Mutantes en la edad del cambio

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Recién promocionamos la obra de uno de los creadores más persistentes y sostenidos de las artes visuales en Cienfuegos, avivando la curiosidad por la escultura ambiental y los desempeños del proyecto Mutantes. Pese a que se han publicado numerosos artículos sobre esta agrupación, con la rúbrica y estilo de colegas como Massiel Delgado, Antonio Enrique González Rojas o Julio Martínez Molina, lo cierto es que no pocos jóvenes ignoran el lugar que esta posee en la cultura sureña.

Mutantes nace en 1998, como un gestor de creaciones ambientalistas, al decir de González Rojas de “sesgo ecológico, urbano y costumbrista”, a lo que podríamos agregar:alegórico, de naturaleza política y cultural, organizado por tres artistas de disímil trayectoria curricular: Arcadio Tomás Capote, Alberto Sánchez Lago y Juan García Cruz, quienes lograron monopolizar, gracias a sus dominios técnicos y dinámicas de producción, el mercado artístico-ambiental de instituciones o entidades de esta región y la Isla, y contratados, incluso, por alguna que otra nación europea.

En el repertorio irregular de Mutantes figuran obras de autoría compartida al estilo del simpático molusco que se arrastra en los jardines del Hotel Pasacaballos, el conjunto escultórico de El Patio de los Suspiros, en la Universidad Carlos Rafael Rodríguez o los bustos del Ché, Bolívar y José Martí, en la Refinería de Petróleo Camilo Cienfuegos, por solo citar algunas de las más aupadas.

Juan García Cruz (Matanzas, 1957), el artífice de Mutantes, es un artista titulado por curso libre en el Instituto Superior de Arte, que devela su potencial creativo en la década de 1990, especialmente con obras de estirpe minimalista, al gusto de la historiadora y crítica de arte Massiel Delgado, “aquellas donde su magisterio se impone a fuerza de simplicidad y armonía, proporción y ritmo en volúmenes que son la concreción de ejercicios intelectuales intensos”. Justo, relatos donde no abundan los distingos emocionales, sino los reflujos de un arte construido desde la razón, en todo caso conmocionante. Estos contra sentidos se aprecian desde sus primeros bojeos a inicios de los ochenta.

No es fortuito que el crítico y periodista Pedro de la Hoz afirmase en enero de 1981, a raíz del Salón Primero de Enero, que las obras premiadas de García Cruz son puro “ejercicio”, que no revelan los logros de la escultura cienfueguera. De la Hoz, acaso gregario de la tendencia ideologizante de la época y un tipo de arte con reflujos estético-emotivos, tal vez no percibió que estaba ante un artista gélido, que pareciera compartir la máxima de que el arte es la idea, la ciencia de la imaginación.

Precisamente, la madurez sobreviene cuando en 1998 se inserta en la muestra colectiva Primer reportaje, en la cual asoma con un artefacto pletórico de poesía, una suerte de rajatablas que connota sus potencialidades. En el futuro, el también valioso pedagogo, es involucrado en no pocas y controvertidas polémicas, que alcanza a sobrevivir, sobre todo a raíz del obelisco que tributa al bicentenario de la ciudad.

A vuelo de ave, sus propuestas suelen ser aplaudidas, como el texto lúdico De la tierra, que concibiera para el Parque de las Esculturas, o la pieza homenaje al béisbol, de 6,40 metros de altura y casi tres toneladas de peso, que resguarda el estadio 5 de Septiembre, aunque tengo la seguridad, visto el proyecto, que ninguna llegará a desbancar el proyecto que tributa a la memoria de José González Guerra, todo un giro en su estilo de representación.

(Alberto) Sánchez Lago (Ranchuelo, 1961), por su parte, y al margen de Mutantes, ha tenido mejor fortuna como pintor y diseñador de ambientes. En 2017 la comunidad cultural del Jobero, en Cumanayagua, agradeció su “minucioso y artesanal” (Web de Radio Ciudad del Mar) desempeño en la recuperación de algunas estructuras de esta comunidad, donde radica el grupo Teatro de Los Elementos, de Oriol González. Asimismo, resulta toda una celebridad en Lajas, por sus laboreos en el proyecto de creación artística comunitaria Rojilaxia Sur, integrado a la cooperativa de créditos y servicios Antonio Maceo del poblado de Balboa, entre los cuales se ubica la pieza que antecede al local de encuentros de la ACS. A todas luces, sus obras mejor recordadas se localizan en el Parque de las Esculturas de Punta Gorda (De tal palo tal astilla) y en el de los suspiros de la Universidad de Cienfuegos, donde fabula sobre el amor a través de dos manzanitas constreñidas sobre un banco y ensartadas por la misma flecha de cupido; mi preferida.

Mutantes, que es fruto de un periodo de aperturas y jerarquías en la segunda mitad de los noventa, resulta un buen ejemplo de soberanía y voluntad en una época dispuesta para el cambio.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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