización –psicológica, gestual, kinética, moral…– de los personajes. Aquí, insisto, es de resaltar el riguroso trabajo en la dirección de actores, resultado que podemos ver en el magnífico desempeño de Yanisleydy Ruiz en el personaje de Verónica, por ejemplo, así como en algunos momentos luminosos en los desempeños de Yanexi Román (Annette), Armando Reyes (Michel) y Omar Torres (Alain).

Estrenada el 22 y 23 de diciembre en su sede de Velas Teatro en el Boulevard cienfueguero, Un Dios salvaje continúa en cartelera por todo este mes de febrero, ahora en horario de la tarde. Estos comentarios no pretenden ser otra cosa que una invitación. El resto -el buen teatro-, está garantizado.


(Especial para 5 de Septiembre del narrador, dramaturgo y ensayista, Premio Alejo Carpentier).

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5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

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