Partido América: ¿Renacimiento democrático o síntoma del ocaso imperial?

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 50 segundos

La fundación del Partido América por Elon Musk el 5 de  julio de 2025 ha sacudido el tablero político estadounidense. Presentado como una alternativa al sistema bipartidista, este nuevo movimiento promete “devolverles la libertad” a los ciudadanos y romper con lo que Musk denomina el “partido único” que representa tanto a demócratas como a republicanos.

Pero más allá del entusiasmo digital y los titulares, el surgimiento del Partido América plantea interrogantes profundas sobre el estado de la democracia en EE.UU., el papel de la oligarquía financiera, el ascenso de tendencias autoritarias y el declive del poder imperial norteamericano.

Ideología: tecnopopulismo libertario

El Partido América no cuenta aún con un manifiesto formal, pero sus declaraciones iniciales revelan una mezcla de libertarismo moderado, populismo digital y reforma institucional. Musk ha criticado duramente el gasto público, la corrupción legislativa y el aumento de la deuda nacional, proponiendo una plataforma centrada en la eficiencia gubernamental, la libertad de expresión y la responsabilidad fiscal.

A diferencia de los partidos tradicionales, el Partido América se apoya en una narrativa de empoderamiento ciudadano vía tecnología, utilizando la red social X como canal directo de movilización política. Esta estrategia, aunque innovadora, también refleja una concentración de poder mediático y discursivo en manos de su fundador.

Oligarquía financiera: ¿ruptura o consolidación?

La paradoja más evidente del Partido América es que su creador, Elon Musk, es uno de los principales exponentes de la oligarquía financiera global. Con una fortuna superior a los 400 mil millones de dólares, Musk ha financiado campañas políticas, ha controlado plataformas de comunicación y ocupado cargos gubernamentales durante la administración Trump.

Aunque el partido se presenta como una fuerza “anti-establishment”, su origen y estructura reflejan una reconfiguración del poder económico, no una ruptura. Musk ha prometido financiar candidatos alineados con su visión, lo que podría desplazar el financiamiento público y aumentar la dependencia de intereses privados en la política nacional.

Este fenómeno no es nuevo. En EE.UU., la influencia de multimillonarios en la política ha sido creciente desde la era de los SuperPACs. Sin embargo, el Partido América marca un punto de inflexión: la creación directa de un partido por parte de un oligarca, sin intermediarios ni estructuras partidarias tradicionales.

Fascismo digital: ¿una nueva forma de autoritarismo?

El ascenso del Partido América también ha sido interpretado por algunos analistas como parte de una tendencia global hacia el fascismo de nuevo tipo. Este modelo no se basa en dictaduras militares ni partidos únicos, sino en el uso de plataformas digitales, discursos de odio, concentración mediática y movilización emocional para erosionar las instituciones democráticas.

Musk ha utilizado su red social para deslegitimar al Congreso, atacar a legisladores y promover una visión “realista” del país: “vivimos en un sistema de partido único, no en una democracia”. De eso se ha hablado desde hace mucho tiempo, pues para muchos: “no existe diferencias entre un burro y un elefante en el poder” o “no hay nada más parecido a un demócrata que un republicano”.

Pero esta retorica utilizada desde las mismas elites de poder, aprovechándose de las verdaderas fallas que tiene el sistema “democrático yanqui”, se ejerce desde el control de medios, desde la personalización extrema del liderazgo y la promesa de “salvar la nación”, como elementos clásicos del fascismo. Es el mismo discurso de Mussolini en su Marcha sobre Roma, de Hitler desde una Taberna o del mismo Trump desde los medios con su imagen de showman: solo que ahora adaptados al siglo XXI mediante algoritmos, hashtags y viralización.

El declive del establishment y del imperio

La aparición del Partido América no puede entenderse sin el contexto de declive del establishment estadounidense. Las instituciones que durante décadas sostuvieron el consenso político —como el Departamento de Estado, el Pentágono, la CIA y los grandes medios— han perdido legitimidad ante una ciudadanía polarizada y desencantadaEste debilitamiento institucional coinciden con el declive del imperio norteamericano. Las derrotas militares en Irak, Afganistán y Ucrania, la pérdida de liderazgo tecnológico frente a China, el colapso de infraestructuras y el aumento de la desigualdad social son síntomas de una potencia en retroceso.

En este escenario, el Partido América puede verse como una respuesta desesperada del poder económico para mantener influencia en un sistema que ya no responde a los mecanismos tradicionales. Es una señal de que el poder se está desplazando de las instituciones hacia los individuos con capacidad de financiar, comunicar y movilizar.

¿Revolución o simulacro?

El Partido América se presenta como una revolución democrática, pero su estructura vertical, su dependencia de un solo líder y su vínculo con la oligarquía financiera lo convierten en un simulacro de renovación. En lugar de empoderar a los ciudadanos, podría consolidar un modelo de democracia de élite, donde el voto popular legitima decisiones tomadas en esferas privadas.

Más que una ruptura con el sistema, el Partido América podría ser el último intento del imperio por reinventarse, antes de ceder pasó a un orden multipolar donde EE.UU. ya no sea el centro del mundo.

Visitas: 54

Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *