Sin miedo: Jet Li y el Wu Shu contra los colonizadores

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Sólo por haber intervenido en esa obra imperdible del cine de artes marciales llamada Héroe, ya Jet Li tenía asegurado un lugar en la historia de la pantalla china. Pero aspiró a más y quiso, para despedirse de esa variante del género de acción, participar en un proyecto acariciado por años en la tierra de la Gran Muralla: la recreación fílmica de la vida de esa suerte de héroe nacional que fue Huo Yuan Jia, el joven campeón de Wu Shu y fundador de la Federación Deportiva Jingwu, quien durante las postrimerías del siglo XIX e inicios del XX propagó las artes marciales entre el pueblo, restauró el honor de su país luchando ante rivales extranjeros en un momento de gran presión por parte de los colonizadores europeos y el diferendo nipón, y defendió a ultranza la filosofía de rectitud y purificación interior preconizada por el arte marcial.

En el filme de 2005, nombrado Sin miedo y dirigido por Ronny Yu, Jet Li incorpora casi diez diferentes estilos de lucha, con armas y cuerpo a cuerpo en una película enteramente suya y pletórica de acrobacias sin otro término para calificarlas que geniales dentro de su género, por lo cual supone prácticamente una herejía que el astro lo abandone: si por fin lo hace de veras como anunciara.

En términos argumentales, Sin miedo no aporta mucho al tipo de cine en que se inscribe, a través de su historia de éste -en inicio- antihéroe fanfarrón y pendenciero que debe expiar con una abrumadora carga sus ínfulas, en medio de un proceso de redención y transformación humana totales (que lo elevará a la condición de ascético e impoluto héroe) al que a veces el espectador más exigente le hará su mohín de empalagamiento. Pero, una vez superada esa etapa y su consabida carga de lecciones morales, la narración se encamina hacia un desenlace muy bien resuelto que sitúa al filme por arriba de la media de este tipo de piezas.

En los planos técnicos la película es deslumbrante; y no de casualidad. William Kong, el productor de Tigre y dragón, convocó en Sin miedo a Yuen Wo-Ping, el coreógrafo de The Matrix, quien diseñó también ahora el concepto estilístico de las coreografía de las escenas de acción; a Hang Sang Poon (el fotógrafo de esa auténtica gozada que es Kung-Fusión); y a Shigeru Umebayashi, habitual compositor de la música de las obras de Wong Kar-wai. Si nos olvidamos de -a mi juicio- pésima etapa americana, no puede olvidarse que el realizador Yu, autor de filmes de cultos como La novia del pelo blanco o China White, es una de las vacas sagradas del cine de artes marciales en la pantalla asiática, tan prestigioso como el también ahora emigrado a EE.UU Jonh Woo o Tsui Hark.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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