Que no nos falte amor
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En tiempos en que las dificultades se empeñan en agolparse y su persistencia generan desasosiego, malestar y hasta ira, un ingrediente vital no ha de escaparse de nuestras vidas: el amor.
Sea, pues, el amor la fórmula que se convierta en amuleto para vencer todos los escollos, para permitirnos ver más allá de los obstáculos, para lograr una convivencia armónica, para ser tolerantes y comprensivos y, sobre todo, empáticos.
En estos tiempos que ante cualquier rozadura o mal entendido no pocos apuestan por los gritos, improperios, palabras soeces y hasta la agresión, debe y tiene que aflorar el amor. Cual duendecillo invisible, debemos permitirnos escuchar su voz guía para conducirnos a una existencia sino feliz, al menos tranquila, llevadera.
Y conste que el amor es para todos y toca a todos, porque no solo los adultos malhumorados tienen comportamientos cuestionables. Se ha hecho demasiado común escuchar “palabras gruesas” en bocas pequeñas, ignorar el llamado de atención ante una actitud peligrosa o desafiante. Eso es puertas afuera de los hogares, pero también hacia adentro pareciera que el amor y la concordia se han ido por tiempo indefinido.

Hago mío el llamado del más universal de los cubanos cuando nos conminaba a que el amor fuera la moda y se marcase al que no ama para que la pena lo convierta. Tal vez, darle solución al sinnúmero de situaciones que nos sobrepasan no esté en nuestras manos y actuar diario, pero un poco de amor no nos viene mal.
A decir del poeta:
Con un poco de amor sobrevivo
Sobrevivo pecado, castigo
Con un poco de amor yo me salvo
Sólo un poco de amor y soy algo
Seamos mucho y, por encima de todas las cosas, mejores personas desde el amor. ¡Que no nos falte!!!
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