Modelo en la vida y en la educación

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La Revolución cubana llevó a cabo en sus inicios uno de los proyectos más nobles de los que se tenga noticia en el mundo: la Campaña de Alfabetización. Casi niños eran aquellos maestros, muchachas y muchachos que marcharon a los confines del país a enseñar el ABC a los que no habían tenido la oportunidad de hacerlo. Era común en un aula ver, por aquellos días, a alumnos de entre 5 y 70 años de edad, porque nadie quiso perderse la fiesta de aprender a leer y escribir.

Pero esta reportera atesora, como privilegio para hablar en primera persona, anécdotas muy exclusivas y recuerdos bellos de lo que fuera aquella etapa. No había nacido entonces, pero en cambio, mi madre fue protagonista de tal hazaña, y desde pequeña he escuchado mil historias de aquella “prueba de fuego”.

Tenía ella escasos años y marchó al Escambray, una intrincada zona montañosa del centro de la isla de Cuba, a llevar la luz de la enseñanza a quienes habían vivido en la oscuridad total. El área estaba llena de “bandidos”, malos cubanos opositores al gobierno, quienes querían retrotraer al pueblo a la ignorancia y al oprobio en que los gobernantes de turno habían sumido a nuestra gente. Hicieron lo indecible, incluso asesinaron a algunos, por sacar a aquel “ejército” de maestros de los montes. Pero ellos no abandonaron a sus alumnos, y no dejaron las montañas hasta que el último analfabeto aprendió a leer y escribir.

Fueron tiempos difíciles, pero ella, mi madre, como muchos otros, los recuerda con mucho cariño, porque además, los sucesos acaecidos la marcaron para siempre: primero, se hizo maestra, profesión que aún ejerce, con más de 60 años de edad; segundo, porque allí, en aquellas lomas, conoció a mi padre, un guajirito que le rompió para siempre el corazón.

El 22 de diciembre, fecha en la que Cuba se declaró libre de analfabetismo, quedó inscripta como el Día del Educador, jornada en la que los homenajeamos. Por eso hoy traigo a colación a mi madre, la educadora de mis sueños y mi modelo en la vida, a la vez que congratulamos a todos los maestros y docentes, hombres y mujeres, muchos de ellos adolescentes, que siguen siendo un ejército consagrado, ahora enfrentando el reto de las profundas transformaciones que se operan en la educación cubana, propósito que nos hará, cuando recojamos los frutos, una de las naciones punteras en el mundo.

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Magalys Chaviano Álvarez

Periodista. Licenciada en Comunicación Social.

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